Está claro que con los sueldos de hoy en día a veces ahorrar es simplemente un milagro. Pero también lo está que llevar un control estricto sobre los gastos te ayuda a ser más consciente de los mismos y a motivarte para ahorrar. El rey de este control puede ser tu presupuesto de finanzas personales. Si no vives solo, quizá debas hacerlo a nivel familiar, aunque la cosa se complicará bastante.

El primer paso es hacer un listado cuidadoso de ingresos y gastos. El primer apartado suele ser sencillo, al menos en el caso de los asalariados, porque es más o menos regular. En el caso de los gastos habrá que hacer un poco de prueba y error. Haz una lista, y comprueba durante un par de meses si no te has olvidado nada. Incluye también un apartado para gastos imprevistos: dentistas, reparaciones del coche, de la casa, etc. Piensa cuántas veces al año sueles tener este tipo de gastos, cuánto podrían costarte y repártelos entre los 12 meses del año. Por ejemplo, si crees que vas a gastar 120 € en el dentista a lo largo del año. Añade 10 € a la categoría de gastos imprevistos mensuales.

Cuando ya tengas una buena idea de tus gastos, llega el momento de asignar las partes sobrantes de tus ingresos. Al final, en el presupuesto no debe quedar nada libre.

De esta manera, asigna cantidades al ocio y al ahorro.

Por supuesto no es obligación gastar toda la asignación al ocio cada mes. Habrá meses que te sobre algo. Puede ser buena idea que añadas esa parte sobrante a tu colchón de imprevistos. Lo que sí es deseable es que nunca te pases. Por tanto, puedes asignar una cantidad un poco más grande con la norma de que está prohibido pasarse bajo ningún concepto.

En la mayoría de los casos, los gastos personales más importantes son tu hogar: hipoteca, alquiler o comunidad de propietarios y comida. De ellos, por lo general solo se podrá reducir el gasto en comida aunque debe hacerse con cabeza. Ahorrar en comida tiene lógica, si se hace porque se opta por comida más sana, es decir, evitando snacks, comida precocinada, etc, que además de cara no te hace ningún bien. Pero no tiene sentido si se opta por comida de menos calidad, porque seguramente a largo plazo lo paguemos con la salud y esto, además de por razones obvias, también es desaconsejable financieramente, porque las medicinas y médicos son realmente caros.

Si uno de esos gastos importantes es la devolución de préstamos, te puede interesar hipotecar tu casa para devolver todas esas deudas y tener que pagar una cuota única que aunque sea a más largo plazo, supondrá menos dinero cada mes. Esta operación tiene costes asociados y a largo plazo puede que pagues más porque los intereses se irán aplicando durante más años, pero lo harás de una forma más cómoda que te permitirá llevar un presupuesto mensual más equilibrado. Lo que puedes hacer para compensar esos gastos, es aumentar en tu presupuesto el apartado de imprevistos y, a final de cada año, hacer devoluciones anticipadas con la parte del dinero que no hayas utilizado.

Luego están los gastos prescindibles que puedes plantearte en función de tu estilo de vida:

El coche: Si solo lo usas para las vacaciones de verano, puede merecerte la pena alquilarlo y ahorrar en garajes y seguros durante el año.

Internet: La mayoría de los hogares tienen más velocidad de la que necesitan. Sí, con un ADSL puedes ver películas en streaming sin problemas.

Suscripciones: Revistas, canales de pago, etc.

De esta manera tendrás todo controlado y, al menos, sabrás perfectamente en qué se está yendo tu dinero.