Agapito Iglesias vuelve a tener la idea de dar un paso atrás en la entidad, alejarse de su día a día y situar al frente de la misma a un hombre de confianza, bien sea con la figura de un presidente, como lo fue Eduardo Bandrés en su día, o como consejero delegado, en el caso de Salvador Arenere, o, como una opción más remota, un director general con plenos poderes, cargo que ya ocupó Gerhard Poschner. Ese escudo llegaría acompañado de otras personas en un consejo que necesita más nombres y que ahora está formado por el propio Agapito, Checa y Porquera. Este último está en México y su adiós al Zaragoza es cuestión de tiempo.

Por el momento, el soriano no contempla vender el club, del que posee un 92% de las acciones, aunque de puertas afuera no se cierra a esa posibilidad, que es su única salida posible, y la sensación general es que sus días en la entidad están contados. Agapito vislumbra ahora otra revolución en el Zaragoza, aunque en sus decisiones siempre hay un carácter imprevisible que puede modificar sus intenciones actuales.

FUERTE PRESIÓN La presión social y de la afición sobre Agapito Iglesias es cada vez mayor, también el empresario está en el punto de mira de Hacienda, que ha pedido a la jueza del concurso de acreedores que investigue y revoque algunas de las operaciones del presidente, sobre todo la venta de las oficinas y la compra de una finca en La Almunia --con parte del traspaso de Ander-- propiedad de ADL, cuyo socio mayoritario es Javier Bazaco, su hombre de confianza. Además, la Asociación de Pequeños Accionistas sigue trabajando en la inhabilitación del soriano y la Plataforma Salvemos el Real Zaragoza ya se ha reunido con los poderes políticos, con el Ayuntamiento y con el Gobierno de Aragón. Agapito está más acorralado que nunca, aunque él no lo termine de ver así.

El plan de echarse a un lado ya lo escenificó en anteriores ocasiones, la última a finales de diciembre con la llegada de Salvador Arenere y tres nuevos consejeros (Iribarren, Guillén y Rodrigo). El fin último de aquella llegada, que solo duró diez días, era la venta del club. Es verdad que el soriano no quiso apartarse de la gestión y que no cumplió con su palabra en muchos aspectos, pero la grieta definitiva entre Arenere y Agapito fue que éste no quiso firmar un mandato de venta, lo que invalidaba cualquier intento de los recién llegados de ser el mecanismo que condujera la transición de la entidad a otra propiedad.

El nuevo escudo de Agapito vendría a ser su hombre de confianza y no en principio con un plan a largo plazo para su salida de la entidad, donde los cambios van a llegar, en forma de salidas y, lógicamente, de posteriores entradas. Este diario ya adelantó hace unos meses que el Expediente de Regulación de Empleo que el soriano tiene previsto poner en marcha cuando llegue el dinero de Mediapro implicará la salida de algunos históricos de la entidad como Pedro Herrera, Luis Costa y Manuel Fernández Nieves, aunque habrá más despedidas.

PRIETO Y VÍCTOR IGLESIAS Una de las más significativas puede ser la de Antonio Prieto. Por desgaste tras cuatro años en la entidad, a donde llegó como secretario técnico adjunto, y también por un trabajo como máximo responsable en la parcela deportiva que ha sido un manifiesto fracaso, el director deportivo contempla más que seriamente su salida al final de la temporada, aunque también el propio Agapito podría prescindir de sus servicios. Aun así, no hay que olvidar que Prieto tenía en mente irse al final de la temporada pasada --así se lo dijo a Emilio Larraz cuando le comunicó que dejaba de ser técnico del filial-- y aún sigue en el cargo.

Como ayer desveló el diario AS, el presidente maneja desde hace tiempo la idea de que su hijo Víctor gane protagonismo en el club. Víctor Iglesias, de 21 años, tiene los títulos de entrenador regional de fútbol y de gestor deportivo de la FIFA, y acaba de completar el curso de director deportivo. Además, es un asiduo en muchos viajes junto a su padre en los partidos de fuera de casa y también acompañaba a su progenitor en los encuentros en La Romareda hasta que Agapito en diciembre dejó de ir al palco.