Cádiz volvió a ofrecer la versión más vulgar del Zaragoza, un nivel que exhibió en otras citas a domicilio, donde los números, esos 4 puntos de 27, provocan sonrojo. La debacle en el Carranza, en una segunda parte donde se bajó los brazos, recuerda a otros días, como el partido en el Ciudad de Valencia ante el Levante o la nulidad exhibida tras el descanso en Soria o en Nervión ante el filial del Sevilla. Sin embargo, fue la derrota más abultada del curso para el Zaragoza y los anteriores ridículos habían llegado con Luis Milla a los mandos. El del sábado, en el sexto partido de Agné, dejó claro que la reacción que el equipo tuvo nada más arribar el técnico de Mequinenza ya ha quedado en poca cosa. O en nada. Los ocho puntos en seis partidos dan un promedio ligeramente mejor al que firmó Milla, con 13 puntos en 11 partidos antes de hacer la maleta.

Por eso, la preocupación, una vez gastada la bala del cambio de entrenador, es mayúscula y las alarmas suenan alto. El Zaragoza asusta por su endeblez defensiva, ya que los 25 goles encajados le sitúan como el más goleado de Segunda. Y mete miedo a su gente por su terrible nivel a domicilio, además de que en Cádiz se volvió a ver a un bloque sin carácter y con los brazos caídos, una pésima señal.

La jornada 17 acaba con el Zaragoza decimocuarto, con solo dos puntos más que el descenso y con Oviedo y Rayo como enemigos de obligada victoria antes del parón para que la crisis no se agigante. «Jugando así estaremos más cerca de abajo que de arriba», dijo Agné tras el partido de Cádiz, dejando casi un escalofrío en esas palabras, porque no hace falta insistir en lo que supone para este Zaragoza en ruina la Segunda B. El caso es que ahora están más cerca de eso que de regresar a la élite. La promoción, la séptima plaza del Lugo, queda a tres puntos. El segundo puesto, de un Girona a la carrera, ya está a nueve para que el ascenso directo se empiece a ver lejísimos.

El Zaragoza, en una insoportable racha de dos victorias en las últimas 12 citas, vive ahora pendiente del mercado de enero para intentar esa reactivación en una plantilla donde ha quedado patente que hay mucha distancia entre algunos titulares y sus suplentes. El mejor ejemplo es la baja por lesión en el centro de la zaga de Marcelo Silva, que ha hecho que a Agné se le derrumbe el castillo en los tres últimos partidos. Mientras, el despliegue de Javi Ros se echó muchísimo de menos en Cádiz.

EL MARGEN DE MANIOBRA

El club, o al menos eso asegura, no tiene apenas recursos para acudir al mercado, una vez consumido el límite salarial (5,1 millones) en verano. Tiró a la basura la oportunidad que tenía desde la Liga con la baja de larga duración de Wilk y por la vía de patrocinios y otros ingresos apenas va a tener margen. Así que las salidas de jugadores van a ser el camino principal para reforzar el equipo, donde se busca al menos un central, un centrocampista con capacidad con el balón y, si se logra el adiós de un punta, de Juan Muñoz o de Dongou, un delantero diferente, un 9 alto y de referencia.

Popa tiene todos los visados para irse cedido en enero y Bagnack puede acompañarle, aunque en este caso esa despedida no está tan clara. Dos centrales que, de todas las maneras, no suponen una liberación importante de masa salarial. Sí haría más hueco económico que Erik Morán abandonara la plantilla y ahora mismo es el candidato número uno a ello. En Cádiz no aprovechó su primera oportunidad con Agné. El club, queda dicho, no vería mal que se marchara un delantero e incluso Irureta, con un salario elevado, o Isaac, pero tanto la despedida del meta como la del lateral derecho exigen traer un recambio en esa zona.