Ganó el Real Zaragoza al Numancia y era tan necesaria a todos los niveles esa victoria que casi se diría que el cómo queda en un segundo plano. Ese reencuentro, tras 10 jornadas anteriores donde solo había superado al Racing, tras más de dos meses sin ganar ante su gente, es un rearme moral de vital importancia para afrontar la final de la temporada, la visita a Ponferrada del próximo domingo. Y es que, además de vencer, el Zaragoza soltó una primera parte aceptable, con más llegada que fútbol, con un gol de Jaime en una contra de manual y sobre todo superior a lo exhibido en la época reciente, para mostrar, eso sí, una imagen más gris tras el descanso. Sufrió La Romareda en el tramo final y el Numancia, tan raquítico, tan limitado atrás y con tan escaso fútbol, hasta pensó en empatar, pero no merecía ayer el Zaragoza ese castigo por los méritos contraídos en la primera mitad y no llegaron esas tablas para alivio de los jugadores, de Ranko Popovic y de la grada, que vivió al borde del ataque de nervios y con varias pitadas los últimos minutos.

La victoria permite empatar a puntos con la Ponferradina y gritar a los cuatro vientos que el Zaragoza va a luchar por la sexta plaza, ahora propiedad de los del Bierzo, lo que dada la pésima racha anterior no parecía tan claro, porque el equipo había entrado en una espiral negativa y sin chispa que le hizo caerse de ese puesto de forma merecida. Por fin se levantó. No es que hiciera un partidazo, pero casi creó más peligro que en los cuatro choques anteriores en casa juntos, saldados con empates.

Además, el encuentro trajo otras buenas noticias, sobre todo que Jaime recuperó la chispa perdida con su lesión, aunque se apagara algo tras el descanso, y también el rendimiento de Pedro fue notable. Además, Galarreta y Fernández, las dos novedades en el once, mostraron una versión mejorada de su gris temporada. Claro que faltan cosas, el Zaragoza sigue perdiendo día sí y día también la batalla en la medular, no gobierna los partidos ni ante adversarios tan flojos como el Numancia, ofrece lagunas defensivas, ayer sobre todo por el flanco de Cabrera, y su jugador más fiable de la temporada, Borja Bastón, anda peleado con el gol. Pero, dicho queda, ganó y eso es lo que importa para rearmar moralmente a un equipo que andaba muy necesitado de la confianza que solo dan las victorias.

Salió el Zaragoza muy enchufado al partido, con Galarreta por detrás de Borja y con Pedro y Jaime muy activos. Una buena apertura de Pedro le llegó al extremo manchego, que ya le dijo entonces a Isidoro que iba a ser su pesadilla. Su centro, tras dudar Munir en la salida, le llegó a Borja, que tuvo dos remates claros para marcar. En los dos rechazó el meta marroquí. Una chilena de Jaime y un tiro de Dorca que acabó en córner completaron el buen arranque.

Pero el Numancia adelantó su presión y comenzó a dominar el partido porque en el centro del campo Dorca apenas aparecía y Natxo Insa corría hacia muchos sitios sin llegar a ningún lado. El peligro soriano, como era esperable, llegó a balón parado, en una falta de Julio Álvarez que Enrich mandó alto.

A LA CONTRA

Se repuso al mal momento el Zaragoza y volvió a enseñar las uñas en la rapidez a la contra. Jaime encaró a Isidoro tras otra apertura de Pedro y puso un balón muy claro que Galarreta cabeceó alto. El vasco aún tuvo otra en un despeje de Dani Calvo. Remató peor que mal, dejando claro que el gol no es su especialidad, un déficit casi imperdonable en la mediapunta.

Un robo de Pedro con disparo flojo fue el preludio del gol. El Numancia se despistó en una falta a favor y la contra la inició Galarreta para que Borja asistiera a Jaime. Dudó al rematar el extremo, pero su golpeo dio en Isidoro y terminó por entrar de forma suave en la portería de Munir. La primera parte acabó con una ocasión de Íñigo Pérez a pase de Kader tras un despiste de Cabrera. Atrapó bien Bono, que salvó en la reanudación el empate en una gran parada en el tiro de falta de Julio Álvarez.

Bajó enteros el Zaragoza en la segunda parte, donde el Numancia tuvo más el balón pero sin crear mucho peligro, víctima de su pobreza ofensiva. Popovic, desde su puesto en la grada, intentó buscar más mordiente con Javi Álamo por un fundido Natxo Insa, pero tan apenas hubo mejora. Los minutos caían, Anquela se la jugaba con cambios ofensivos --Del Pino, Natalio y Gerrit-- y a La Romareda llegaba la intranquilidad.

Pedro, de falta, pudo sorprender a Munir, pero el termómetro de la grada se disparó cuando Natalio, solo, a centro de Vicente, rozó marcar de cabeza. Ahí afloraron los pitos, también en varios fallos en el manejo del balón. En esos minutos, fue Vallejo, el más joven, el que más mantuvo la calma, con varias salidas imperiales desde atrás, mientras la grada recriminó la entrada al campo de Rico y de Lolo, anunciando que ni uno ni otro le convencen además de que esos relevos tenían un claro matiz de amarrar a toda costa el triunfo. Rico, en dos contras claras, no acertó en el pase a Borja y se entretuvo hasta que le robaron el balón. Pero el Zaragoza no dejó escapar la renta. Y volvió a ganar. Sí, es bello hacerlo.