Dos bombas de Borja Iglesias significaron la primera victoria del Real Zaragoza de Natxo González, que se llevó en El Arcángel un partido desigual. Cometió casi tantos errores defensivos como en las dos primeras tardes del curso, pero le perdonó esta vez el fútbol, que le ha regalado un delantero para que deguste con calma a lo largo de la temporada. El Zaragoza fue Borja Iglesias, sobre todo, y Toquero. Con esa buena pareja de delanteros, con esos dos torpedos del gallego, le basta, de momento, para hacer camino. No es aún el equipo fiable del que habla su técnico. Sí va mejorando algunos aspectos, sobre todo en ataque, donde genera juego y mete miedo. Tres partidos, tres goles. Son los números de un ariete que tiene un impacto tremendo en el fútbol, por su capacidad física, su forma de entender el juego, su talento, su relación con el gol. Por arriba le va a solucionar buenas tardes. Otra cosa será detrás.

El equipo aragonés tiene un problema en la salida de balón. Lo resolverá en parte cuando esté Mikel González, pero el técnico debe encontrar una solución para esa zona cero que queda entre los centrales y los mediocentros. Ahí se le acumularon todos los problemas al Zaragoza en la primera mitad, una vez que el Córdoba empató, con suerte y mano, un partido que estaba inclinado hacia el otro lado. Borja Iglesias había adelantado a su equipo con un formidable movimiento en el balcón del área. El gallego es un maestro jugando con su cuerpo, apoyándose en el rival y separándolo al mismo tiempo, ganándose con empeño el espacio que necesita para girarse. Así lo hizo en el minuto 18, cuando recibió un pase de Ángel, realizó un control orientado con la izquierda y se giró para colocar con la derecha un disparo seco cruzado a la portería de Stefanovic. El guardameta se imaginó tarde todos los movimientos del zaragocista, que dio ventaja a su equipo en su segunda oportunidad. En la primera, en el minuto 12, había estrellado en el portero un zurdazo a bocajarro.

Hasta ahí, hasta el 0-1, el Zaragoza había hecho lo mejor, percutiendo por las dos bandas y controlando las distintas fases del juego. Cierto es que Zapater cometió un grave desliz en el minuto 3 que le costó a Javi Ros la tarjeta amarilla. La jugada, con falta al borde del área, recordó al tanto de Pedro una semana atrás ante el Granada. Esta vez se fue a córner el disparo de Javi Lara, que abrió un cuarto de hora de dominio zaragocista.

No se puede decir que el conjunto de Natxo González aplastara en ese periodo a su rival, pero sí enseñó algunas combinaciones ricas, se acercó con criterio por los dos costados y supo encontrar a Borja Iglesias y Toquero. El debut como titular del vasco fue muy interesante, mostrando todas sus condiciones, anunciando cuánto puede ayudar al Zaragoza esta temporada. Se deslizó por la banda cuando el partido lo pidió, ganó los combates aéreos y apareció en zonas de remate. Es cierto que le falta compenetración con sus compañeros, que a veces lo encuentran tarde. Cuestión de ajustes. Al otro lado tampoco se le puede poner ni un pero. Se machaca en la presión y no se despista nunca. En la segunda parte, una peinada en un saque de banda fue el preludio del tanto de la victoria.

En Toquero debe encontrar el Zaragoza una manera más de atacar, sobre todo mientras no sepa resolver el problema primero. Se genera casi siempre en ese espacio cuadrangular que queda entre centrales y pivotes. Hay confusiones, hay disparates también. Falta calma, talento. El equipo pierde confianza en ese trance, le resulta difícil combatir un partido cuando pierde metros. A buenos ratos se le resquebraja la confianza y no halla los modos de poner en orden su defensa. Fue así desde el minuto 21, cuando Jona se acomodó con el brazo un centro de Jaime Romero y batió a Ratón. El gol oscureció el amanecer zaragocista del partido, que se alejó tanto del balón que acabó celebrando el empate al descanso, después de ser deformado por el Córdoba durante casi 25 minutos. Volaron los córners y las faltas como misiles en aquellos años de Bagdad, pero el equipo aragonés sobrevivió intacto. Le quedó solo un susto, un disparo al poste, otra vez de Jona.

Mediada la segunda parte, se puede decir que no había pasado nada en el campo. Entonces apareció Borja para recoger una prolongación de un saque de banda, aprovechar el desmarque de ruptura de Febas y ajustar el disparo a la cepa del poste de Stefanovic. El gallego había ganado el el partido. Faltaba defenderlo. Lo logró a regañadientes, con una buena mano de Ratón abajo, un mal remate de Jovanovic que no quiso aprovechar un obsequio de Verdasca, y hasta una expulsión en una torpeza de Zapater. No es todavía un buen Zaragoza, pero tiene jugadores que lo hacen crecer. Como Borja, que es la bomba.