—Usted lleva más de diez años lejos de Santiago. Apostó muy fuerte por crecer en el fútbol.

—Tendría 14 años cuando fui de prueba una semana a Valencia. Me ofrecieron seguir y no lo dudé un segundo. Recuerdo de pequeño ver el Torneo de Brunete y yo suspiraba por jugar en grandes equipos. Los primeros meses estuve muy bien, viví momentos increíbles. Pero, al final, te acabas dando cuenta de lo duro que supone estar lejos de tu casa. Aunque, si soy sincero, fue un sacrificio que volvería a repetir.

—Además fue compañero de Álvaro Ratón en el Valencia.

—Éramos compañeros de habituación. Incluso jugamos juntos en la selección gallega de fútbol. Él es un gran amigo, hasta nuestros padres se llevan muy bien. Recuerdo que Álvaro me llamaba en verano para convencerme de firmar por el Zaragoza. «No sé qué ofertas tendrás por ahí, pero aquí será mejor», me decía. Me ayudó a venir a este club.

—Usted rompe con el estereotipo de futbolista moderno.

—Yo creo que esto va en la personalidad de cada uno. Hay gente que necesita evadirse más, y otros que estamos a gusto relacionándonos con la gente. Yo intento ser amable, porque cuando era pequeño recuerdo que me hacía ilusión que los jugadores me tratasen bien. Cuando venían equipos a jugar a Riazor o Balaídos tenían que pasar por el aeropuerto de Santiago. Mis padres me llevaban a verles y me emocionaba cuando me hacían caso. Recuerdo con mucho cariño que Ronaldo Nazário me tocó la cabeza. Por eso, cuando viene alguien me acuerdo del Borja niño y le atiendo.

—¿Se ha sentido alguna vez como un futbolista de éxito?

—Yo no me veo como se veía, por ejemplo, Ronaldo. No tengo totalmente interiorizado que un futbolista pueda tener esa repercusión. Intento ser agradable porque la gente es así conmigo. El problema es que no puedo atender a todos, más de 200 personas me han pedido que les dedique un gol… Creo que no me dará tiempo a marcar tantos.

—La gente le trata como si fuera un canterano más.

—Los aficionados tienen la sensación de que llevo aquí bastante tiempo. Me impactó mucho el día de mi presentación. Es que había más de 300 personas para ver a un chico que venía de Segunda B, pensaba «¿cómo puede ser esto?». Para mí fue todo un estímulo, se ha generado toda una atmósfera que me ha hecho sentirme muy querido. Soy un afortunado por vivir esto.

—¿Esperó encajar tan bien en Zaragoza?

—Esperaba ser feliz, pero ha superado mis expectativas. El club se volcó conmigo, supo hacer que estuviera a gusto. Luego está el círculo de gente que he formado en la ciudad; la relación que hice con Kase.O gracias a mi presentación, ahora es un buen amigo mío y su grupo ahora es mi grupo. Me han acogido como si fuese uno más. Siento que toda la ciudad me ha acogido y me hacen sentir como si fuera mi casa.

-¿Cree que cada vez se olvida más el lado humano del jugador?

—Puede ser. Cada vez se endiosa más la figura del jugador y se está consiguiendo que se deje de ver que detrás de la camiseta hay sentimientos. Yo creo que esto hay que tomárselo como algo más normal, el fútbol es más sencillo de lo que parece. A mí me gusta hacer al futbolista humano, yo intento ser así porque me encuentro cómodo.

—Muchas veces se critica al ‘dios’ y no se dan cuenta que detrás hay una persona.

—Es cierto. A veces parece que el futbolista no sufre. Que no le duele perder y que no puede estar mal. Los jugadores también tenemos miedos y sueños. La crítica y el elogio nos influye, pero luego está cómo lo asimila cada uno. Creo que no se ve desde fuera como nos puede afectar.

—¿Cómo le sientan a usted las críticas?

—Depende de la circunstancia. Hay momentos en los que te ves fuerte y la crítica no acaba teniendo nada de peso. Pero hay épocas por donde estás pasando por un mal momento y esos comentarios te llegan a afectar. Hay críticas constructivas de donde puedes sacar muchas cosas positivas, pero otras que son vacías, que solo buscan hacer daño, y esas son las peores para nosotros.

—¿Cómo repercute en su figura una racha adversa de cara a portería?

—El error es algo que aparece muchas veces. Hay días que sientes que lo metes todo y otros donde no te entra ninguna. Lo importante es tener ocasiones, eso es lo que me preocupa. Yo de Soria me fui muy contento porque ganamos. No marqué, fallé de cabeza, pero creo que lo que generé ayudó muchísimo al equipo.

—Habla de ese juego subterráneo que va más allá de los goles.

—Hay aspectos que no se perciben tan fácilmente. Yo creo que tengo implicación en los goles que anota Jorge Pombo en Soria. Por ejemplo, ante Osasuna marqué, sin embargo un gran porcentaje del gol es gracias a Pombo. Él fue el que me generó el espacio para que encarase a puerta y nadie lo destacó. Fui yo el autor del gol, pero Jorge y Buff lo hicieron todo. Dentro del vestuario sabemos que todos tenemos un rol que llevar a cabo.

—¿Cree que un buen partido de un atacante se puede medir exclusivamente por los goles?

—Creo que no. El gol no es un sinónimo de buen partido, el jugador no debería depender de una acción puntual. En mi caso genero muchas cosas, porque trabajo con y sin el balón. Sé que el ariete está esposado al gol, eso es indudable, pero se pueden marcar dos goles y no hacerlo bien y, por contra, no anotar ninguno y haber hecho un gran partido. Marcar no es lo más importante.

—Usted va de frente ante la crítica y el halago.

—Yo analizo cuando alguien me dice algo. Soy el primero que durante la semana coge los recortes de los vídeos para mejorar los aspectos a corregir. Por ejemplo, me di cuenta como si hubiera rematado un poco más centrado hubiera marcado los cabezazos en Soria. Lo fundamental es saber que uno no es tan malo como el día que lo falla todo ni tan bueno como cuando lo marcas todo. Al final hay que buscar un equilibrio.

—¿Cree que se está perdiendo la empatía en los medios de comunicación, en la gente y en el fútbol?

—Sí, pero no es algo aislado en el deporte. Creo que es un fenómeno social, en el día a día. Cada vez nos preocupamos menos de lo que le importa a la gente. Se busca hacer daño como una tónica habitual. Y eso es algo muy perjudicial para todos nosotros. Falta ponerse en la piel del jugador.

—¿Perdió la sonrisa en algún momento de esta campaña?

—Creo que no. Pero sí que pasé momentos complicados, como cuando me lesioné en Valladolid. Fue un momento que me molestó porque me encontraba a gusto. Me fui a mi casa y mis padres y mi hermano notaron que estaba mal. Ahora parece que la gente ha hecho de mi sonrisa una seña de identidad. Cuando piensan en Borja Iglesias me imaginan feliz, sonriente y eso es muy agradable.

—¿Ha habido en algún momento de ansiedad ante la adversidad?

—Sí que hubo días donde estaba un poco agobiado, sobre todo cuando estábamos cerca del descenso. Durante la semana estás tranquilo, pero cuando se acerca el partido aparece ese run run. Esa presión puede ser mala, aunque creo que nosotros la hemos llevado bien. Hemos sabido revertir una situación muy adversa.

—¿Sienten que la gente tiene un gran sentimiento de identificación con este equipo?

—La sensación que tenemos es esa. Que todo lo que se genera alrededor no es solo por los triunfos, es más por todo aquello que se transmite. Creo que es un grupo muy pasional, que cree en algo y que peleará por ello. No puedo garantizar ningún éxito, solo que cada uno de nosotros y el cuerpo técnico pondrá todo para intentar ascender.

—¿La tiranía de los resultados se vive más en el Real Zaragoza?

—Los resultados son el mayor juez en el fútbol. Eso es así. Pero cuando no se dan te agarras a cosas positivas para poder ir mejorando y revertir la situación. Nosotros sabíamos que hacíamos muchas cosas bien, pero cuando hacíamos algo mal se nos castigaba en exceso. La sensación era esa, pero no podías hacer otra cosa que pensar en el siguiente para mejorar la situación.

—Están viviendo todos ustedes en lado más bonito del fútbol. Les sale todo bien.

—Ahora estamos disfrutando. Todo está yendo bajo esa inercia que dentro del grupo tanto queríamos vivir. Pero jamás habríamos pensado que el proceso pudiera haber costado tanto. Tan costoso y de altibajos. Nos costó mucho adquirir la regularidad, pero todos creíamos en que se podía revertir.

—¿Cómo pudieron mantener esa fe a dos puntos del descenso?

—La unión hace mucho. Es un grupo fuerte y ambicioso. Los más mayores han sido los que han sabido gestionar esos momentos más difíciles. Tanto Zapater, como Mikel, Toquero o Cristian nos insistían en que esto podía cambiar en un mes. En momentos de debilidad, los capataces han hecho de sostén. Decían que esta situación se corregía enganchando tres victorias seguidas, que cuando lo hiciésemos, aunque por aquel entonces se veía imposible, todo cambiaría. Y así ha sido.

—¿Cómo se sienten en estos momentos de tanto éxito?

—Ahora estamos en ese momento que sentimos que podemos ganar todos los partidos que quedan. Porque realmente creemos en nosotros mismos y porque queremos hacer las cosas bien. Tenemos un grupo muy fuerte, donde jamás ha habido una rencilla ni ningún inconveniente. Ojalá quedasen solo tres jornadas.

—¿Existe euforia dentro del vestuario?

—Yo creo que no hay tanta. Hay ilusión, eso sí. Tenemos los pies en el suelo porque venimos de derrotas muy duras, como en El Alcoraz, donde nos pasaron por encima. En aquel entonces todos sabíamos que algo hacíamos mal y trabajamos para que todo fluyera como esperábamos. Pero, con el cambio de año, algo cambió. Puede parecer una tontería, pero todo salía más fácil.

—Los veteranos les levantaron, ¿ahora les bajan a la tierra?

—Tras acabar el partido ante el Osasuna estábamos eufóricos en el vestuario. Entonces llegó Alberto Zapater y dijo, «a pensar ya en el Sevilla Atlético». Y es la realidad. Cuando empiezas a pensar en el futuro se distorsiona lo que tienes cerca. Vamos a disfrutar de lo que tenemos, porque nos ha costado muchísimo. Y si perdemos algún día no pasará nada, esto es muy largo y debemos de seguir remando en esta dirección.

—¿Son conscientes de que pueden conseguir algo muy bonito?

—Estamos ante una oportunidad para todos. Es bonito saber que podemos cambiar el futuro del Real Zaragoza. Tenemos esa ilusión, porque es algo que se respira en el ambiente. La ambición está ahí, pero no debemos de presionarnos. Si seguimos trabajando así lograremos la recompensa que todos queremos.

—Usted estaba el año pasado en Segunda B y ahora está siendo seguido por grandes equipos ingleses y otros españoles. ¿Cómo le afecta al futbolista?

—Yo intento evadirme, porque es algo que es bonito. Creo que puede llegar a influir de forma negativa, pero en mi caso me refuerza la autoestima. Es lo que intento hacer. Cuando veo que el Celtic o Swansea me siguen solo fortalece las cosas buenas que estoy haciendo, y creo que es bueno para el futbolista. Es bonito leerlo, pero hasta cierto punto, sin que te llegue a descentrar.

—¿Ha vuelto a hablar con el Celta sobre su renovación?

—Hablamos en Navidad, pero a día de hoy no es algo que tengamos que hacer ya. Cuando llegue el momento decidiremos tanto el Celta como yo lo que es mejor para ambas partes. Seguro que llegaremos a un acuerdo sea para seguir o para lo contrario. A día de hoy no procede tratar este asunto.

—¿Priorizaría al Real Zaragoza antes que al Celta en Primera?

—He dicho hasta ahora que mi ilusión sería jugar en Vigo, yo soy celtista. Pero sí que es cierto que cuando estás en un grupo así, tan bien, se hace complicado tener que elegir. Tengo la sensación de que he encontrado mi sitio, me encuentro bien, y me siento muy querido. En Zaragoza es todo más fácil. Si somos capaces de ascender me gustaría seguir aquí.

—¿Qué le gustaría que apareciera en unos años en su currículum?

—No sé dónde me llevará el futuro. Obviamente, mi ego futbolístico sería ganar títulos y ser internacional, pero no me quita el sueño. Quiero que se me recuerde por mi trabajo en el campo.