El Real Zaragoza se llevó una victoria del Alcoraz llena de casta y de corazón cuando más tocado parecía el equipo. En medio de la lluvia, con el suspense de si el partido se iba a jugar, siendo más partidario de la suspensión que el Huesca, el agua trajo una catarsis para el equipo de Raúl Agné, que se levantó tras encajar el primer gol y que dio la vuelta al marcador tras una segunda parte plena de garra y de fe.

La victoria permite respirar a Agné, que tenía la soga al cuello, y traspasa la crisis al Huesca. El Zaragoza ve más lejos el descenso y vuelve a mirar a la promoción, a cuatro puntos. Pero, por encima de los fríos números, están una infinidad de buenas noticias individuales, encabezadas por Xumetra y Dongou, y una global, que el Zaragoza vuelve a ganar y que su corazón late con fuerza, aunque sea entre el diluvio en un partido marcado por el agua y con un césped que exigió una versión de músculo y garra que parecía no tener el Zaragoza. Sí la tiene. Lo demostró ayer.

Sin Cani y sin Lanzarote y con la intención de adaptarse lo mejor posible al césped, con mucha agua y poco apto para florituras salió el Zaragoza al Alcoraz tras el suspense que rodeó la celebración de un encuentro donde estaba claro que el que mejor se adaptara a la casi piscina iba a tener mucho ganado. El Huesca, con la defensa más adelantada y con tres centrales, comenzó dominador ante un Zaragoza en el que Edu Bedia, en su debut como titular, dejaba la banda izquierda para los intentos, pocos, de subida de Cabrera.

Borja Lázaro arrancó siendo una pesadilla para la retaguardia zaragocista donde Feltscher no desentonaba para ayudar a frenar a un Huesca más dinámico en el medio y con Camacho y Sastre entrando en juego. Una primera salida de Irureta a cesión de Marcelo Silva provocó el susto inicial, pero después el portero se asentó y frenó los tres disparos consecutivos de Borja Lazaro en un primer cuarto de hora donde el Zaragoza sufría. El delantero del Huesca hasta se permitió hacer un sombrero en el área a Valentín y en otra acción suya la anticipación de Silva, un coloso toda la noche, fue providencial.

MEJORA ZARAGOCISTA

Un disparo de Cabrera que dio en Ángel fue el único aviso visitante, pero las fuerzas poco a poco se fueron equilibrando y la medular zaragocista comenzó a ganar terreno, con Zapater y Ros cada vez más activos. Los últimos minutos de la primera parte insistieron en el fútbol directo como única arma.

Todo cambió a mejor para el Zaragoza en la segunda parte. Adelantó líneas y se empezó a sentir más cómodo en el campo. En esa mejoría pudo ser letal el gol del Huesca en una falta botada por Camacho que prolongó Jair y que Borja Lázaro mandó a la red tras un fallo conjunto de la defensa. Sin embargo, el Zaragoza se levantó pronto. Se encontró con un gol tras un envío de Cabrera que despejó mal Sergio Herrera y que Dongou cabeceó a placer. Ahí, el Huesca se vino abajo, también tras dejar el campo Camacho, y el Zaragoza, con la entrada de Edu García para pasar a jugar con defensa de tres atrás y después de Cani, fue a mejor. Asomó con Ángel y Dongou y empezó a generar más peligro con Xumetra mientras los cambios de Anquela, con Vinícius, Saiz y Alexander, no funcionaron.

Una jugada de Xumetra acabó en los pies de Ángel, que batió con un disparo preciso a Herrera, y, cinco minutos después, Dongou, tras pase de Xumetra y con la defensa del Huesca rota, puso la sentencia. Aún pudieron hacer Xumetra y Ángel el cuarto y anotó Alexander un gol que se quedó en anécdota. El Zaragoza revive. Y lo hizo bajo el diluvio.