La Fundación 2032 ya ha tomado su primera decisión de gran calado fuera del marco económico: ha comunicado el despido a Víctor Muñoz, quien tenía contrato con el club hasta junio del 2015. La tensa relación inicial con algunos miembros del nuevo Consejo, que aceptaron esa herencia a regañadientes, y los últimos resultados --tres derrotas y un empate-- han fulminado al técnico aragonés, quien deja al equipo en octava posición, a un punto de los puestos de promoción. Con esta decisión drástica, los dirigentes intentan frenar la caída deportiva y anímica de un Real Zaragoza que llegó a instalarse entre los seis primeros, es decir muy por encima del listón que se habían marcado todas las partes al comenzar una temporada que se anunciaba de transición.

Víctor se encargó de quitar la anilla de seguridad a la granada que tenía en las manos en la rueda de prensa posterior al encuentro perdido en Los Pajaritos, quizás el primero en el que el equipo dio señales de cierta apatía cuando siempre se había distinguido por todo lo contrario. El entrenador contestó a la prensa sobre su delicada situación: "Hacéis una votación y si queréis me voy mañana mismo". A esa provocación no exenta de una sobredosis de frustración sumó una muy particular y desajustada reflexión sobre el encuentro. El resumen era que el Real Zaragoza había hecho el mejor fútbol del curso contra el Numancia. "Quizás sea un espejismo, pero no lo creo", señaló.

La Fundación necesitaba poco --el 2-0 en Soria y el inoportuno e inexplicable espejismo-- para llegar a este punto de desencuentro final. El tirón de siete jornadas consecutivas sin perder (cinco victorias y dos empates), corrió un tupido pero nada consistente velo sobre esa tensión a flor de piel. Una traca de cuatro semanas sin saborear el triunfo y la división entre la afición, próxima a lo que representa Víctor pero muy poco coincidente en algunas de sus variopintas decisiones han animado al Consejo a poner fin a esta etapa. Como exige el guión en este tipo de escenificaciones, que parte del vestuario no sea feliz también ha ejercido su plúmbea influencia. "Había dicho que no vendría nunca al Zaragoza mientras estuviese Agapito, pero el Zaragoza está por encima de Agapito, de Víctor Muñoz y de todos. Nuestra historia es muy grande y queremos seguir haciendo historia", afirmó con rotundidad el técnico el día de su presentación en su segunda experiencia en el banquillo de La Romareda. El empresario soriano le había dejado plantado en un par de ocasiones, muy cerca de llegar a un acuerdo, para elegir en su lugar primero a Marcelino y después a José Aurelio Gay.

El aragonés logró el objetivo para el que fue contratado al difuminar el fantasma amenazador de un descenso a Segunda B que hubiera acabado con la vida del club. Con tres triunfos y una tacada de cinco de una institución inmersa en un caótico trasvase de poderes y sin un euro en las arcas. Con tres triunfos y una tacada de cinco empates sacó unos números más bien pobres, pero suficientes para evitar la catástrofe. La Fundación respetó su contrato tras construir una plantilla contra el reloj y sin garantía alguna de cuál sería su destino. Los resultados serán el escudo para justificar esta ruptura laboral, pero en el fondo subyace una batalla silenciada por todos los protagonistas cuyo eco ha sido imposible de enmudecer por más tiempo. Ya se sabe el nombre del sustituto, Ranko Popovic, pero no el mensaje que le enviarán desde la cúpula: jugar mejor, subir, que sea más diplomático y moldeable y que no se le lesione nadie...