Cuando Paco Artigas Tregón (65 años) y Antonio Gimeno Gil (64) inscribieron sus nombres en el curso 66-67 como abonados del Real Zaragoza el equipo vivía su época más gloriosa, la de los Magníficos, con títulos y grandeza. Nada que ver con el Zaragoza actual, metido en el pozo de Segunda, sin atisbar una temprana salida. 50 años no es nada. O mucho. Es el premio a una fidelidad contra viento y marea, en las buenas, como tantas veces, en las malas, como ahora. Hoy, Paco y Antonio, socios 212 y 213, reciben la merecida insignia de oro en un acto del club y donde habrá veteranos como Canario, Reija, Violeta, Rico, Planas, Manolo González, Pepe Díaz y Fontenla.

En Paco se ilumina una sonrisa al hablar del Zaragoza. Rozó ser futbolista y llegó hasta los juveniles del equipo, siendo compañero de Planas, Rojo o Chirri. «Empecé a ir con mi padre, Emiliano, a Torrero, con cuatro años. Falleció y no pudo cumplir los 50 años de socio, pero seguro que habría llegado»·, asegura, sin dudar que será su progenitor la persona a la que hoy recuerde cuando reciba la insignia de oro. «Fue quien me inculcó la pasión por estos colores, el que me llevó a la inauguración de La Romareda, quien me enseñó a amar al Zaragoza. Y por supuesto la fidelidad. Nunca tuve la tentación de no hacerme el abono, para mí es una obligación estar ahí. Estuve trabajando cinco años fuera de Zaragoza y mantuve la tarjeta», expresa con orgullo.

También el vínculo familiar está presente en Antonio, un vínculo que dura ya tres generaciones. «Antonio, mi padre, fue socio hasta que falleció y él fue quien me llevó al fútbol, lo mismo que hice con mi hijo Víctor, que es más futbolero que yo y es quien me ha guardado los carnés estos años. Si no, no conservaría tantos». Reflexiona Antonio sobre esos 50 años al lado del Zaragoza como socio y no duda en afirmar que «ahora tiene más mérito serlo, pero mucho más, aunque nunca he sentido la tentación de borrarme. Hay que estar en las buenas, disfrutar entonces, pero sobre todo en las malas. Es en los malos momentos cuando más nos necesita el equipo».

«Es que estamos en la peor época que he vivido como zaragocista -tercia Paco-. Ha habido otros momentos duros, pero es que el actual... Son cuatro años en Segunda y lo que hubo antes de bajar. Es duro, pero hay que estar ahí. Yo confío en que esto pase, todas las tormentas pasan, en los años 50 también pasaron», incide, para rememorar sus peores momentos como zaragocista. «Cualquiera de los descensos lo fueron. Quizá el que más me dolió fue el de 1971, porque hasta entonces solo había visto triunfar al Zaragoza. También recuerdo una eliminación con el Europa», añade, un cruce copero que tuvo lugar en la 66-67.

¿Y los mejores? Paco no duda, los títulos. «La final de Copa en el Manzanares, que la viví en directo y la tengo grabada muy clara en la memoria, y, por supuesto, la Recopa. En La Romareda son inolvidables las dos goleadas al Madrid. ¡Qué partidos fueron!».

Antonio, por su parte, viaja más en el tiempo para hablar de sus instantes inolvidables. «Yo siempre miraré a los Magníficos. Marcelino, Lapetra, Santos, Canario, Villa…. Es que aquello fue inigualable. Es verdad que en los años del equipo de la Recopa también disfruté, pero con los Magníficos ibas a La Romareda no a ver si ganaban, sino a ver por cuánto y lo bien que jugaban. Eramos un equipo admirado por el resto», recuerda con nostalgia, antes de hablar de su momento más difícil como seguidor zaragocista. «Un 1-6 del Murcia en casa (80-81). Salí enfadado de La Romareda, indignado, y me fui a tomar algo con mi mujer, María Ángeles, que era por entonces abonada, aunque años más tarde con los hijos dejó de serlo, y vi salir después a varios jugadores de juerga tras el partido. Qué mal me sentó aquello», sentencia.

El deseo para el futuro

Queda dicho que los dos confían en que el Zaragoza, ahora que cumple 85 años, salga de una vez por todas de este negro túnel actual. Antonio lo resume. «Para mí la solución es hacer una cantera fuerte, trabajar con los de casa, que salen muy buenos, y no fichar cada año a una quincena. La estabilidad y un proyecto son lo que nos sacará de Segunda», explica con rotundidad, mientras Paco asiente con la cabeza. ¿El mejor homenaje para celebrar sus 50 años de socios? «Ganar al Sevilla, porque si no...», dicen casi al unísono, sin querer acabar la frase, con ese temor a una Segunda B que también pondría en peligro esta fidelidad que los dos muestran en sus Bodas de Oro como socios zaragocistas.