Todavía era palpable ayer, 24 después del arbitraje del asturiano González Fuertes, la indignación en los dirigentes zaragocistas con lo vivido en Miranda de Ebro, en un partido donde la actuación del colegiado fue perjudicial para el Zaragoza, sobre todo en el reparto de las tarjetas, y dejó en la entidad más que dudas en un par de acciones a la postre decisivas, en el posible penalti a Jaime, que en televisión no parece tal, o en las manos claras de Igor que precedieron a su centro en el tanto de Urko Vera.

El caso es que el enfado en el Zaragoza con el arbitraje era mayúsculo en el viaje de regreso desde Anduva. Otra cosa es que se planteen en el seno de la entidad realizar una queja formal a la Federación Española de Fútbol por los arbitrajes que está sufriendo el Zaragoza. De momento, y así se decía ayer, no se plantean adoptar una posición así. Primero, porque este tipo de medidas no suelen servir para mucho. Después, porque en caso de que se lleve a cabo ese diálogo con la FEF tampoco es positivo darle bombo.

En todo caso, el Zaragoza encontró varios motivos de queja en Anduva. Es clarísimo el del reparto de las cartulinas. Jaime se va a la ducha por un empujón al cortar una contra y por, en teoría, simular una pena máxima. A Juanjo no se le enseña la cartulina por una acción donde se deja caer y Aitor tuvo que ser expulsado por una entrada terrorífica al tobillo de Pedro y solo vio amarilla.

Mientras, al posible penalti a Jaime en la acción de su segunda amarilla se suma la mano clara de Igor tras el saque de banda y la dejada con el pecho de un compañero. El jugador se ayudó de su mano para controlar el balón y su centro lo convirtió en el tanto del empate (1-1) Urko Vera en el descuento. Y hasta se habla de otra pena máxima sobre Borja Bastón al intentar rematar.

Además, la sensación en el Zaragoza es que el arbitraje de González Fuertes se suma a otros que también han perjudicado y que, de haber sido menos parciales esas actuaciones, el cuadro aragonés estaría más cerca de los 8 puntos que le separan del ascenso directo. Se recuerda el penalti que López Amaya se inventó de Hugo Álvarez sobre Borja en la victoria del Tenerife o la expulsión de Fernández antes del descanso y con 1-1 por el teatro de Jony en la derrota zaragocista en Gijón. En este caso, los comités anularon esa cartulina roja, señal de que el error de Pizarro Gómez en El Molinón fue más que clamoroso.

También está en la memoria del Zaragoza el terrible arbitraje de Medié Jiménez en Lugo, donde cometió varios errores, pero sobre todo anuló un gol absolutamente legal de Eldin por fuera de juego cuando el balón venía de David López. Y, ya mucho más lejos, el gol inicial en claro de fuego de Dongou, por la posición de un compañero, ante el Barça B. Así, la sensación de que los árbitros han quitado más que dado al Zaragoza es clara en la entidad aragonesa.