Cualquier equipo que aspire a algo tiene que tener un portero que suponga puntos al evitar derrotas y salvar triunfos y un delantero que aporte goles para esa senda victoriosa. El Zaragoza los tiene en Cristian Álvarez y en Borja Iglesias. El ariete rubricó el triunfo ante el Sporting con sus dos dianas y ya suma 19 en esta Liga. Es indiscutible y vital en este equipo, pero aún si cabe más lo es Cristian Álvarez, tantas tardes salvador con sus paradas que ya se ha perdido la cuenta de las veces que lo ha sido.

Ante el Sporting selló media docena de intervenciones de guardameta grande, de portero bendecido por su agilidad, su seguridad y su aplomo bajo palos. El Sporting ya lo sufrió en El Molinón, donde detuvo un penalti en la victoria zaragocista, pero ayer directamente el sentimiento sportinguista solo pudo ser de una tremenda frustración con el festival del meta argentino, que llegó casi de rebote el pasado verano tras volver al fútbol después de su retiro y cuando al Zaragoza se le escaparon otras opciones bajo palos como Caro o Alberto.

Pero ese rebote que trajo al arquero rosarino fue una bendición para el Zaragoza. Ya ha renovado por dos años más, hasta 2020, aunque es seguro que no le van a faltar ofertas este verano y no será sencillo que siga en Segunda, aunque él admite que en Zaragoza se vuelve a sentir feliz, que por fin disfruta con el fútbol tras ese retiro casi espiritual de más de un año.

Esa felicidad se transmite en paradas e intervenciones casi milagrosas, en una exhibición permanente de reflejos. Ante el Sporting directamente agotó los calificativos. Empezó despejando un cabezazo de Bergantiños en un córner y antes del descanso dejó en nada una gran falta de Carmona, lo que le llevó a la ovación generalizada de La Romareda, que se hizo oír de forma alta y clara con el «¡Cristian, Cristian!».

Poco pudo hacer en el gol de Rubén García, de sensacional y ajustado remate al comienzo del segundo acto, pero después fue un gigante con otras cuatro paradas más para su ya enorme museo. Evitó el gol en un cabezazo de Carmona y sacó un peligroso disparo de Jony, que le botó justo delante y rechazó a córner. Sin embargo, su gran momento llegó tras una falta que no señaló Ais Reig sobre el meta. Mientras el resto de zaragocistas se quedaban parados y Carmona cogía el fusil, Cristian mantuvo los reflejos con dos grandes paradas de mérito más.

A todas esas intervenciones añadió seguridad en cada salida y en cada balón aéreo. Una actuación, otra más, para enmarcar en una temporada fantástica. Todo un coloso, sin duda, Cristian Álvarez.