Nadie renuncia al ascenso en el Real Zaragoza. El triste final de año dejó al equipo aragonés en una situación peliaguda, mucho más cerca de la zona de descenso que de los puestos de promoción. Los cuatro puntos sumados en los dos primeros envites del 2018 han colocado al conjunto blanquillo en una posición cómoda respecto a la parte oscura de la clasificación. Ha recortado, al mismo tiempo, algo de espacio con los primeros, lo que le permite afrontar el presente con cierto desahogo. La tabla le muestra hoy a seis puntos del Barcelona B, que marca la línea de descenso. Más allá, los tres últimos clasificados (Lorca, Córdoba y Sevilla Atlético) se sitúan 11 puntos por debajo, posición y puntuación que inclina a pensar que serán los primeros desahuciados. Da la impresión de que alguno caerá mucho antes de que concluya la competición.

En definitiva, hay colchón de nuevo para no apurarse. Se puede volver a pensar que el fútbol presenta oportunidades inmediatas. Natxo González habló antes de la última victoria de su proyecto de dos años. O de uno, que así lo matizó, si hay opciones de regresar a Primera este mismo verano. Le falta encontrar el punto de inflexión al que tanto se ha referido el técnico en los últimos meses. No lo ha hallado de momento, siempre marcado por sus bandazos, por la bisoñez de su equipo, por esa irregularidad que le impide enlazar una racha de victorias suficiente. El calendario le abre ahora la posibilidad de dar un giro a la temporada. Llegarán después rivales más amables (Córdoba y Alcorcón), pero lo primero es el viernes.

En Los Cármenes puede hallar ese tesoro tan buscado por el Real Zaragoza. Nadie duda de que el poderoso Granada, con músculo económico en los despachos y talento indiscutible en el césped, estará al final peleando por regresar a Primera. Pues bien, ese equipo con un futuro aparentemente indiscutible, podría quedar a solo 4 puntos en la clasificación si el conjunto aragonés es capaz de batirle en su estadio.

Hace apenas cuatro días, el Zaragoza estaba situado a 10 puntos del cuadro de Oltra. La distancia se recortó el último fin de semana en tres puntos y le ha dejado ante la posibilidad de ponerse a tiro de dos partidos. Cristian Álvarez, uno de los futbolistas más experimentados de la plantilla, también admitió que en el vestuario no se ha descartado el ascenso. «A principio de temporada teníamos el objetivo de meternos entre los seis primeros y pelear un ascenso. Eso todavía está en nuestra mente, en nuestra esperanza. Debemos ser realistas, estamos en una situación en la que tenemos que sacar puntos de manera urgente para poder, en unos partidos, alimentar otra vez esa ilusión de pelear arriba y poder ascender».

No quiere decir esta posibilidad que el Zaragoza se haya colocado en disposición de pelear por su exigible objetivo sumando una mínima victoria en casa. Significa, sin embargo, que en el terreno de juego andaluz puede activar ese resorte sobre el que disparar sus ilusiones de una realidad más común.

Si se habla de ascenso, se diría que este viernes pasa el último tren. El Zaragoza necesita cogerlo en Granada, lo que le dará derecho a moverse en otro contexto, acomodado al menos para el largo trayecto en un vagón con calefacción, sin tantos aprietos ni turbaciones. Las preocupaciones son otras cuando los retos son de color, ni grises ni oscuros. Más allá, el equipo de Natxo González podría entender que, con el último giro táctico, ha hallado el camino que marca su realidad.

Habría poco que celebrar de momento, es cierto. Debería ratificarse luego ganando al Córdoba, más tarde a muchos otros. No habrá ningún objetivo logrado con una victoria este viernes, pero en Los Cármenes se puede poner el contrapunto a esta temporada. O se escapa el tren.