Cometió tales dislates Diogo Verdasca en sus primeros partidos con el Real Zaragoza, por no hablar de los bolos de la pretemporada, que a más de uno se le cortó el hipo. En Córdoba, en Lugo, en Oviedo... Prácticamente en cualquier desplazamiento dejaba despistes, equivocaciones, descuidos varios, ya fuera con el balón o en su comportamiento. Las lesiones de unos y la desconfianza de Natxo González en otros como Zalaya le aclararon el camino, sin embargo, en sus primeras semanas en el conjunto aragonés, donde fue un futbolista casi fijo en el centro de la defensa. De hecho, entre la tercera jornada y la vigésimo quinta solo estuvo desaparecido tres veces, exactamente el número de partidos que se perdió por sanción.

En los 23 partidos que ha disputado con el Zaragoza, todos como titular, el central protugués ha visto diez tarjetas amarillas y una roja, lo que le ha supuesto cuatro partidos de sanción. Faltó por primera vez la jornada 15 en Almería (3-0) tras ver su quinta amonestación una jornada antes frente al Rayo. Después se perdió las visitas a Almería (0-0) y Valladolid (3-2). Es decir, el equipo aragonés no consiguió ganar las veces que Verdasca estuvo ausente por sanción.

Antes de faltar el domingo en Vallecas tras ver su décima amarilla de la temporada frente al Huesca, Natxo González le invitó a pasar unas semanas por la grada y el banquillo. El central intocable desapareció del equipo inicial después del 2-0 ante el Lugo en La Romareda y no volvió hasta siete semanas después en León, una vez que el Sevilla había acabado en La Romareda con la tremenda racha de cinco victorias consecutivas en la Liga. Pero ese día pinchó Perone, el hombre que le había apartado del once inicial, y el técnico lo rescató para el duelo en el Reino de León, donde el defensor luso apareció mejorado. Creció incluso el pasado sábado ante el Huesca, cuando no se le apreció ningún desliz más allá de esa amarilla por sacar el codo que le impedirá jugar en Vallecas.

Verdasca asomó ayer en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva con humildad, consciente, al menos en el desarrollo de su discurso, de la importancia de ese toque de atención. «Me ha servido para crecer como persona y como jugador. Me ha tocado ir a la grada y trabajar. He trabajado bien, he vuelto y creo que he estado bien. Lo importante es no bajar los brazos porque con el trabajao recoges los frutos de volver a jugar», explicó ayer el portugués, que ha sido titular en diez de las doce veces que el Real Zaragoza ha conseguido mantener la portería a cero esta temporada.

Parece algo cambiado Verdasca, el central distinto de esta plantilla, como bien explicó hace cuatro días Natxo González. «Es más rápido, mejor en la salida de balón...». Sonó raro esto último, sobre todo porque el luso se ha metido en más de un lío precisamente con la pelota en los pies. No pasó ante el Huesca, el día que entendió que La Romareda es otra cosa: «La recepción de la afición fue magnífica. Me encantó a mí, a todos. Me había imaginado cómo podía ser, pero superó mis expectativas», dijo el central, que anunció que no hay techo: «En la vida hay sueños y es lo que tenemos en nuestra cabeza».