La Segunda División tiene unos parámetros especiales para los equipos que se postulan al ascenso directo. El principal, la construcción de un poderoso armazón defensivo, muy por encima de contar con un artillero contrastado. Si se disponen de ambos o surge el goleador asiduo a lo largo de la temporada, encantados de la vida, pero prima sobre todas las cosas esa muralla colectiva que implica al grueso de los futbolistas ocupen el puesto que ocupen en el campo. El Real Zaragoza estuvo a poco más de cinco minutos de subir la temporada pasada. Partió de la sexta plaza para luchar en la promoción y acarició el regreso a la élite. Sus 58 goles en contra en el campeonato regular le habían penalizado con dureza y solo el formato de la competición le concedió una oportunidad que estuvo muy cerca de aprovechar. Esa sangría, sin embargo, deberá de esquivarla durante el próximo curso ya no solo para meterse entre los dos primeros, sino incluso para acceder a los playoffs.

Martín González busca delanteros, es su máxima prioridad y la de la plantilla. La leyenda urbana habla de que lo ideal es disponer de un depredador que asegure 20 goles. Ewerthon, el máximo realizador en la historia del cub, logró 28 para impulsar al Real Zaragoza a Primera en el curso 2008-2009. Con un buen promedio de tantos en su carrera para ser un llegador, el brasileño explotó en su regreso al Real Zaragoza con números de curtido ariete. En el anterior exilio por Segunda, el conjunto aragonés tuvo como pichichi a Yordi con 15 dianas. Y los 22 de Borja Bastón, solo superado por Rubén Castro y Araujo, fueron insuficientes la pasada campaña.

No existe una relación directa entre el ascenso por la vía rápida con tener un realizador brillante. De los 47 clubs que han dado el salto a Primera sin promoción de por medio desde que la Segunda se disputa con 22 equipos (1997-1998), solo 10 futbolistas han marcado 20 o más goles como guinda a esos éxitos: Gluscevic (24, Extremadura), Catanha (26, Málaga), Diego Alonso (22, Atlético), Perera (22, Albacete), Uche (20, Recreativo), Ewerthon (28, Real Zaragoza), Alfaro (20, Tenerife), Rubén Castro (27, Betis), Armenteros (20, Rayo), Iago Aspas (23, Celta) y Rubén Castro (32, Betis). Hay casos suficientes como para desmontar la teoría de que un killer es fundamental en este tipo de proyectos por lo general modestos.

El ejercicico anterior el Sporting se hizo con la segunda plaza y su gran goleador fue Guerrero, con una decena de tantos. Los ejemplos se acumulan y entre ellos destaca cómo el Numancia conquistó el campeonato de la 2007-2008 con Brit como rey del área con 9 goles. En este periodo hay una cantidad notable de jugadores que han sido máximos artilleros de equipos ascensores con menos de 15 balas en sus cartucheras: Eloy Jiménez 13, Las Palmas), Ivan Rosado (11, Osasuna), Bodipo (11, Racing), Karanka (13, Murcia), Reggi (12, Levante), Pineda (11, Numancia), Sesma (13, Cádiz), Canobbio y Jandro (12, Celta), Irurzun (11, Nástic), Michel (12, Almería), Iván Alonso (14, Murcia), Antonio Hidalgo (14, Málaga), Kike Mateo (12, Sporting), Carlos Bueno (12, Real Sociedad), Dănciulescu (10, Hércules), Rubén (13, Levante), Lassad y Riki (14, Deportivo), Coro (12, Elche), Uche (14, Villarreal), Jota Peleteiro (11, Eibar) y Borja Bastón (10, Deportivo)...

La afición suspira por su delantero fetiche, por un francotirador infalible. Aunque el deseo es legítimo y mucho más en un Real Zaragoza que a lo largo de su vida se ha caracterizado por lucir nueves de auténtico lujo, la Segunda es una categoría que exige cerrar la puerta a cal y canto. Luego ya llegarán los fuegos artificiales, que no suelen ser muchos ni coloridos. El conjunto aragonés ha fichado a Manu Herrea, un portero con kilometraje; Isaac, un defensor polivalente; Marc Bertran, un lateral de toda la vida; Diamanka, centrocampistas de pulmones anchos y Wilk, mediocentro de piñón fijo. Sabe lo que se hace a la espera, como es lógico para equilibrar la plantilla, de aumentar sus efectivos ofensivos en número y la mayor calidad posible.

Los goles hay que evitarlos. Es un patrón antipático para el espectador pero ineludible para aproximarse lo máximo posible al éxito total. 31 de esos 47 clubs que han dado el salto a Primera de forma directa en las últimas 18 temporadas han encajdo 40 o menos tantos. Un Pichichi desmelenado viste mucho pero no asegura nada o muy poco. La máxima, según dicta la historia, los números y los medios disponibles, es defender, protegerse, distinguirse por no cometer fallos en zonas de compromiso. Una religión que necesita más sacerdotes de campo que dioses en el altar.