Algo pasó ahí dentro para que Natxo González liquidara a Jorge Pombo durante varias jornadas. El técnico lo había elegido como indudable titular durante la pretemporada y lo incluyó en las dos primeras jornadas en el once inicial, aunque en ninguna de las dos apariciones terminó el partido. Solo sería titular en una ocasión más, en la desgracia final de Lugo. Entre el antes y el después pasó por algún papel residual para acabar por ser sobrante. Vivió en la grada largas jornadas, de tal manera que, entre la sexta y la duodécima jornada, solo tuvo minutos un rato ante el Osasuna. Su fútbol se había quedado en el dulce verano y el técnico fue dando paso a otros conforme el zaragozano bajaba escalones en la plantilla. Llegó a desaparecer antes de la noche de Huesca, donde agitó un rato al Zaragoza desde que saltó al campo en el minuto 80. Se movió entre líneas y provocó la falta que acabaría en el gol de Zapater, casi el único bagaje de su equipo en la segunda parte.

Allí se pudo intuir que Pombo había boqueado pero sin llegar a desaparecer. Puso electricidad, genio y regate en El Alcoraz. Sin estridencias, claro. Diez minutillos dan para lo que dan. Algo vio también su entrenador, que repitió con él en la convocatoria de la siguiente jornada ante el Rayo. Los diez minutos se convirtieron en media hora que Pombo aprovechó para ganar el partido. Quedará el gol sobre todo, el primero de esta temporada en la Liga, pero su aparición fue muy buena para un equipo superado en el campo. El aragonés puso naturalidad y talento desde la banda hasta que encontró la jugada del gol. Robó un balón en tres cuartos, jugó con Borja Iglesias -«Es una máquina», asegura- y aceleró hacia el área para terminar con dos problemas de golpe, el individual y el del Zaragoza. «El gol fue un alivio para mí por mi situación, no estaba del todo cómodo. Pero fue más importante que sirviera para romper la racha de partidos sin ganar».

No hay otro Pombo en el Zaragoza, ni comparable. Repetía Láinez que es el jugador más parecido a Cani salido de la Ciudad Deportiva. Precisa el entrenador tenerlo enchufado. Necesitará el equipo su soltura, su capacidad para romper desde la banda, ese tremendo poderío físico que guarda en un cuerpo aparentemente rechoncho... y el gol. Pombo tiene disparo, tiene llegada, tiene colmillo. Le hace falta al Zaragoza, que no termina de cerrar su plan defensivo. «Ellos tuvieron ocasiones, pero nosotros fuimos más eficaces. Si ganamos... como si nos meten 20 goles. Lo importante es marcar uno más siempre».

Pombo bajó el perfil de sus exigencias al hablar de la mala situación que ha pasado en las últimas semanas. «Estoy aquí para aportar y para lo que diga el míster. El otro día, por ejemplo, pude aportar el gol de la victoria. Todo el mundo sabe para qué está en el equipo y lo que hay que hacer siempre es aportar», manifestó el aragonés, que admitió su natural disgusto: «A todo el mundo le fastidia no jugar o no entrar en la convocatoria, pero son decisiones de Natxo. No iba convocado, pero trabajaba día a día y han llegado sus frutos. Nadie tiene el puesto asegurado», concluyó el aragonés para el que marcar un gol fue un alivio. Para el Zaragoza, además, será un desahogo.