Dice una de las definiciones de destino que es un encadenamiento de los sucesos considerado como necesario o fatal. Es caprichoso, unas veces para bien y otras para mal. En este caso, mejor obviar lo de fatal. La historia del Real Zaragoza está llena de jugadores con clase, finos estilistas y genios con el balón. Alberto Soro es el último de esa larga lista (e inagotable, afortunadamente) de futbolistas con ese don especial para levantar al público de La Romareda, siempre y cuando su prometedora proyección no se quede en agua de borrajas.

Siempre se busca a los herederos. Lo ideal es que haya varios, así se beneficiará el equipo, pero tras el tanto del sábado de Soro en el Carlos Tartiere, un nombre viene a la mente inevitablemente: Rubén Gracia. Un tal Cani que tantas veces hizo vibrar a la afición del Real Zaragoza y se que después triunfó por España.

Era un 23 de marzo del 2003, matinal de domingo. Cani había debutado en Primera al final de la temporada anterior en la última jornada ante el Barcelona, con el equipo ya descendido y con el dorsal 29. El mismo que Soro. Recordado es su caño a Reiziger. Ya se intuía de lo que era capaz y tenía una campaña en Segunda para demostrarlo. Le costó arrancar, pero poca duda había de que respondería.

No fueron agradables los pitos que se llevó en ciertos compases de la campaña. Hasta que llegó el Tartiere. Aquel partido prácticamente lo ganó él solo. Sentó a dos rivales al cuarto de hora con un recorte de mago y batió por bajo y cruzado a Jonathan López. Era el 0-1. Venía el equipo en mala racha y Cani lo levantó. Ahí arrancó la última reacción antes de lograr el ascenso.

No es comparable en muchos aspectos. Soro ha irrumpido con mucha fuerza en la pretemporada en un caso que recuerda más al del también ejeano Zapater, aunque sin tanto protagonismo. Campeón de España sub-18 con Aragón siendo juvenil y salto al primer equipo sin pasar por el filial. No han sido ni una ni dos veces en las que tanto Lalo Arantegui como Imanol Idiakez han pedido prudencia para no convertir a Soro en un juguete roto. Mismamente, el técnico vasco volvió a recalcarlo en la sala de prensa del Carlos Tartiere. Pero ahí están sus números y sus sensaciones.

Anotó cuatro goles en pretemporada y sorprendió su madurez y desparpajo para tener solo 19 años. Ante el Rayo Majadahonda se quedó sin jugar; contra el Reus salió cinco minutos, suficiente para meterle una marcha más al Real Zaragoza; y contra Las Palmas volvió a salir, aunque lució menos por jugar en punta. En Oviedo no participó mucho, pero tras el rechace de Alfonso Herrero logró su primer gol con la camiseta del Real Zaragoza, en el mismo escenario en el que 15 años atrás hizo lo propio Cani. Cosas del destino.