El Zaragoza le ha puesto música al playoff. No hay quien se resista a retemblar viendo el vídeo con el que Monco Bailey, que así se hace llamar, ha reventado las redes zaragocistas. Una amalgama de imágenes pasadas y presentes se extienden durante 4 minutos del montaje videográfico titulado ‘No estáis solos’. De fondo, suena atronadora la música de Ruelle y su Carry You, una canción que, situada en esa atmósfera visual, suena a himno, tal cual. «¿Hay alguien ahí fuera?», se pregunta la voz estadounidense, mientras van cruzándose imágenes de la afición con Borja, Zapater, Cristian y compañía. «No estás solo, he estado aquí todo el tiempo cantándote una canción», dice la letra, que se agita con el sonido de un recibimiento zaragocista en La Romareda. Resuena el ‘Volveremos..’ y cualquiera se cree, durante esos segundos en los que se relame viendo a Milosevic, Rubén Sosa, Milito o Villa, que su Zaragoza es indestructible, que esta vez sí, que ya no hay quien pare la vuelta del león a Primera. Cuando bajan las pulsaciones, se trata solo de contar. Cuatro partidos, cuatro. Hoy se juega el primero, en Soria (20.30 horas, Movistar Partidazo), ante el Numancia que acribilló Pombo recién hace tres meses.

Esa tarde jugó un partidazo el Zaragoza en Los Pajaritos. Ganó 1-2, derrochó su mejor fútbol, creyó de verdad que podría llegar hasta la orilla. Aquí está, en el límite de su verdad, esperando que el fútbol le devuelva lo que otros le robaron hace un quinquenio. Ha purgado sus pecados, entiende el zaragocismo, que nunca habría concebido que la condena se extendiese a través de un amargo desierto de cinco años, una eternidad en este fútbol del que hace días se apropiaron la televisión y sus millones. Es bien otro el Zaragoza, de viejo espíritu en el combate, rescatado por la fuerza de su león, ese que ha estado todo el tiempo cantándole una canción.

«Sí, merezco una primavera, y no le debo nada a nadie», decía Virginia Woolf. En ese momento se siente hoy este Zaragoza que se despereza de su largo invierno en el infierno. Es fuerte en el campo, se siente indestructible en la grada. Esos rostros llenos de esperanza, esas gradas en las que ya no se encuentran miradas vacías, simbolizan la ceremonia de la ilusión que viene. «Es la hora», gritan fuera. Lo saben dentro también, aunque no lo expresen igual.

Ayer no sonaba Ruelle en la Ciudad Deportiva. Se escuchaba bien fuerte desde el vestuario Sevilla tiene un color especial que dejó a más de uno pensativo. Después llegó el Bamboleo de los Gipsy Kings y otras rumbas. No hay que buscarle explicación. Era la alegría llegada desde el otro lado del muro de los vestuarios. Se oían palmas y alguno que otro se atrevía a cantar… o a berrear. Pura felicidad.

No le podrían echar esta vez la culpa de la selección musical a Pombo, uno de los dj’s de la plantilla. El zaragozano estaba a unos 50 metros, sentado en el césped junto a Borja Iglesias, Buff y Papu. Los cuatro artistas estaban a otra canción, la de Oliver Martínez, el psicólogo del Zaragoza, al que escuchaban atentamente. No pareció casual su elección, claro, pensando en quiénes eran. Se respiraba paz en esa zona, justo entre los hombres que deben agitar el fútbol del Real Zaragoza en la promoción de ascenso.

Unos segundos después llegaba Natxo González para poner el fútbol en prosa y cantar las verdades del entrenador: «Hay que marcar gol. Como vengamos con un 2-0 en contra, ya puede estar La Romareda o lo que queramos, que será muy difícil», dijo el técnico, que incidió en partir la eliminatoria en dos. Se trata, al cabo, de que el Zaragoza salga a ganar en Soria, que demuestre por qué es superior.

La música del favoritismo molesta en Soria, aturde, quizá con razón. «Es verdad que vamos de víctimas. Lo dicen los entendidos, las casas de apuestas, etcétera. Hasta Tebas ha dicho que el Zaragoza es favorito...», manifestó el técnico local, Jagoba Arrasate, que recalcó que «lo tienen que demostrar en el campo» y se agarró a la magia de los playoffs para explicar por qué cree en su equipo. No piensa hoy en hechizos ni ilusionismos el Zaragoza. Sabe que es superior y quiere imponer la verdad de su mejor fútbol mientras afuera, cansados de morir, le cantan otra canción, esta de Orozco: ‘Devuélveme la vida’. Es la cuestión capital: renacer. Quedan cuatro días, cuatro. El primero, hoy en Soria.