1-La lectura del esquema

Palabra por palabra, punto por punto, párrafo a párrafo. Desde el minuto uno, el Real Zaragoza ha sabido no solo leer con detalle el guion diseñado por el capitán del barco Natxo González sino que ha cuajado una de las interpretaciones más sobresalientes desde hace varias campañas. El determinismo y el corazón depositado por todos y cada uno de los jugadores han servido para noquear a un Huesca que se ha visto perdido ante la total seguridad del conjunto blanquillo.

2- Un inicio con intensidad

En este libro estaba apuntado salir a por todos, siempre con el rigor futbolístico por bandera. Así lo exigía la afición y de este modo se ha efectuado. El juego táctico desplegado en estos primeros compases se dejó ver en una doble ocasión, primero de Borja y más tarde de Pombo, estrellando este último el esférico en poste. Por su parte, el Huesca parecía totalmente perdido ante el empuje y dominio zaragocista.

3- Un despliegue físico admirable

La asimilación y puesta en marcha de esta interpretación diseñada para el derbi aragonés requería de un despligue físico más que notable. Lejos de amedrentarse, el Real Zaragoza no solo cumplió con la exigencia marcada, sino que la bombona de oxígeno que brindaba la afición desde la grada fue gastada hasta dar el último aliento. Las subidas y bajadas, como si de correcaminos se trataran, han mutilado por completo la velocidad y el desborde característico de la S.D Huesca. Los jugadores han acabado literalmente muertos bajo la lluvia que caía bajo sus cuerpos, pero son esos kilómetros recorridos y esas caras de esfuerzo con recompensa los que han supuesto que el cielo ennegrecido que teñía la capital aragonesa mostrara algún reflejo azul.

4- El muro Mikel González

La zaga del Real Zaragoza había sufrido una reinterpretación. Con Grippo sancionado, un puesto en el centro de la defensa estaba vacante y fue Mikel González el escogido para construir el muro de contención en detrimento de Perone y con el acompañamiento de Verdasca. La exigencia no se ha convertido en un hándicap para el vasco, más bien ha sido el despegue de un rigor y seguridad en el campo intachables. De cabeza o con los pies, el 24 ha sido un auténtico dolor de muelas para un Cucho Hernández completamente noqueado.

5- Lasure, una pesadilla para Chimy Ávila

La juventud no está reñida con el buen quehacer futbolístico. De esto bien sabe Daniel Lasure que, una vez más, ha demostrado por qué partido tras partido es uno de los 11 indiscutibles del técnico vitoriano. Al igual que Mikel, su poderío se ha hecho notar en su gran seguridad en defensa, impidiendo que cualquier intento de internada por parte de Chimy Ávila se transformara en una ocasión de peligro. A esa determinación defensiva que ha imprimido al derbi se ha sumado su carácter constructor y su visión de juego, que han hecho que el fútbolpor banda se articulara con solvencia.

6- Zapater, la cabeza pensante

En ocasiones parecía que estaba desaparecido, pero era en los momentos en los que el Real Zaragoza tenía que poner en marcha el engranaje de darle al encuentro una marcha más cuando la veteranía de Zapater salía a relucir. Hizo de sostén en los compases en los que el club blanquillo estaba atravesando ligeros momentos de crisis ante el avance de los oscenses, pero también fue, junto a Eguaras, el cerebro para que las salidas a la contra llegaran a buen puerto.

7- La fe de Javi Ros

Después de cosechar una notable actuación frente a la Cultural Leonesa, Natxo González volvía mostrar un once en el que figuraba el nombre de Javi Ros. El escenario no podía ser más idílico para el regreso a la alineación titular del 10 zaragocista. Y así, con todo a favor, la diosa fortuna quiso que fuera el quien hiciera el único gol del partido. El tanto del derbi, el chicharro a base de insistencia y corazón que hizo vibrar a una grada zaragocista para la que el sueño de ascender a Primera División se está haciendo cada vez más real.

8- El acierto en los cambios

La semicongestión que el Real Zaragoza vivió durante los primeros minutos de la segunda mitad necesitaba de un cambio de roles. De este modo, Natxo apostó por Guti, Papu y Toquero retirando a Javi Ros, Pombo y Febas. Con este nuevo engranaje, la máquina zaragocista volvió a producir en masa, siendo el canterano con su visión de juego y calidad con el balón entre las piernas, el georgiano con sus desbordes y el vitoriano con su garra, en perfecta asociación con Borja Iglesias, el edulcorante perfecto para un fútbol de roturas por los flancos, pero también encajado a la perfección en la medular.

9- El poderío de Borja Iglesias

El broche de oro lo puso, como viene siendo habitual, un Borja Iglesias que sigue haciendo de su contención del juego y protección del balón el arma para sea señalado con todas las de la ley como un 9 de raza. El gallego dispuso de más de una ocasión para ampliar su casillero personal, pero en la más clara que tuvo fue la rapidez de Pulido la que impidió el tanto del aclamado Panda.

10- La afición

La Romareda se hacía pequeña para todo el sentimiento zaragocista que llenaba el que hoy era el templo del fútbol aragonés. Dentro y fuera, la afición del Real Zaragoza llevó impreso en su bandera historia, raza y coraje. Una hinchada de Primera División que con su calor y apoyo se ha convertido, una vez más, en ese jugador número 12 sobre el césped.