1- Un inicio prometedor

El Real Zaragoza salió al campo con las miras puestas en una victoria que demandaba la afición ante un Almería que tan solo buscaba que el reloj corriera rápido. Así, el conjunto dirigido por Natxo González mostró en los primeros momentos síntomas de solidez con el gol anulado a Borja Iglesias ante una buen balón botado en la línea de córner por Eguaras y la jugada de laboratorio, a saque de falta, que recoge de nuevo un Pandapara encontrarse de bruces con el cuerpo de Remé. No obstante, esta antesala no se mantuvo a lo largo de los noventa minutos, donde el Real Zaragoza volvió a mostrar en algunos lances un fútbol congestionado.

2- La pegada

La eficacia de cara a portería y el carácter que sobresale en el escudo fueron las notas más positivas de un juego algo falto de chispa. El portero del Almería tuvo que emplearse a fondo ante el desborde que hoy ha sacado a relucir un Papu, al que le ha salido todo. Sumado a ello, la bota de oro de Borja Iglesias, quien ya suma su decimoséptimo gol en Liga, también hizo imposible que el luminoso solo se moviera a lo largo de los noventa minutos a favor de los zaragocistas.

3- Zapater, cumplidor

Cada vez que sale del césped, el estadio de La Romareda corea su nombre, sea cual sea el papel desempeñado en el escenario. Esta vez, el veterano capitán volvió a ejercer de maestro de ceremonias con el acompañamiento de Eguaras y de Guti en el centro del campo, siendo constructor del juego a la vez que destructor de las internadas almerienses cuando el guion lo requería. La experiencia es la madre de la ciencia y el ejeano sabe mutar de piel dependiendo de la dinámica del encuentro.

4- La fortaleza de Mikel

El vasco llegaba a La Romareda con idas y venidas. Su buena actuación frente al Huesca quedó ensombrecida con su error en Vallecas. No obstante, el 24 sabía a lo que se enfrentaba para volver a sentir el calor de la afición y, con la ausencia de Grippo, de nuevo se enfundó el esmoquin y ejerció de director de orquesta en la línea defensiva. Su solidez y eficacia en los cortes, a los que ha sabido imprimir carácter, ha valido para que las tímidas contras del Almería quedaran relegadas a un segundo plano.

5- Benito y Lasure, los incansables

Como viene siendo habitual, los pulmones del Real Zaragoza recalan en Lasure y Alberto Benito. En los primeros compases la mayoría de los balones se dirigían a un canterano que intentaba meter ese centro que conectara con la cabeza o los pies de Borja Iglesias. Sus constantes subidas y bajadas, como si se deslizara en un máquina transportadora, también se vieron en un Alberto Benito al que todavía le sobraba aliento para en los compases últimos llegar hasta la línea del córner.

6- El día soñado de Papu

Ya lo decía Natxo González en la rueda de prensa de ayer: “Es el momento del Papu”. El georgiano interiorizó esas palabras del capitán del barco a la perfección y salió como titular al césped con una motivación casi sobrehumana. Su omnipresencia, trabajando en tareas ofensiva e inventándose jugadas de desborde en las que sorteaba con finura a todo aquel que se encontrara a su paso, tuvieron su premio con un gol fruto también del trabajo colaborativo. Así, después de poner el edulcorante a un partido amargo de la disciplina blanquilla en Vallecas, Papu se está posicionando como un seguro en esta escalada ardua.

7- El atasco en la segunda mitad

En la primera mitad ya se empezó a ver algún resquicio de falta de fútbol, pero fue después del gol de Papunashvili cuando el Real Zaragoza mostró su peor versión, esa en la que se espera que el reloj corra más rápido de la cuenta y que no se cometa ningún error de principiante para que las cosas se queden como en ese momento. No obstante, el Real Zaragoza tuvo la fortuna de su parte ya que el Almería, al que un 0-0 le venía de perlas en un campo que se le antojaba complicado, también firmaba el 1-0.

8- Borja Iglesias, el desatascador

Ese atasco en un juego soso y embotellado del Real Zaragoza necesitaba de un Borja Iglesias que ejerciera de desatascador. El gallego atendió a las plegarias y en la más clara que tuvo no falló. Como es ya característico, el panda corrió, recogió el balón y se lo puso de espaldas ante la presión de Joaquín. El momento mágico llegaba y perfilado, metió hombro para zafarse del defensa andaluz y colocar el balón en el palo contrario. Un gol made in Borja Iglesias que ya es una marca distintiva de las líneas ofensivas zaragocistas.

9- El poco aporte de los cambios

La escasa claridad en el juego, especialmente en los pases definitivos, se tenía que resolver aportando aires nuevos. Parecía que Natxo lo tenía apuntado en la libreta y en el ecuador de la segunda mitad daba entrada a Febas por el triunfador Papu y a Toquero por un desaparecido Pombo. Los nuevos jugadores poco aportaron a un Real Zaragoza que necesitaba de una reconstrucción. El catalán no estuvo a la altura del gran legado dejado por el georgiano y el vitoriano tampoco tuvo su día más lúcido. El resultado: fueron los que estaban ya sobre el césped los que tuvieron que ahuyentar a los fantasmas que planeaban sobre el soleado cielo de Zaragoza.

10- La afición, una vez más

El tiempo veraniego invitaba a disfrutar de una tarde de fútbol y los aficionados zaragocistas se presentaron puntuales a la cita. Fuera del estadio aportaron ese aliento extra que se necesita para que la motivación y el positivismo reinen dentro del templo. En su interior, son los cánticos y demás signos de entusiasmo los que sirven para que esa esa línea gruesa impresa en el actual fútbol zaragocista adquiera un aspecto profesional, propia de un equipo que sueña con la Liga Santander.