Solo dos cambios de jugadores (Erik Morán por Wilk, sancionado, y Diamanka por Aria) hizo Popovic en Lugo por los tres novedades que presentó el once zaragocista ante Osasuna (Aria, Hinestroza y Vallejo) y, sin embargo, el retoque del equipo y la mejoría fueron reales y efectivos. El Zaragoza, con la novedad en el dibujo, con el 4-1-4-1, ocupó mejor los espacios en el medio y sufrió menos con el balón. Donde antes vivía un agujero negro, en la sala de máquinas, y era superado por los rivales, por el Leganés, por el Córdoba o por Osasuna, esta vez ofreció espíritu competitivo y orden, intensidad y despliegue, al menos hasta el tramo final del partido.

¿Por qué Popovic esperó tanto, a que la crisis se hiciera tan honda, para buscar una solución? Tuvo que ser en la semana de la ayuda táctica anunciada por el consejero Rodrigo y que causó la airada reacción de Martín González cuando el entrenador serbio moviera piezas en el esquema, buscara un cambio que mejoró la faz del equipo. Diamanka, que no había jugado ni un minuto, y Erik Morán, que no había sido titular, son dos jugadores muy del perfil de lo que entiende el director deportivo como necesarios para ser competitivos en la categoría. El equipo notó su presencia en el medio, la del vasco como ancla y la del senegalés junto a Dorca para que este por fin viviera un poco mejor tras varios partidos nefastos.

La presión más adelantada, con la defensa más arriba, con el equipo más junto y más solidario y con un despliegue físico que acabó por pasar factura fueron otras mejoras que se vieron en el Anxo Carro en un partido que dejó claro que Diamanka merecía los minutos que no ha tenido y que sí ha disfrutado Aria, ya que el senegalés apareció por muchas zonas y dio más intensidad a la presión. En Diamanka habita un jugador muy válido para la categoría, muy aprovechable. De Aria, de momento, no se puede decir lo mismo ni de lejos.

Erik Morán por su parte jugó en su puesto, en donde lo hacía en el Leganés, de enlace entre la defensa y la parte ofensiva. Abarca campo y es un jugador con orden táctico y de aseada salida. No brillante, pero sí aseada. Perdió fuelle también con el paso de los minutos, pero dejó constancia de que ahí puede aportar mucho y que el retorno de Wilk ante el Alavés no debería significar que él perdiera su puesto. También dio más que los últimos partidos del polaco, que no merece quitarle el puesto.

Dos cambios de nombres solo, una disposición distinta, un equipo más ordenado, más sobrio, el Zaragoza ofreció, por fin, soluciones a su crisis de juego, aunque no acabara con la de resultados. Y fueron efectivas para mejorar la faz, aunque indiscutiblemente llegaron de forma tardía.