El líder, con permiso del Osasuna, llega a La Romareda sin ínfulas, casi disfrazado de cordero. Dice su entrenador, Jagoba Arrasate, que el Numancia debe ser cauto, no pensar en el qué será. También explica que el Zaragoza es un enemigo bien temible, «que juega muy bien al fútbol, que tiene a uno de los mejores delanteros de la categoría, que hace muchas cosas bien…». Pero no gana. ¿Por qué? «Es un misterio», según el técnico del equipo soriano, que busca su primera victoria de la temporada fuera de casa. No ha ganado aún lejos de Los Pajaritos, donde ha cimentado su explosivo comienzo con cuatro victorias. No hay quien discuta allí sus números, con 10 goles a favor y solo uno en contra. Se parece poco a su rival de hoy, que hace medio año que no sabe lo que es ganar ante su afición (1-0 al Mallorca en abril). De hecho, entrado el décimo mes del 2017, solo ha vencido una vez más en su feudo este año, precisamente ante el Numancia (3-0). Fue el 3 de marzo.

No huele a campeón ni a superfavorito el Numancia. Sí a un equipo que sabe cómo y cuándo tiene que hacer las cosas. Si bien no ha ganado fuera de casa aún, sí puntuó en dos de los estadios más difíciles de Segunda: en Cádiz (0-0) y en Vallecas (2-2), donde tuvo el coraje, además, de levantar un 2-0 en contra. En Zaragoza, claro está, no se saldrá del guion. La idea primera será dejarle el balón al equipo de Natxo González, deslucir sus virtudes, tratar de demolerlo en alguna contra. Es lo que hicieron, con diferentes matices y éxito, Granada y Alcorcón. Lo del Nástic, bien se sabe, fue otra historia.

Conocidas pues las capacidades del rival, al Zaragoza le toca encender la traca del fútbol. A ver si explota. Es una necesidad la victoria, admite su entrenador, que sabe que de la buena imagen no se puede vivir. Es lo que mantiene al equipo aragonés hoy en día, esos minutos en los que inunda el fútbol de color. Fue un tornasol la segunda parte del Tartiere, de donde salió con un punto de fe redoblada. Creen dentro, sueñan fuera, urge ganar. Hoy, el miércoles, el domingo; dos de tres; el primero por lo menos... Es casi una obligación la victoria para el bloque zaragocista, al que la clasificación podría tumbar definitivamente en caso de producirse otra ruidosa costalada.

No hay mucho que pensar en cuanto a la alineación. Natxo González repitió convocatoria y hoy insistirá en el último once. Le falta que su equipo se aplique en los detalles, en ataque para ganar, sobre todo en defensa. Bien difícil será que haya chupinazo si necesita dos o tres goles para ganar cualquier partido. Más complicado será que llegue la fiesta de la sensatez a La Romareda si reparte regalos con tal candidez. Ha encajado al menos un gol en los siete partidos disputados. Solo el Nástic, que tiene un partido pendiente por aquello del procés, es tan trémulo como el equipo aragonés en este apartado definitivo.

El proceso en Zaragoza es bien otro. No está tan verde. A Natxo le entienden mejor sus hombres, o eso dicen. Más parece que algunas de las piezas han mejorado el rendimiento, por cambio o por recambio. Cristian Álvarez ha dado otro aire a la portería, Mikel González es mejor central que los anteriores, Delmás es estupendo, Eguaras insinúa otro fútbol, Febas desvencija ahora las líneas también en desplazamiento, y Borja Iglesias se agranda aunque se le niegue el gol. Solo falta que alguien prenda el cohete y empiece la fiesta en casa. Pa’l Pilar sale lo mejor...