Unos 700 aficionados zaragocistas estarán el domingo en El Sadar para apoyar al Real Zaragoza si se confirman las previsiones de venta de entradas. Las 300 localidades que llegaron a la Federación de Peñas se agotaron el lunes por la mañana e incluso hay una lista de espera por si hay bajas en el desplazamiento organizado, en el que por 25 euros se podía adquirir el viaje y la entrada. El club aragonés puso ayer por la tarde a la venta otro paquete de 380 localidades que, en principio, parece que se agotarán, vista la celeridad con la que lo hicieron las primeras tras el triunfo en Córdoba. Ayer fueron despachadas más de 60, todas al precio único de 25 euros, y corresponden a la zona de afición visitante del estadio osasunista. Hoy se seguirán vendiendo en las oficinas del club desde las 9.00 horas.

No es un desplazamiento más el de Pamplona, bien es sabido, aunque en los últimos años había llegado incluso a desaparecer, ganada esta batalla por los violentos. El germen sembrado por los ultras a finales de los 80 convirtió a dos aficiones amigas en rivales irreconciliables. Se pasó de la hermandad de más de medio siglo al exceso y el exabrupto, que degeneró en miedo y deserción. En los últimos años, pocos zaragocistas viajan a Pamplona y menos osasunistas llegan a La Romareda. Los radicales golpearon la fiesta hace años.

José Vicente Casanova, presidente de la Federación de Peñas, da dos datos bien concretos para explicar hasta qué punto llegó el asunto: "El año pasado fuimos unas cien personas cuando se tuvo que repetir el partido por la nieve; hace dos no coincidimos en la categoría; y hace tres yo creo que acudiríamos unas veinte personas". Han cambiado, parece, las cosas. Se ha hecho un trabajo para normalizar la relación, por un lado. Por otro, el fútbol ha encendido la chispa del zaragocismo, al que le ha hecho falta poco para volver a ilusionarse, para volver a soñar.