Han transcurrido ya dos meses de competición y Bono todavía no ha jugado. El guiño que Víctor Muñoz hizo con Whalley en los últimos partidos del final de la temporada pasada se ha convertido en un firme voto de confianza en la presente. El canterano ha sido titular en todas las jornadas de Liga. Mientras, el marroquí aguarda su momento en el banquillo en una situación deportiva que sería convencional en la mayoría de los supuestos pero que, en realidad, tiene muchas particularidades.

El Atlético cedió a Bono con un objetivo único: mejorar su progresión acumulando minutos en un club de superior categoría al filial colchonero. Justamente lo que no está teniendo. Por el momento, la decisión deportiva de Víctor va en otro camino: elección de un hombre, buena respuesta de ese jugador salvo en alguna acción puntual y continuidad en el puesto por méritos contraídos.

Y, así, mientras todo ello sucede, el tiempo corre. La semana que viene empezará noviembre y enero, y la consiguiente apertura del mercado, estarán más cerca. Hasta entonces, la vida de los porteros del Real Zaragoza puede dar mil giros (un bajón en el rendimiento de Whalley, un cambio de criterio del entrenador, un ciclo de tarjetas...) o ninguno. Si nada ocurre y para enero Bono continúa sin jugar, el caso dará mucho que hablar. Si no se tensiona incluso antes.