En los últimos años ha emergido una nueva corriente de equipos que, pese a tener poca solera en el fútbol español, han conseguido escalar a lo más alto de la cima. Una excelente gestión dentro en la dirección, acompañada de decisiones sensatas en el plano deportivo, han propiciado que muchos clubs rompan su anonimato para zambullirse de lleno en la primera línea de este deporte. Eibar, Leganés o Girona son ejemplos recientes. Cada uno regido por unos patrones diferentes, pero todos unidos bajo la figura de su entrenador, sobre el que gira gran parte de la planificación.

Gaizka Garitano, Asier Garitano y Pablo Machín son los tres últimos orfebres que han creado obras de Primera. Lograron ascender a equipos que, hasta ese momento, jamás habían militado en la máxima categoría. Todos ellos alcanzaron esta gesta tras varios años de esfuerzo y crecimiento bajo una ideología de trabajo interiorizada dentro del club. El testigo que han dejado estos técnicos aún no tiene un relevo confirmado, pese a que haya varios candidatos: Álvaro Cervera en el Cádiz, José Luis Martí con el Tenerife y Jagoba Arrasate, la cabeza visible del Numancia.

El guipuzcoano, junto a su segundo Bittor Alkiza, cumple su tercera temporada seguida en Los Pajaritos y, tras lograr dos salvaciones con algo de holgura, están disfrutando de un inicio de temporada en lo más alto de la tabla. El Numancia de Jagoba Arrasate ha conseguido dar continuidad a la misma estructura de la temporada pasada, la cual solo ha tenido que ser reforzada con unas pocas piezas. Este aspecto facilita el crecimiento del equipo, ya que la mayoría de los jugadores tienen interiorizados los mecanismos del juego que propone el técnico vasco. Facilitando así la integración de las caras nuevas e impulsando las posibilidades de cosechar resultados favorables desde el principio. Su bloque se compone por una amplia dosis de veteranía, con Manu del Moral a la cabeza, y con la sabia nueva que aporta los jugadores más jóvenes, con la verticalidad de Pere Milla como principal estandarte ofensivo.

La mejor versión de su modelo de juego se está dando en Los Pajaritos, un territorio hasta ahora inexpugnable, donde lo han ganado todo. Sus prestaciones disminuyen lejos de su feudo, ya que la escuadra soriana solo ha vencido un choque en sus últimas doce salidas. Esa continuidad a una estructura suele tener recompensa en una categoría a veces un tanto injusta, pero que habitúa a recompensar a aquellos clubs que se guían bajo unos parámetros repletos de sensatez.

El equipo numantino llega a La Romareda en lo más alto, con permiso de Osasuna, algo que no sucedía desde las primeras jornadas de la campaña 2015-16, donde arrancaron con gran poderío tras vencer a Tenerife y Girona. Una circunstancia que vuelve a repetir Jagoba Arrasate, tras lograr catorce puntos de veintiuno posibles y armar un muro defensivo que solo ha recibido cuatro tantos en siete partidos. El avance de las jornadas dictaminará si el equipo rojillo estará listo para emular la gesta de Gonzalo Arconada en el 2008, tras lograr el último ascenso a Primera del conjunto castellano-leonés. El trabajo es el mayor aval para un Numancia que llega a La Romareda en una de las mejores situaciones deportivas de los últimos años.