—¿Cómo se puede explicar una transformación tan radical en cinco partidos?

—En el cambio de entrenador. Nos vino bien porque estábamos en una dinámica mala y César dio opciones a bastantes jugadores que antes no contábamos mucho. Nos está yendo bastante bien porque el míster nos está dando confianza a todos los jugadores, además.

—Han cambiado los resultados, pero también la mentalidad.

—César tiene una idea de juego que ha calado rápido en el equipo y lo estamos demostrando en el campo. También nos vemos más alegres a la hora de afrontar los partidos. Nos ha transmitido mucha confianza, pero el día del Elche nos salió bastante bien y el equipo salió muy reforzado gracias a ese resultado y a la gran primera parte que hicimos allí.

—¿Cómo se le puede explicar a la gente el cambio con Láinez?

—El cambio está en la confianza y la alegría. Se nota otro ambiente entrenando, otra cosa.

—¿Y el sistema de juego?

—Sí, con Raúl era diferente, pero no me gusta hablar de eso. Cada entrenador tiene sus ideas. Las ideas de Láinez se parecen más a las de Milla o a las de Lluís Carreras. Son entrenadores que quieren tener el balón y se basan en las llegadas por banda, pero siempre desde la pelota.

—Esa confianza se transmitió, por ejemplo, en Anduva, donde al equipo también se le hizo largo el partido pero aguantó los últimos minutos sin permitir peligro del Mirandés.

—Sabíamos que su juego se basaba en las segundas jugadas. En la primera parte no les dimos opción de nada y en la segunda nos pusieron centros laterales, pero no se notó un peligro constante del otro equipo.

—¿Se parece en algo el Getafe al Mirandés?

—Si está Bordalás, ya sabemos cómo es, guerrillero como él. Pero también tienen mucha calidad, futbolistas que han jugado en Primera. Es decir, no le hace falta incidir solo en las segundas jugadas porque tienen bastante talento por dentro para hacer daño.

—También tienen la capacidad de enfriar los partidos cunado le interesa, casi congelarlos para que no se juegue ni un minuto más.

—Si se ponen por delante, son expertos en esas cosas, pero jugando en casa tenemos que meter un ritmo fuerte y jugar como lo estamos haciendo últimamente. Sabemos que podemos ganar, claro. El equipo está con una confianza bastante alta y llevamos cinco partidos seguidos sin conocer la derrota. Ahora estamos confiados de poder ganar a cualquiera que se ponga por delante.

—La afición se ha animado y ya está pensando en retos mucho más ilusionantes que la permanencia. ¿Lo sabe?

—Yo sigo pensando en lo mismo. Ahora estamos en tierra de nadie, pero primero hay que salvar la categoría y ya luego se verán las cosas.

—¿50 puntos y nada más de momento?

—Eso es. Hemos estado mucho tiempo ahí abajo y ahora que estamos construyendo cosas positivas, hay que saber aprovecharlo.

—¿No permiten entonces cálculos de hasta dónde puede llegar el Zaragoza?

—Nada. Debemos pensar en ganar al Getafe y luego lo que venga.

—¿Ha llegado la resurrección de Isaac?

—El fútbol da muchas vueltas. En diciembre daba la impresión de que estaba más fuera que dentro y ahora parece que estoy más dentro que fuera.

—¿Llegó a pensar en algún momento que era una temporada perdida?

—Nunca. Me han pasado muchas cosas esta temporada, pero soy joven y tengo que aprender para que no me vuelvan a suceder porque no se pasa bien viendo los toros desde la barrera.

—Se puede dividir su temporada en tres fases. En la primera empezó jugando, aunque a veces se repartiera la banda derecha con Fran. ¿Le parecía todo normal?

—Sí. Luis Milla confió en mí y me puso de titular, pero a raíz de algunos partidos que no estuve al nivel, es cierto que empezó a hacer cambios y poner a Fran.

—La segunda fase coincidió con la lesión y el cambio en el banquillo, donde llegó Agné en sustitución de Milla. ¿Creía que iban a cambiar las cosas?

—A Raúl también le costó al principio ponerme. Incluso puso en un partido a Bagnack de lateral. Luego jugué cuatro partidos seguidos, pero se recuperó Fran y el míster optó por él.

—¿Fue el momento más duro?

—Tuve la lesión de sóleo en Sevilla, que duró siete semanas. Llegó entonces el cambio de entrenador, Agné confió en Fran y en el mercado de invierno me trajeron a Rolf… Pero yo decidí quedarme en la ciudad. Venía de hacer un año bueno y sabía que, si estaba a mi nivel, tendría sitio para jugar.

—¿Estuvo cerca de marcharse al Nástic en enero?

­—Sí y no porque mi idea era quedarme. Me había adaptado muy bien a la ciudad y quería resurgir, coger otra vez mi sitio para seguir jugando en el Zaragoza.

—Trascendió una discusión unas horas antes de que fuese destituido. ¿Qué sucedió en el vestuario?

—No fue ni más ni menos que un intercambio de palabras entre personas.

—¿Un intercambio fuerte?

—No llegó a nada. Opinamos cada uno lo que pensábamos y ya está. Agné nos pidió la opinión y nosotros se la dimos. Él también dio la suya, pero todo como personas civilizadas.

—La tercera fase de su temporada empezó entonces, cuando se fue Agné y llegó Láinez. ¿Le sorprendió que confiara en usted?

—Cuando entró y me dijo que iba a jugar no me lo esperaba. Llevaba mucho tiempo parado, unas diez semanas sin tener minutos.

—¿Le avisó antes?

—No. Entre semana siempre se van viendo cosas, pero no me lo dijo hasta el fin de semana. Creo que aproveché la oportunidad en Elche para seguir jugando. También puso a Edu Bedia, que con Agné tampoco contaba. A mí en ningún momento me dio explicaciones de por qué iba a jugar. Su idea salió bien y así sigue.

—¿Qué hay en vestuario?

—Hay que fijarse que, pese a llevar una dinámica tan mala, el vestuario nunca se rompió. Estuvimos siempre unidos y gracias a ser un vestuario tan sano pudimos sacar adelante la situación.

—¿Alguna idea de futuro?

—Me queda un año de contrato y si quieren contar conmigo, yo quiero seguir aquí y subir al Zaragoza a la máxima categoría.

—En Miranda estuvo cerca de marcar. ¿No se exige un gol esta temporada?

—Mi marca suele estar entre uno y dos goles por temporada. En la última marqué de cabeza ante el Nástic en Tarragona, pero este año se me está resistiendo el gol.

—¿De cabeza también?

—De pequeño marcaba muchos goles de cabeza, y en las categorías inferiores del Betis también. Aquí no me dejan subir mucho. Al ser pequeñito…

—¿Va bien de cabeza?

—No es que vaya bien, pero sé leer la trayectoria del balón y solía meter muchos goles por alto de pequeño.

—¿Jugaba de delantero?

—No, de central en fútbol 7. Luego en fútbol 11 ya pasé al lateral, aunque algunas veces me ponían de mediapunta o en la banda izquierda. Pero, vamos, cuando era central también metía muchos goles.

—¿Cómo los conseguía jugando de defensa?

—Pues igual que ahora. Desde pequeño me gustaba conducir el balón y me colaba muchas veces hasta dentro.

—¿No le falta un gol de libre directo?

—Sí. A ver si meto mi primer gol de falta de una vez.