El Real Zaragoza examina entre hoy (20.30 h.) en Albacete y el próximo martes en Valladolid su estado antes de llegar al parón. Dos salidas, la primera en tierras de La Mancha, que aumentarán o reducirán la preocupación y los nervios en el club y en el zaragocismo. A estas alturas, es una obviedad que el Zaragoza de Natxo González es irregular y algo más consistente fuera que en casa, donde es un desastre. Si arriba a la Navidad con estos seis puntos, o con al menos cuatro, todo se verá con más calma. Pero, si lo hace con dos nuevos resultados negativos, con dos derrotas sobre todo, las alarmas se dispararán, con el técnico en el epicentro y con la mayor urgencia de refuerzos en enero, un mercado que, de momento, se niega con la boca pequeña, aludiendo a que hacen falta salidas para propiciarlos.

Tras el desastre en Almería, el club y Natxo se dieron un tiempo hasta Navidad, cinco partidos para reaccionar, para tratar de volver a los orígenes, aunque con matices, con una apuesta por dos delanteros, por juntar a Vinícius con Borja, por jugar con extremos más puros, como Papu, o por tocar lo menos posible el once, unos cambios que el técnico hacía en demasía y que en las últimas semanas solo ha hecho en casos de necesidad. El Zaragoza reaccionó muy levemente contra el Reus, con tablas sin goles, y algo más en Gijón, donde pudo perder en la primera parte, pero soltó un buen segundo tiempo para ganar. Sin embargo, la chiquillada de Verdasca y la expulsión de Cristian Álvarez condicionaron el duelo ante el Cádiz, donde el Zaragoza al menos sí mostró orgullo con nueve jugadores.

Así que el termómetro se traslada hoy al Carlos Belmonte donde espera un Albacete que, de la mano de Enrique Martín, es un equipo aguerrido y que ha sacado la cabeza del pozo en las 11 jornadas que lleva el técnico de Campanas. El Zaragoza solo tiene un punto más que el conjunto manchego y está a tres del descenso, por lo que estas dos jornadas antes del parón pueden dejar al equipo de Natxo González en zona de descenso o bordeando el abismo. Si eso se da, el crédito del preparador vitoriano quedaría bajo mínimos por mucho aval de Lalo Arantegui que tenga, que lo tiene, y por mucho proyecto a medio plazo que sea, que lo es. Podrían llegar de este modo unas Navidades movidas en el Zaragoza y en su banquillo.

UN RIVAL FUERTE EN CASA / Para evitar otro terremoto, el equipo tiene que volver a recuperar la senda de la recuperación y dejar de lado la coartada que supuso la derrota por el atípico partido ante el Cádiz. Dado que el Zaragoza no exhibió ese día una mala imagen pese a caer, no se esperan muchos cambios en el once más allá de los dos obligados, aunque sin dejar de mirar el encuentro en Valladolid, solo 72 horas después por esas cosas de la Liga de Fútbol y de Javier Tebas.

Ratón es fijo en la portería y Mikel González, que ha apurado los plazos para volver en tres semanas de la lesión muscular en el abductor, volvería al eje si la celeridad en su recuperación no aconseja alargar más ese descanso hasta Valladolid. Claro que en ese caso jugaría Valentín...

Papu ha tenido una sobrecarga, pero ayer se le hicieron pruebas que descartartaron la lesión, por lo que apunta a jugar, y Natxo tiene muchas ganas de meter ya a Benito, pero el buen nivel de Delmás en el costado derecho se lo impide ahí. Ángel es más irregular en su rendimiento, por lo que si entra Benito lo haría en el lateral izquierdo. Arriba, parece fijo que seguirán Vinícius y Borja, de eterna sequía de siete jornadas, aunque un centro del campo tan poblado como el del rival puede llevar a meter a Guti en la mediapunta por Vinícius.

Espera un Albacete con la baja de Saveljich y el retorno de Bíttolo y que lleva el cuchillo entre los dientes, porque ese carácter es el que imprime Enrique Martín a sus equipos. Es un técnico motivador y directo, sin nada superfluo. Ha apostado por una defensa de tres centrales, con Chus Herrero y Gaffoor, ambos de pasado zaragocista, en esa muralla y tiene en Zozulia a su indiscutible referencia, con siete goles para que ya no se hable de sus tendencias políticas y sí de sus dianas y de sus condiciones futbolísticas, que son bastantes. El Albacete, que se ha hecho fuerte en casa, con siete partidos sin perder y cinco victorias, cede el balón al rival, presiona fuerte y sale rápido al ataque. El abc de los equipos aguerridos. Y funciona. Habrá que ver cómo responde el Zaragoza a eso.