La pretemporada está hecha para ajustar mecanismos y el Zaragoza de Natxo González, como todos sus rivales, está en ese proceso. Conviene, por ello, no sacar muy fuera de contexto la derrota de ayer en Anduva ante un Mirandés de Segunda B y con solo 12 jugadores del primer equipo. Sin embargo, es inevitable el poso amargo, porque no se percibieron avances y porque caer ante un rival de inferior categoría, por mucho que sea un recién descendido, es un tropiezo que indica que queda mucho por hacer en este Zaragoza tan verde aún.

No dejó ninguna duda de ello en Miranda. A la derrota se le pueden poner todas las coartadas que se quieran, pero el ritmo lento, la falta de fluidez en ataque y, sobre todo, las lagunas defensivas en la estrategia fueron claras. Quizá el Zaragoza pudo empatar en méritos globales, pero soltó un mal partido. Flojo en el primer acto y peor aún si cabe en el segundo, donde encajó el gol de Albistegi, en un córner donde Ratón se quedó paralizado y hubo despiste general de todos y de Verdasca en particular. Ya no se levantaría de ese golpe.

El mayor peligro del Mirandés de Pablo Alfaro llegó, además, en las jugadas de estrategia, en las faltas y en los córners. Natxo González viene de un Reus que era un muro en esa faceta y quiere que sus jugadores defiendan esas acciones muy metidos en el área y cerca de su portero. Eso exige una perfecta sincronización y el Zaragoza, de momento, no la posee. La tiene que lograr como sea antes de comenzar la Liga, porque el balón parado es vital en esta Segunda tan mediocre.

El Real Zaragoza saltó con Verdasca, Eguaras, Xumetra y Febas como novedades en el once con respecto a Logroño. En Anduva el fuerte calor y el cansancio de la pretemporada hicieron mella pronto, con Pombo situado en la izquierda y Febas en la mediapunta para que Eguaras y Javi Ros se repartieran el doble pivote. Le faltó fluidez al Zaragoza en la primera parte, sobre todo en el comienzo, en un partido jugado casi siempre a un ritmo muy bajo. Eso sí, el balón volvió a ser casi por completo zaragocista, como ante el Logroñés.

Así, el Zaragoza empezó sufriendo en un error de Grippo ante Yannis, la mayor amenaza local junto a Borja Sánchez e Igor, que tuvo la mejor ocasión al disparar al palo después de una falta sacada en corto y mal defendida por el Zaragoza.

Reaccionaron los de Natxo González y encontraron caminos por las bandas de Benito y de Ángel. Xumetra fue objeto de penalti cuando iba a rematar un centro de Ángel, Pombo tuvo una muy clara tras incursión de Benito y Grippo mandó otra al palo tras un córner.

El ritmo había sido bajo en el primer acto y no mejoró. Al revés, empeoró. Valentín, Zapater, Papunashvili y Buff, que empezó en banda para irse después al medio, entraron tras el descanso y el Zaragoza arrancó muy despistado. Verdasca se anticipó ante Borja Sánchez, pero se durmió en el gol, mientras que Valentín sigue muy flojo. Oyarzun y Guti primero y Lasure, Demás y Zalaya después, refrescaron el equipo, sin efectos positivos. Entró al final Rubio por un Borja Iglesias poco activo y el Zaragoza se hizo cada vez más previsible para acabar firmando la derrota.