Los grandes equipos, o al menos muchos de ellos, y desde luego los que aspiran a consolidarse en una Segunda tan igualada deben tener su base más sólida en los dos puntos referenciales del once. Dicho de otra manera, en el polo norte un señor que pare los balones y, en el sur, otro que meta la pelotita en la portería rival. Tal cual. A partir de ahí, se tiene ya mucho ganado en cualquier categoría. También en la de plata. Así cimentó la victoria, la segunda consecutiva, el Zaragoza en Palamós ante un corajudo pero discreto Llagostera, en la seguridad bajo palos de Whalley y en la eficacia de Borja Bastón, que suma su tercera semana seguida vacunando al enemigo con dianas, además, de las valiosas, de las que dan puntos.

Whalley, cada vez más crecido, paró todo que iba a su marco, hasta los remates del rival en fuera de juego. No nota la amenaza de Bono, ayer en el banquillo, y da semana sí y semana también la razón a Víctor en su confianza en él. Fue decisivo sobre todo en dos paradas a Sergio León en el tramo final después de que el entrenador zaragocista se empeñó en darle vida al enemigo quitando a Ruiz de Galarreta cuando más controlado tenía el Zaragoza el partido y metiendo a Basha, que cada minuto que juega parece más perdido. Sufrió el Zaragoza en los últimos instantes, pero como hizo contra el Alavés conservó su mínima renta para sumar los seis últimos puntos y acercarse a la zona con billete a Primera, al menos a la de promoción.

SUFRIMIENTO FINAL Quedan cosas por pulir, claro, empezando por saber quién lanza los penaltis, cuestión en la que Víctor reconoció su error. En la segunda parte, Eldin, tras pugna con Willian José y Borja, lo hizo por el método del me lo han hecho a mí. Y lo falló, promoviendo el sufrimiento final. Con todo, al Zaragoza, como ante el Alavés, se le vieron minutos muy aceptables. Ahora hace falta que sean más prolongados. Los hubo tras el gol en la primera mitad, en el último cuarto de hora, y, sobre todo, en el arranque tras el descanso, donde Galarreta regaló su mejor fútbol hasta ahora. Pero Víctor decidió que era suficiente. Está claro que no lo era.

Con la misma apuesta que en la segunda mitad ante el conjunto vasco salió el Zaragoza en el Municipal de Palamós, un campo con un terreno de juego irregular, que se levanta, y que remite a escenarios de categorías aún más inferiores, un símbolo en todo caso del mal momento que vive el club aragonés, al que Agapito Iglesias condenó a muchas cosas, entre otras a tener que jugar contra el Llagostera, que no se marchó ni un ápice del guión esperado. Es decir, un bloque serio, con intensidad, con juego directo buscando a Juanjo, su ariete, y con poca elaboración.

Le costó al Zaragoza contrarrestar eso. Imaz tuvo la primera y Óscar Rico le ganó la espalda a Fernández para plantarse ante Whalley y mandar el balón desviado por muy poco. Sin embargo, ajustó mecanismos el equipo y el partido entró en una fase nivelada, donde solo destacaban la agitación de Eldin, disparo peligroso incluido, y el juego de espaldas a portería y entre líneas de Willian José, que rozó el gol en un tiro de falta. Además, puso buenos centros y se ofreció siempre a sus compañeros.

A la media hora, el brasileño lanzó un balón desde la derecha, Borja lo tocó de cabeza y llegó a Eldin, que disparó tan mal que dio una asistencia. Borja marcó a puerta vacía porque siguió la jugada, señal de buen ariete, de los que no se olvidan que un gol aparece en cualquier momento. Del resto del partido del delantero apenas se rescatan cosas interesantes al margen del trabajo en la presión. Pero marcó. Y dio la victoria. Hay killer.

Tras el gol, pudo marcar el Llagostera, pero Rubén, muy sobrio en el juego aéreo, desbarató en el suelo un mal disparo de Jordi López, solo, después de que el Zaragoza hiciera una verbena de tirar el fuera juego en una falta. Aun así, al descanso pudo ampliar su ventaja, pero René le sacó el balón a Mario, que remató a bocajarro de cabeza.

Sin hacer demasiado, con muy poquito fútbol, estaba el Zaragoza por delante, pero tras el descanso la mejoría fue notable. Dorca y, sobre todo, Galarreta asumieron el mando y Javi Álamo despertó de su letargo. Willian José tuvo la primera tras pase de Galarreta, Borja remató cruzado tras un mal despeje rival y Álamo, en su condición de jugador ciclotímico, puso dos centros malos, sin rematador, tras marcharse por velocidad y uno bueno que René desvió a córner a remate de Willian José.

Merecía el Zaragoza sentenciar el choque, pero Víctor jugó a conservador al apostar por Basha y quitar a Galarreta. El mensaje del miedo que se manda al equipo con ese cambio es claro. Y el Zaragoza lo tomó al pie de la letra, porque además Basha no está para nada. Aun así, Eldin erró un penalti dudoso cometido sobre él y, acto seguido, el equipo reculó y regaló el balón. Vamos, la invitación ideal para sufrir. Y sufrió. Vaya si sufrió...

Con Víctor paralizado pese a que se veía que hacía falta oxígeno desde el banquillo, el exzaragocista Robert complicó la vida a Cabrera y León añadió pólvora para drama de Mario. Dos paradas de Whalley, dos cabezazos de Juanjo y un balón que sacó Fernández con Juanjo presto a marcar provocaron que el Zaragoza rezase para que el triunfo no se le fuera. No lo hizo. Y, entre dudas, sigue creciendo.