No era el debut de Cani con la camiseta del primer equipo, algo para lo que se quiso colgar la medalla Marcos Alonso en el último partido en la élite de la temporada anterior y con el descenso ya consumado. Ni tampoco era su primer choque en el once en la categoría de plata, donde con Paco Flores había jugado 13 partidos de Liga, cinco de ellos de titular, y otro de Copa, con un gol copero frente al Alavés. Sin embargo, aquella matinal de Oviedo del 23 de marzo del 2003 marca un antes y un después en la vida de Cani, por entonces con 21 años. Ahí, el genio de Torrero lanzó el primer gran fogonazo de una carrera que le llevó a triunfar en el Zaragoza y sobre todo en el Villarreal, para pasar después por Atlético y Deportivo y para estar muy cerca de ser internacional absoluto.

A esa matinal en el Tartiere el Zaragoza llegaba con el rumbo desviado, con una mala racha en la que una derrota en campo oviedista podía suponer encarecer el ascenso hasta límites insospechados. Era baja Yordi, mientras que Jamelli había perdido la confianza de Flores, que se la jugó en ataque con Cani e Iban Espadas junto a Galletti.

Y la apuesta salió redonda. Espadas y Cani reeditaron su feliz sociedad del filial en el primer equipo y firmaron una obra de arte al cuarto de hora. Un taconazo del delantero y un baile genial de Cani, que sentó en un recorte a dos defensas para batir al meta Jonathan. Aquel gol abrió el camino del triunfo por 0-2 y sobre todo marcó una guía, con Cani como líder futbolístico de un equipo que desde esa jornada 28 fue un misil hacia Primera, con siete victorias en los siguientes 10 partidos, con Cani como indiscutible en el once de Paco Flores junto a Espadas.

Cani, más de catorce años después, con los 36 que cumplirá en agosto como su siguiente frontera, regresa al Carlos Tartiere con la camiseta zaragocista. «Es un gran recuerdo, aunque ya fue hace muchos años. No tendrá mucho que ver el partido, ya que ni los jugadores son los mismos, ni tampoco lo es la situación. Está claro que es muy diferente», señaló el jugador zaragozano antes de viajar ayer a Oviedo.

Aquel día del 2003 anotó su primer gol liguero con el Zaragoza y «claro que me gustaría volver a marcar, a todos los jugadores nos gusta, pero ahora firmo no hacerlo y ganar». Cani, como es natural, prioriza el carácter vital que tienen los puntos. También los tenían en aquella matinal, pero entonces en la lucha por retornar a Primera. Ahora, el objetivo es sellar la permanencia en la categoría de plata. Ni qué decir que los tiempos cambian. Y también lo ha hecho Cani, que hoy vuelve al escenario donde dio un golpe para escribir su historia.