Comienzan hoy ante el Sporting en La Romareda las diez últimas jornadas, la hora de la verdad para un Zaragoza anclado en la sexta plaza, la última que da billete a la promoción y a la posibilidad de luchar por el retorno a Primera División. La noticia positiva es esa, que el equipo depende de sí mismo para atrapar ese objetivo, que no tiene que esperar el fallo de los demás, de sus perseguidores, y solo pensar en sacar adelante sus partidos, añadiendo en su mente que, si cumple con su parte, quizá hasta pueda subir algún escalón más, dada la irregularidad de alguno de los que van por delante, Valladolid y Las Palmas sobre todo.

Sin embargo, el Zaragoza llega a este tramo vital y empinado por la dureza de los enemigos con malos síntomas, en el fútbol y en los datos. Cada vez da la impresión de jugar peor, por mucho que la enfermería esté cada vez más vacía, y sobre todo no tiene una buena relación con los triunfos. Uno en los últimos ocho partidos disputados colecciona, con solo ocho puntos de 24 posibles como balance.

No es el Sporting el mejor enemigo para reencontrarse con la victoria. Sin duda y por lo visto hasta ahora es el peor, porque solo ha perdido dos encuentros en toda la Liga, solo uno lejos del Molinón, en Zorrilla ante el Valladolid. El conjunto sportinguista es todo un ejemplo de que la fe y el espíritu superan muchos problemas. Es tercero, diez puntos por encima del Zaragoza y a solo uno del ascenso directo. Y es difícil que haya un club con más problemas que el gijonés.

Sin Ranko Popovic en el banquillo, al cumplir el primero de sus cuatro partidos de sanción por el incidente en Mallorca y tras serle denegada la cautelar por el TAD, la visita del rocoso equipo de Abelardo, el menos goleado de Segunda, supone el reencuentro del Zaragoza con su afición. Lleva desde el 7 de febrero sin ganar el equipo aragonés ante su gente, con tres empates consecutivos y con los últimos dos, ante Lugo y Alcorcón, con música de viento en las gradas por el flojo nivel exhibido. La Romareda asume los problemas, sabe por lo que pasó el club en verano, pero ni eso ni las bajas justifican todo. Y se lo dejó claro al equipo, en dos muestras con sabor a aviso. Hoy, ante el Sporting, los futbolistas ya saben que el vaso de la paciencia del zaragocismo anda algo lleno.

LA VUELTA DE BONO Por ahí el encuentro tiene un claro componente de reválida, también para recuperar la confianza y las sensaciones perdidas, pero sobre todo lo vital es ganar. Si el Zaragoza mantiene su actual nivel no será sexto. Tarde o temprano le pasará el Llagostera, si mantiene su ritmo de cohete actual, claro, o cualquiera de los otros irregulares, y poco deslumbrantes, perseguidores: Ponferradina, Deportivo Alaves, Lugo, Leganés... Se mire por donde se mire y aunque el club suavice el discurso y aluda al pasado sonaría a fracaso no amarrar esa sexta plaza en las 10 jornadas que restan.

El duelo exige, pues, una reacción y enfrenta a los dos reyes del empate de la categoría de plata, por lo que el resultado más esperable parecen las tablas. 16 lleva el Sporting y 12 el Zaragoza, la mayoría con Popovic, que ha llenado de dudas en los últimos días la portería. La semana pasada Pablo Alcolea era su número 1 y ayer no ratificó que iba a jugar. Bono, el más completo de los tres que tiene, está ya apto y puede regresar al arco tras lesionarse en el cuádriceps en Vitoria. Sin Mario y Basha, ambos sancionados, y sin los lesionados Eldin y Álamo, Rubén tiene opciones de retornar al eje para que Vallejo siga en el lateral y Fernández en el banquillo. Natxo Insa y Galarreta serían las otras novedades para formar un trivote en el medio con Dorca y dar más seguridad a un equipo en el que no estará Willian José, que no se ha ganado el puesto en las oportunidades que ha tenido en las últimas semanas.

UN RIVAL DURO En el Sporting son bajas el rebelde Daniel Ndi, que en la primera vuelta fue un dolor de cabeza en ataque para el Zaragoza, y el central Bernardo, sancionado, pieza indiscutible de un eje donde debutaría con 17 años Meré, juvenil, amigo de Vallejo, compañero de fatigas y de debut en la sub-21 y otro defensa que apunta tantas maneras como el zaragozano. Dicho queda que el Sporting, que lleva tres empates consecutivos, merece un monumento y anda Abelardo cabreado con los arbitrajes, como dejó claro tras el empate ante el Barcelona B, sin recordar seguro la expulsión teatral de Jony por el supuesto golpe de Fernández en la primera vuelta y que fue clave en la derrota zaragocista. El enemigo se las trae, intenso, solidario y ordenado, y después hay que ir al feudo del líder. Sí, para el Zaragoza llega la hora de la verdad.