La tórrida tarde ante el Alcorcón dejó la piel tan seca que a más de uno le dio por pensar que el ejercicio de orgullo que había hecho el equipo ante el Granada le pasó factura. Fue aquella noche primera de Copa la más divertida en La Romareda en mucho tiempo, muchísimo. Y la gente lo agradeció a ojos llenos. La afición creyó ver ese día algo que no había percibido en los últimos años, antes que el Zaragoza se montase en la ola que lo revolcó hasta la orilla de la realidad. Se derrumbó en casa ante la profesionalidad del Alcorcón. Cayó luego en un encuentro de otro estilo en Galicia. «Perdimos, pero pudo pasar cualquier cosa», dijo ayer el entrenador, que sabe, por un lado, que el equipo deja buenas sensaciones a ratos; que no puede obviar, además, que los resultados son indiscutibles, malos por lo tanto. Por eso le han llevado hasta la zona de descenso. Y eso es lo que hoy en día le preocupa, mucho más que la visita del Lugo (21.00 horas, Gol).

Seguramente, los dos últimos revolcones le han hecho cambiar de idea a Natxo González. O puede que se emborrachase con la primera noche de Copa, o que se haya vuelto más prudente. En cualquier caso, ha cambiado su discurso y su enfoque. «Hay que darle a la Copa la importancia que tiene, y más en Zaragoza», dijo el entrenador en la previa del encuentro frente al Granada, cuando se propuso inculcar a sus jugadores la importancia que se le da a este torneo en La Romareda. Acompañó sus palabras con actos. Puso el once titular en el terreno de juego y el Zaragoza aplastó al Granada.

Ayer fue otra cosa. No es que le hiciera ascos a la Copa, que tampoco es eso, pero la puso en otro sitio, quizá el que le corresponde hoy en día. Quizá. Lo mismo hicieron repetidamente los últimos entrenadores, aunque de bien poco les sirvió, por no decir de nada. «Indiscutiblemente, lo fundamental es la Liga», esgrimió González, una vez reconsideradas las consecuencias de la primera ronda zaragocista. El equipo se parecerá bien poco al entusiasta bloque de hace dos semanas se merendó al Granada. Faltan dos titulares lesionados: Grippo y Febas. Dejó fuera a otros tres: Alberto Benito, Buff y Toquero. Anunció algunos otros cambios, además, aunque solo aseguró el de Jesús Valentín, ese central que en pretemporada iba para titular y que el pasado fin de semana ni siquiera entró en la convocatoria.

EL CORAZÓN

Es complicado saber cuál es la línea que debe seguir el entrenador. Es cierto que hay pocos refuerzos anímicos tan importantes como el subidón que tuvo el Zaragoza y su gente en la noche frente al Granada. No lo es menos que no le sirvió de contrafuerte. El equipo, más allá de su imaginativo cuerpo, sigue siendo igual de frágil. Cuestión de bisoñez, de esa lozanía que lo mantiene con el rostro feliz pese a que los marcadores le sean adversos. «El equipo tiene un gran corazón y de eso se da cuenta la gente», dice González, que sabe que la calma es fundamental para el progreso. Necesita jugar bien, pero necesita aún más las victorias, incluso en esta noche en la que el entrenador ha preferido volver a jugar la otra Copa.

La cuestión de los últimos días ha sido la constatación del equipo en la confianza en su trabajo. Algo perciben dentro del campo, está claro. Algo más de lo que se ve desde fuera. Desde arriba, es cierto, se ven más cosas que la pasada temporada. Sin embargo, no tantas como para asegurar que el Zaragoza estará a final de temporada peleando por el ascenso. Ese es el objetivo en La Romareda, siempre. Al menos el objetivo primero. Otros años como el pasado se toman decisiones tan equivocadas que se acaba resoplando por no descender, Láinez mediante.

Así que no hay duda, el Zaragoza juega mejor que la pasada temporada. La cuestión es saber si con el fútbol que es capaz de desarrollar —todo el fútbol, no solo el de ataque— le bastará para auparse, sostenerse y festejar. De momento, se ha puesto en la cola, lo que le obliga a mirar más hacia el partido del domingo que al de esta noche. Toca la otra Copa. Una pena aunque sirva igual para el caso. Se trata de sumando victorias, como sea, para irle ganando terreno al futuro. Ahí, insiste González, «este equipo nos dará muchas alegrías». Eso será luego. De momento, toca garrafón.