Suena a revolución, por más que fuese necesaria. Narcís Juliá ha cogido la plantilla que construyó el Real Zaragoza en verano y ha apostado por una enorme transformación, con media docena de contrataciones que deberían terminar por cambiar algo más que la fisonomía del equipo. Es una alteración absoluta de la idea, del concepto futbolístico que imaginó Martín González para que Popovic lo pusiera en marcha. El asunto no funcionó y el club los barrió antes de que terminara el año 2015 para dar paso a una nueva era. Llegó con el nuevo director deportivo y su primera elección, Lluís Carreras. Se ha confirmado después con seis caras nuevas: Dongou, Javi Ros, Campins, Lanzarote, Culio y Guitián. Se han marchado, además, dos futbolistas intrascendentes, Aria Hasegawa y Jorge Díaz, y Alfredo Ortuño, irritado goleador que ahora suma en Mallorca.

Recuerda la situación, de algún modo, a aquella metamorfosis impulsada por el club en el 2010, cuando en el banquillo se sentaba José Aurelio Gay. Fueron siete fichajes, todos con posibilidad inmediata de ser titulares. No se puede cotejar seguramente en términos cualitativos o crematísticos. Aquello, en comparación, fue un derroche, con futbolistas de nombre, incluso de renombre. La lista habla por sí sola: Roberto, Jarosik, Contini, Edmilson, Eliseu, Suazo y Colunga. Pero la intención presente es la misma. Se trata de darle la vuelta al equipo, al estilo y sus posibilidades, de hallar una fórmula que ayude al equipo a encontrar el camino de una vez por todas.

Popovic no impuso un patrón ni Carreras ha sabido reconducirlo con la plantilla que heredó. La historia debe ser bien otra desde hoy, sobre todo si se analizan los refuerzos elegidos para el centro del campo. Empiezan por Juan Culio, un argentino de esos que juegan con el alma pero entienden el fútbol, sobre todo, con el balón. Talento y personalidad en un jugador que, sin ser una estrella, reúne dos de las cualidades que más falta le hacen a este Zaragoza de fría apariencia. Tiene experiencia (32 años), además, necesaria para los momentos duros que se prevén. Firmó ayer hasta el 2017.

Bien cerca tendrá a Manu Lanzarote, de la misma edad y similares características. Se mueve en posiciones algo más adelantadas o junto a la banda derecha y quizá tiene menos participación en el juego de creación. A cambio, guarda una buena zurda para el golpeo, es bueno en la estrategia y posee gol. Si bien no es un delantero --desde luego, no se parece en nada a Ortuño--, siempre ha sabido sumar desde la segunda línea, donde Pedro, Hinestroza y compañía se mantienen desconectados. Ni ponen la carne ni la salsa. Generan poco fútbol y no aparecen lo suficiente en la llegada. De Lanza, que así le llaman, se esperan las dos cosas.

Quedaría por detrás Javi Ros, un futbolista que participa más en la primera línea de creación pero cuya característica principal residiría en el fútbol asociativo. Extrañó, no obstante, su suplencia en Almería, donde no participó ni un minuto en el juego pese a las numerosas dificultades que se encontró el Zaragoza a lo largo del partido.

Se puede decir pues que el Zaragoza ha fichado fundamentalmente fútbol. Lo demás era necesario. Jean Marie Dongou ha ocupado el lugar de Ortuño, aunque en su perfil destaca por cualidades bien distintas. Debe aportar trabajo, potencia, velocidad, caída a las bandas... De hecho, en su última etapa en Barcelona jugaba pegado al ala derecha, costado que podría compartir con Joan Campins, un lateral buscado para cubrir la desgracia. Faltan Marc Bertrán e Isaac. No hay nada más detrás, así que ha llegado el mallorquín del Barça B, que, de momento, será titular.

Juliá completó la metamorfosis con Alberto Guitián, que llega libre y ha firmado hasta junio de este año. El cántabro es un centrocampista al que en el Sporting han reconvertido en central, un futbolista que ayudará, de momento, a cubrir el mes y pico de baja de Vallejo.