Jorge Molina es, sin duda, el jugador que más aplaude el regreso de Pepe Mel a Heliópolis. El delantero alicantino purgó con un ostracismo que fue en aumento en el inicio de temporada su bajón de nivel en la etapa de Julio Velázquez y ahora vuelve a ser junto a Rubén Castro la referencia del ataque bético para recuperar en su esplendor una sociedad que tantos réditos ha dado al cuadro sevillano en los últimos años.

Más que eso, sus goles han hecho que el Betis haya vivido sin problemas la sequía del Pichichi, del jugador que le disputa a Borja el trofeo al máximo artillero de la categoría, un Rubén Castro que ahora no ve puerta con tanta facilidad como hace unos meses. El canario, en las primeras 21 jornadas ligueras, marcó 15 goles, por los apenas cinco que suma en la segunda vuelta, donde su lucidez de cara al marco contrario no anda tan fina.

Así, la recuperación de Jorge Molina, que suma siete goles en las últimas ocho jornadas ligueras y es ya el sexto máximo goleador en la historia del Betis, a 11 dianas de Alfonso Pérez, es, junto con Ceballos, la mejor noticia ahora por el Villamarín.

Con Velázquez, el capitán verdiblanco, primer capitán en concreto desde el pasado verano, pasó a un segundo plano progresivo, ya que el entrenador prefería juntar a Rennella con Rubén Castro arriba, una pareja que no casa tan bien como la actual, ya que Rennella, hoy de baja por unas molestias en la rodilla, tiende a invadir el hábitat natural del canario. Y bien que lo sabía Mel, que no tardó en recuperar el dúo casi nada más llegar. Solo en tres partidos --Alcorcón, Albacete y Mirandés-- el nuevo entrenador no juntó a Rubén con Jorge y el Betis, por cierto, no ganó en ninguno.

El comienzo del cambio

El caso es que con el primer entrenador bético del curso acumuló Jorge Molina solo 154 minutos en Liga de 1.260 posibles, pudiendo anotar dos tantos en la división de plata contra la Ponferradina y el Racing de Santander, y uno en Copa del Rey contra el Almería. El guión para el ariete empezó a cambiar en el paso interino de Juan Merino, que firmó por victorias sus cuatro partidos dirigiendo al conjunto sevillano. Con Mel la historia ha girado ya de lleno. Tanto, que Molina es el máximo goleador de la segunda vuelta, con nueve tantos, por los ocho de Chuli (Leganés), con el que anotó ayer en Montilivi, y los siete que llevan Borja Bastón tras el intermedio del campeonato.

Ocho seguidos en casa

Y muchos de sus goles los ha firmado el punta de Alcoy en Heliópolis, donde acumula ocho partidos seguidos marcando ante su gente. No anda lejos del récord histórico en ese club, el que situó Manuel Domínguez en Tercera en la 50-51, que dejó en nueve los partidos seguidos marcando en el campo bético.

Mel ha recuperado la autoestima del jugador, que libera desde la mediapunta de trabajo a Rubén y que se sitúa por detrás de él para hacerle la labor más oscura y que combina bien con el canario, ya que los dos se entienden a la perfección. Razones tienen para ello. Es la quinta temporada de ambos en Heliópolis. Con contrato hasta el 2016, Molina espera la llamada del club para revisar un salario como así se le prometió hace tiempo. El Betis cuenta con su capitán, pero ahora mismo tiene otras prioridades en los despachos --el nuevo contrato de Ceballos, por ejemplo-- y por ahí pudo estar uno de los motivos de su flojo inicio de curso.

Pero, sin duda, en la llegada de Mel está la clave de su recuperación. Doce goles en 1.448 minutos de Liga acumula el punta alicantino. Marca cada 120 minutos, el mejor dato de su carrera profesional. Esos 12 tantos se suman a los 20 de Rubén (uno cada 146 minutos) para formar la pareja más temida de la Liga Adelante, la que hoy apunta al Zaragoza.