—Se marchó del Zaragoza en junio pasado recién operado en la rodilla, pero ya ha vuelto a jugar en el Nástic de Tarragona. ¿Ya ha finalizado su calvario?

—Bueno, el calvario sigue, porque aún me cuesta un poco, pero lo más difícil ya pasó, que era volver a entrenar y tener minutos con el equipo. Todo eso lo he hecho. Estoy bien, mucho mejor.

—Ha jugado hasta el momento seis partidos con el Nástic pero aún no fue titular.

—Es que se me ha alargado un poco la recuperación, pero lo importante es que me encuentro mejor. Una lesión de rodilla siempre cuesta cuando vuelves. Estoy ya en la dinámica de grupo y a ver qué pasa hasta final de temporada.

—Todo empezó en el verano del 2016, en un amistoso del Zaragoza en Vitoria.

—Sí, contra el Alavés. Me dijeron que era un esguince de rodilla, volví a jugar y en mayo pasado me tuve que operar. Pero un esguince no necesita operación. Me tenía que haber operado antes, porque era de grado 3, un esguince muy fuerte en la rodilla. Jugué bastantes partidos con mucho dolor y forzando. Son errores que no volveré a cometer.

—¿Se arrepiente?

—No me arrepiento, todos tenemos ganas de jugar y de demostrar cosas en un club grande como el Zaragoza, que apostó fuerte por mí. Me equivoqué, me tenía que haber recuperado bien. Son errores que se cometen.

—¿Usted fue el único responsable o se le empujó a jugar? Disputó 14 partidos antes de pasar por el quirófano, no son pocos.

—El error fue mío solo, porque al final por mucho que te digan el que decide jugar soy yo. No hay que culpar al resto cuando te equivocas en algo.

—¿Con qué sensación acabó su contrato en junio tras año y medio en el Zaragoza?

—Me fui con la sensación de que no estuve a la altura, de que no pude demostrar lo que la gente esperaba y de que pude fallar a algunas personas. Es una espina clavada que se me queda ahí, pero ya solo miro hacia delante. En Zaragoza estuve a gusto, pero el fútbol no me fue bien.

—En todo caso, no tuvo opciones de renovar.

—No las tuve, decidieron los que entraron nuevos que no me renovaban, pero es que con una lesión era muy difícil y tenían dudas de mi rodilla. Era normal que decidieran no renovarme. Ahora, tengo la oportunidad en el Nástic y hay que aprovecharla.

—Cada caso es un mundo, pero con una lesión de rodilla y recién operado, Wilk sí renovó.

—La pregunta que me hace ya tiene la respuesta, cada caso es un mundo (sonríe).

—Usted era uno de los canteranos de más futuro en el Barça, llegó a debutar en el primer equipo y su carrera no ha explotado después. ¿A qué lo atribuye?

—Ha sido de todo un poco. No tuve la continuidad, que es importante, no pude dar ese salto en el momento clave, las lesiones influyeron y también algún error que otro mío, decisiones que pude tomar que no eran acertadas. Pero no miro mucho el antes, solo veo el presente.

—¿Qué le parece el Zaragoza? Es muy diferente al que vivió el curso pasado usted.

—He visto algunos partidos, de los últimos, ante el Granada y el Córdoba, por ejemplo. Esta categoría es igualada y si ganas tres encuentros estás arriba. Creo que ahora están mejor y que no tienen equipo para estar tan abajo. Y lo mismo digo del Nástic. Los dos equipos no merecemos una posición tan baja.

—Son rivales directos para huir del descenso, ¿no?

—Ahora mismo lo somos, porque nos separan dos puntos. Eso es indudable. El partido es muy importante para ambos.

—En la delantera donde se fueron Ángel y usted llegó Borja Iglesias. ¿Qué le parece?

—Es un buen delantero, grande y de área. Cuando lo he visto por televisión me pareció el mejor del equipo. Es el jugador diferencial de este Zaragoza, un buen punta que necesita balones y sobre todo jugar cerca del área.

—¿Cree que la necesidad de subir a Primera es lo que más le pesa al Zaragoza estos años?

—Por historia y por todo es el club más importante de Segunda, el que más necesita subir a Primera, porque ha estado muchos años ahí. Eso a la hora de ir allí a jugar pesa y hay futbolistas que no lo aguantan bien.

—¿Le pesó a usted?

—No, de hecho eso fue lo que más me motivó a ir. Todos futbolistas necesitan ese reto, esos clubs que te exigen un nivel alto, que suponen una presión en el buen sentido, porque cada semana te piden ganar. Eso es lo mejor para cualquier futbolista, aunque hay jugadores que lo interpretan mejor y otros que lo acusan mas.

—Cumple 23 años en abril y su carrera parece algo estancada en los últimos tiempos. ¿Todavía piensa que tiene un hueco importante en la élite?

—Claro que lo pienso y será así, ya que aún me queda mucho. Sigo pensando que voy a triunfar en Primera. Si no lo pensara, no jugaría. En la vida nunca hay que conformarse, hay que trabajar duro y todo llegará. De momento, tengo cuatro años en el Nástic, aunque en el fútbol todo cambia y ahora lo único que quiero es estar bien y ayudar a mi equipo. Deseo recuperar mi mejor nivel, sentirme a gusto y poder competir al nivel de mis compañeros. A partir de junio ya se verá.