Muy enfadado se vio a César Láinez en el banquillo del Real Zaragoza cuando el Rayo Vallecano logró empatar por medio de Adri Embarba y el estado anímico del técnico no mejoró en la sala de prensa. Tanto es así que asumió todas las responsabilidades de manera personal y directa. Primero, Láinez cargó sobre sus hombros con la culpa de que el equipo desperdicie una nueva ventaja en los instantes finales de encuentro. «Si encontrara una solución la pondría. No entiendo ese miedo a acabar en campo contrario y a nadie nos gusta irnos como nos vamos hoy», firmó el entrenador aragonés.

Después, a César Láinez tampoco le gustó nada el desarrollo del encuentro. Un triunfo hubiera supuesto la salvación matemática del conjunto aragonés, pero al final se logró un punto que, aunque fue un mazazo, «por merecimientos era lo más justo». Sin embargo, el preparador del conjunto aragonés consideró que «para nada hemos sido superiores al Rayo», pero aunque el equipo madrileño dispuso de más ocasiones y de dos disparos a la madera, «la justicia no existe en el fútbol y sí la eficacia». De todos modos, para el entrenador del Real Zaragoza no se puede permitir que «haciendo lo más difícil en Segunda División, que es adelantarse en el marcador, hayamos sucumbido».

«El culpable soy yo» / Por todo ello, César Láinez afirmó que «el culpable soy yo». «La fortuna que tiene La Romareda es que solo me quedan dos partidos al frente del Real Zaragoza», añadió el técnico aragonés.

Preguntado posteriormente por los gritos contra los dirigentes del club al finalizar el encuentro, Láinez explicó que él no es quien «para juzgar a la directiva» y volvió a repetir las mismas palabras: «La fortuna que tiene La Romareda es que solo me quedan dos partidos al frente del Real Zaragoza». Después, el técnico recalcó que es «el máximo artífice», así como que asume «la máxima responsabilidad».

Sobre los cambios y su gestión desde el banquillo, el estado físico que la plantilla viene arrastrando durante toda la campaña y el intenso calor que hubo en La Romareda lastraron las posibilidades de cambiar el ritmo de juego que pudiera pretender Láinez ya que se vio obligado a sustituir jugadores por obligación. El primero de ellos fue Isaac Carcelén, quien tuvo que ser sustituido por Rolf Feltscher en el intermedio y Láinez explicó que «Iza ha tenido un desvanecimiento en el descanso». Además, reconoció que en el descanso «hemos tenido a tres jugadores con golpes de calor y vomitando», pero solo hizo el del lateral ya que era el que peor se encontraba y porque «había que alternar los cambios, no podíamos hacer los tres al descanso». «Los cambios son tres e intentamos arreglar el equipo, pero no soy capaz porque siempre nos acaban empatando», añadió Láinez.

Por último, Samaras volvió a quedarse en el banquillo sin jugar y el técnico explicó que el griego «no tiene esa capacidad en banda» para ayudar a los laterales en tareas defensivas.