—Ya avisó durante el verano de que llegaba una temporada difícil. ¿Se la esperaba tan dura?

—La capacidad de la plantilla y la juventud nos hacía prever que iba a ser una temporada con situaciones difíciles, pero lógicamente pensábamos haber ganado algún partido. Los jugadores se lo han merecido más de una vez, aunque no lo hemos conseguido. Vamos a ver si lo logramos en este que tenemos una motivación extra contra un equipo de la ciudad.

—¿Afecta mucho a los jugadores una mala racha tan larga?

—El deportista compite para ganar y el hecho de no conseguir victorias lastra psicológicamente. Nuestra labor es minimizar esos daños que puedan llegar a la plantilla y descargarles de presión. El máximo culpable de que no se consigan las victorias siempre es el entrenador. Si en 15 partidos no lo he conseguido, significa que mi labor no está siendo buena. En las botas de los jugadores está la posibilidad de igualar las dos áreas, que es nuestro mayor problema. Somos el octavo equipo que más goles marca, pero llevamos un lastre en contra enorme, con una media de dos goles por partido que te obliga a marcar tres todos los días para ganar.

—La formación va por delante en un filial, pero un descenso siempre significa un paso atrás.

—La función principal de un filial es esa, aunque no es siempre así. De hecho, en España somos el único equipo sub-23 con la Real Sociedad. No todos van a llegar al primer equipo, evidentemente, pero en ese proceso de formación la juventud es imprescindible en un filial. Si nuestro objetivo fuera permanecer en Segunda B, la plantilla estaría mal hecha.

—¿Y el perjuicio de tener que competir en un nivel inferior?

—Es un escalón distinto, incluso entre los grupos de Segunda B. El salto es cuantitativo y cualitativo, pero hay que mirar otras cosas. Por ejemplo, las últimas ventas del Zaragoza: Vallejo, que pasó del División de Honor a Segunda; Sergio Gil, con solo un año a caballo entre Segunda B y el primer equipo; Rico, que subió con el Tercera cuando lo llamó Paco Herrera. Delmás ha subido desde Tercera, y Guti, y Lasure, y Ratón...

—¿Se crece también aunque sea siempre con derrota?

—Estos jugadores, aunque desciendan, lo que están haciendo este año es un máster. Vienen de categorías donde ganan siempre. Sin embargo, cuando la derrota forma parte de tu proceso de formación es cuando creces. Se tienen que preparar para el mundo real, para perder partidos aunque sea con el primer equipo.

—Si el objetivo no es la permanencia y sí que un par de futbolistas suban la próxima temporada al primer equipo, también tiene que contar con mimbres en el filial. ¿Los tiene?

—A veces no tiene por qué ser inmediato, puede ser al año siguiente. Este verano han subido cinco jugadores al primer equipo, algo que no sé cuándo pasó la última vez. Para el entrenador del filial debe ser más reconfortante ver a jugadores como Guti, Delmás o Pombo titulares con el primer equipo que la permanencia.

—¿Qué significa el derbi del domingo contra el Ebro?

—A nivel de club es un partido más. A nivel personal siempre es una ilusión enfrentarme a Emilio Larraz, que es el mejor entrenador aragonés en este momento. Intentar ganarle siempre supone un plus. Ander (Garitano) ha hecho un equipo para la categoría y en su campo basan gran parte de su potencial. Pero además de ser agresivos o dominar las segundas jugadas, saben jugar a fútbol. No les quema la pelota y seguro que nos va a costar dominar el partido, pero trataremos de incomodarles lo máximo posible.

—¿También es especial porque Emilio Larraz fue quien lo llevó a la Ciudad Deportiva?

—Entré con la temporada empezada y casi no había llegado y Emilio ya salió. Fue profesor mío y me enseñó la ilusión del fútbol después de haber sido jugador. En el Ebro lo está haciendo de una manera maravillosa, consiguiendo que el equipo esté tranquilo en Segunda B después de haber estado siempre en Tercera y en Regional.

—¿Cómo se acepta internamente el cambio de estar delante de los focos a volver a hacer un trabajo casi anónimo?

—Estar todos los días en los medios y obligado a dar ruedas de prensa no me gusta, así que es tranquilidad para mí. Sí es verdad que en el primer equipo adquirí una experiencia. De 12 partidos, creo que solo perdimos tres y en el último salimos con cuatro o cinco chicos del filial. El bagaje no puede ser más positivo.

—¿Ha pensado en la posibilidad de que lo despidan del filial pese a que sea un equipo de formación?

—Sí, claro. Y si un día veo que no soy útil, me iré. Ya lo hice cuando era jugador, no esperé a que nadie me lo dijera. Si un día veo que no soy útil o arriba piensan que soy un inútil, cogeré y me iré. No soy una persona de estar en los sitios por estar. De hecho, el año pasado, cuando cogí el primer equipo, podía haber exigido un montón de cosas y no lo hice. No pedí ni otro contrato, ni quedarme de por vida en el club, ni nada por el estilo. La renovación, de hecho, me la hicieron justo antes del último partido.

—En el primer equipo se ha vuelto a torcer la situación como la temporada pasada. ¿Se ha preparado por si le vuelven a llamar?

—¡Cómo me van a llamar después de quince partidos sin ganar! Ni se me pasa por la cabeza. Sería jodido que tuviese que ir yo para subir. Tengo claro que mi objetivo no es entrenar en Segunda. Si lo fuera, me iría de aquí. Trabajaría con menos presión y menos miradas encima. Además, si algo recalqué el año pasado es que hay que tener paciencia, que no podemos cambiar todo cada cuatro meses.

—¿Se puede concienciar el club?

—¿Se puede concienciar la gente? ¿Se puede concienciar la prensa? Somos todos los que nos tenemos que concienciar.

—Es difícil que la afición acepte que el Zaragoza es como el Reus, por ejemplo, y que debe tener paciencia.

—Claro, es que no lo somos. Pero en el Leganés o en el Eibar, equipos de Primera, se tiene menos presión que en el Zaragoza. Hay que tratar de ser estable en Segunda, eso primero. El nerviosismo o que la genté esté en alerta todo el día no acompaña. Los ciclos tienen que ser más pacientes, aunque sé lo que es el Zaragoza, claro. Es innegable que todos queremos al Zaragoza en Primera. Ojalá suba esta misma temporada.

—¿No le parece que hasta hace poco había más calma que en las temporadas anteriores?

—Sí. Pero es que venimos prácticamente de desaparecer. Creo que no habríamos tenido capacidad de seguir en Segunda B si hubiésemos descendido. Y cuando se ve que has estado cerca de la desaparición, la gente se conciencia. Digamos que ha habido una paciencia extra. También es verdad que las sensaciones del equipo eran buenas hasta los últimos partidos.

—¿Cómo es su relación con Natxo González?

—La hemos tenido muy directa porque ha subido jugadores. Veo que trabaja bien y tiene las ideas claras, pero al final son los futbolistas los que juegan.

—Se le cuestionan algunas cosas, como esa manera de defender las faltas, con el equipo metido en el área pequeña.

—Eso ya lo hacen otros como Sampedro. A mí me convence más la zona, pero cuando me enfrenté a Natxo, vi como 14 partidos del Reus y no le hicieron ni un gol de falta. Parecía un chollo al verlo así. Ahora te aparece Fran y te la pone en la escuadra. Lo que está claro es que con esa media de goles encajados es difícil competir.