Dice Lluís Carreras que el Zaragoza vive montado en una montaña rusa. Se refiere a las sensaciones, a las emociones que expresa el equipo y su entorno en función del último resultado. Ha tocado estos días pensar en el ascenso. Una semana antes, tras el fiasco de Almería, se llegó a hablar en términos de miedo. Al descenso, se entiende. Es así la ciudad y su gente, tan impetuosa en las buenas como agorera en las malas. Cosas de la contumacia de la tierra, que no tiene por qué pararse a reflexionar sobre las velocidades del fútbol. En ellas está Carreras, que dice que solo importa ganar al tiempo que construye el proyecto que le debería dar el éxito a largo plazo, en una hipótesis de lo que sería el fútbol ideal.

La propuesta es evidente. El Zaragoza quiere llegar al control con el balón. Se ha alejado hace años de su idiosincrasia, perdiendo gusto y formas en un giro abrupto que tampoco le ha dado resultados. Ahora vuelve al ataque, con una personalidad que le permita afrontar todos los encuentros de la misma manera. Es la idea, claro. Hay que moldearla y progresar. Así suena en boca del entrenador: "Somos un equipo que quiere generar, tener el dominio en casa y fuera. Vamos a ver si nos dejan. Nosotros queremos un Zaragoza que no note si juega fuera o en casa, aunque jugar delante de nuestra afición sea un plus importante".

El camino, quizá solo brotes verdes, se trazó en la última jornada en La Romareda, donde el equipo creció a la vez que el partido. Cuando tomó las riendas, se hizo amo y señor para ganar con merecimiento. Le falta, claro está, la superioridad que otorga la certeza, la confianza, el tiempo. "Ante el Leganés se hizo una muy buena segunda parte, pero no nos podemos quedar ahí. Hay que seguir avanzando. El equipo tiene una buena base de técnica individual. Lo que buscamos es ordenar a los jugadores en el campo y que sepan, sobre todo, lo que tienen que hacer cuando tenemos el balón y cuando no".

No quiere decir eso que la adaptación se dé por hecha. La adecuación al ideario de Carreras y el ensamblaje de las piezas llegarían la temporada próxima, como pronto. "Va a costar ver un partido ideal. Espero que el año que viene lo pueda decir". Sería, sin duda, una señal magnífica. Dos, mejor dicho.