Sonó rara aquella frase que dejó Natxo González hace un par de semanas, cuando reflexionó en voz alta sobre cuáles eran sus cuentas estivales y aseguró que el equipo, más o menos, estaba en los números que había previsto en verano. Se dedujo entonces que el entrenador había considerado desde el primer día un inicio de temporada irremediablemente malo, al cual debería seguir un crecimiento lento pero seguro en las segundas semanas de la competición. Tuvo razón en parte el técnico vitoriano, que percibía cierta mejoría en la competición. No había llegado el tremendo batacazo de Huesca y decía González que aquello era una curva ascendente en la trayectoria del equipo, aunque más parecieron, parecen, dientes de sierra. Un dato estropea el análisis de su trayectoria: el Zaragoza nunca ha estado cerca del ascenso. Ha estado lejos, o muy lejos.

El equipo aragonés no ha logrado pasar de la décima posición en el tercio de Liga disputado. Hasta allí llegó en las jornadas novena y décima, cuando venció en Lorca (0-2) y empató ante el Osasuna en casa (1-1). Si se aislan las primeras jornadas, en las que apenas se pueden hacer distancias en la competición -el Zaragoza se movió en zona de descenso (vigésimo en las dos primeras)-, después de ese primer encuentro referido en tierras murcianas fue cuando más cerca estuvo de la zona de promoción. Se colocó a una victoria del Huesca, que era sexto con 15 puntos sobre los 12 que alcanzaba el conjunto de Natxo González. El Zaragoza acabaría ahí, décimo, esa semana y la posterior. Nada más. Nunca ha pasado de esa plaza, siempre más cerca de los peores de la categoría que de aproximarse a sus objetivos.

Tanto es así que volvió a pisar la zona de descenso en la jornada quinta después de su patinazo en Lugo, otra vez antepenúltimo. De sus posteriores rectificaciones y caídas se pueden hacer lecturas varias en sentidos contrarios, aunque los números congelan su realidad en la peor parte de la tabla. Ahora está a ocho puntos del primer clasificado, su rival aragonés; a 7 del Osasuna, su otro enemigo. Son tres partidos de distancia, un mundo en esta Segunda inestables de atascos múltiples. Con diez equipos en medio, es fácil calcular que necesitará una racha tenaz de buenísimos resultados para entrar en esa pelea primera. De momento, solo en una ocasión hasta ahora ha logrado encadenar dos victorias consecutivas, cuando liquidó a Numancia (3-0) y Lorca (0-2) en cuatro días.

Más asequible queda la promoción, que ahora es del Lugo, el Sporting y el Granada con 23 puntos, cinco más que el Zaragoza. A esa distancia estaba ya de la sexta posición en la jornada 6, lo cual indica la irregularidad de la gran mayoría de equipos, incluido el de Natxo González, que ha cambiado y perdido su estilo en las últimas semanas. Necesita reencontrar la cacareada fe que propagó en las primeras jornadas, recuperar su personalidad segura y alegre, un sello que le distinga, con el que se sienta cómodo, con el que transmita fuerza y seguridad a su gente. Ganó el sábado en casa en un partido que llegó con paquete bomba. No estalló de casualidad el día que algunas capacidades se convirtieron en eficiencia, el día que el rival no supo. González se salvó de la hecatombe y se mantine cerca de su curva ascendente. Su equipo, sin embargo, sigue bien lejos de sus objetivos. Como toda la temporada.