Peligro. Y desesperanza. En esas dos sensaciones se mueve un Zaragoza abatido por la mediocre trayectoria que lleva en este curso, que le ha alejado de manera muy probable del sueño del retorno a Primera, tan deseado por la afición como obligatorio para la economía de la entidad. En ese abatimiento claro también hay una inevitable mirada de reojo hacia atrás, hacia un descenso al infierno de Segunda B de funestas consecuencias y que tras los resultados de ayer está a solo cuatro puntos, con la visita de un recuperado Nástic, que si asalta La Romareda con una victoria se situará a tres de los zaragocistas.

En esa tesitura, las sirenas del peligro retumbarán a buen seguro. Por eso, el partido está en el límite para un Zaragoza que tiene ahora dos citas seguidas en casa, hoy y el próximo domingo ante el Numancia, dos partidos que en caso del pleno de seis puntos hasta permitirían mirar con algo de realidad a una sexta plaza, a un playoff que ahora es casi una quimera no porque no quede tiempo, 16 jornadas, sino porque la debilidad e inconsistencia de los de Raúl Agné convierten casi en un imposible sumar 11 triunfos en lo que resta de Liga.

El peligro, por cierto, también señala a Agné, un malabarista en el alambre en el último mes. La retrasada salida de Juliá, aquel triunfo en Huesca y la buena imagen, pese a la derrota, ante el Levante, la indefinición del club y las estrecheces económicas han ejercido de paracaídas para el técnico, cuyo crédito en el club hace tiempo que es casi nulo y al que solo le valen las victorias para recuperarlo. El Zaragoza de Agné firma números espantosos, 19 puntos en 15 jornadas y 5 en las 7 últimas, volvió a las andadas cen Alcorcón y los equilibrios del técnico difícilmente aguantarán en caso de otro tropiezo hoy.

Regresa el Zaragoza a La Romareda tras una semana donde se ha cerrado, que no anunciado, el desembarco de Lalo Arantegui a la dirección deportiva. Juega ante un zaragocismo que emite síntomas entre el cansancio y el hartazgo. Estos días aparecieron pintadas en La Romareda, un hecho aislado, sí, pero que denota un enfado latente. En este sentido, la reacción del Municipal también será un termómetro esta noche para el técnico y para el club.

Además de Agné el otro nombre es Samaras, por fin en la lista y solo para un cuarto de hora por su condición física. Su calidad es indiscutible, como también lo es que está lejos de ser el que fue, y hoy La Romareda, si todo transcurre con normalidad, podrá verlo con la camiseta zaragocista, aunque sea un ratito. Por lo demás, las bajas de Bedia y Dongou y la precariedad física con la que han entrado en la lista Lanzarote, tras superar un golpe, y José Enrique, de feliz regreso tras seis largas semanas de baja por lesión, hacen que el once casi salga solo, con la duda de Edu García o Lanza.

El Nástic ha recuperado el aliento con Juan Merino en el banquillo y en el 2017 lleva el doble de puntos que el Zaragoza, 10 en siete jornadas. El equipo de Tarragona vive una temporada dura, pero ya ve la luz. El retorno de Emaná ha sido una bendición en un equipo que apuesta por jugar con zaga de cinco atrás y por la consistencia como fórmula para salir de abajo.