La visita de Natxo González a los encuentros sobre liderazgo organizados por la Asociación de Directivos y Ejecutivos de Aragón (ADEA) sirvió para reflexionar sobre el papel del entrenador en el Zaragoza actual y sus ideas, además de conocer cómo está el equipo tras caer ante el Rayo, pero también trajo una anécdota que sirve para ilustrar el convencimiento que tiene el entrenador en sus posibilidades y el que tenía el director deportivo, Lalo Arantegui, cuando apostó por él.

Se le preguntó cómo le había convencido Lalo, cuando era entrenador del Reus, para que aceptara el reto. «Es un pesado, hasta que no me convenció, no paró. Me transmitió una confianza en mí que nunca había sentido así. Y pensé, ‘vamos a por este toro’. Recuerdo que cuando acepté le dije, ‘lo vamos a petar’», señaló el entrenador. Esa seguridad obtuvo la misma respuesta entonces de Lalo. Los dos convencidos, pues, en que el proyecto iba a salir «fantásticamente», como Natxo ya dijo en enero, cuando peor se vestía la situación, y que volvió a repetir en la charla ayer. «¿Cuándo acabará así? No lo sabemos, pero no está muy lejano».

A la charla, que duró algo más de una hora, asistieron el presidente del Zaragoza, Christian Lapetra, y parte del consejo, como Fernando Sainz de Varanda y Fernando Rodrigo, así como el presidente de la Fundación 2032, Fernando de Yarza, y diferentes directivos del club como el propio Lalo, Luis Carlos Cuartero, director general, Francisco Checa, secretario general, o Mariano Aured, director financiero. Se le preguntó por la actualidad más rabiosa, por la derrota en Vallecas y las perspectivas ahora. «Hemos pasado de hablar de descenso a hacerlo de ascenso directo en solo tres meses. Presionarnos con subir directos ya dije que era un error. Hay que ser objetivos, para el ascenso directo había que conseguir muchísimos puntos. Hemos logrado muchos y estamos en el camino, en el objetivo planteado a principio de temporada de llegar al final con opciones», aseguró, sin mencionar la promoción, la meta clara ahora, a siete jornadas del final y ocupando el Zaragoza la séptima plaza.

Sin embargo, más allá de sus palabras sobre el momento del equipo, sus reflexiones sobre la vida del entrenador estuvieron cargadas de sentido común. Habló, lógicamente, de liderazgo. «El entrenador es el líder formal de un colectivo. Y yo tengo una idea, pero el jugador tiene que estar convencido. Quiero que el equipo haga lo que quiere hacer, no impongo una manera, sino que tiene que haber un convencimiento, porque ellos tienen que llevar la idea a cabo», reflexionó, antes de volver a reconocer que «no soy demasiado cercano a los jugadores, pero mi puerta siempre está abierta. Eso sí, debo medir esas conversaciones». En ese manejo del grupo, Natxo también se apoya en los veteranos (Zapater, Mikel, Cristian Álvarez...) en una plantilla donde hay mucha juventud: «En un vestuario tiene que haber líderes para que la cohesión sea rápida».

Esa juventud expuesta en los canteranos (Pombo, Lasure, Delmás o Guti) o en futbolistas como Papu, Verdasca o Febas supone un difícil equilibrio y un reto en el vestuario. «Siempre quiero que los jóvenes sepan lo que se están jugando, les digo si son conscientes de lo que es el Zaragoza. Ese manejo es un día a día, unas veces un tortazo y otras una caricia. Todos hemos tenido 20 años y necesitas a alguien que te guíe en el camino», sentenció Natxo, que cree que la fortaleza del grupo, su convencimiento, es vital. «Es muy importante que cada semana el 90-95% de los jugadores piense, ‘este tío me pone el domingo’», aseveró.

EL SUEÑO Y LA FRUSTRACIÓN

Volvió a reconocer Natxo su predilección por Guardiola, con el que le une una buena amistad, «por la capacidad de persuasión que tiene, aunque yo como entrenador me he ido haciendo solo, cogiendo un poco de todos». Y explicó cómo vivió esa formación: «Llevo 30 años para llegar a Segunda y se puede pensar si he sido un zoquete (sonrió). En muchos momentos dudé de si podía llegar, a veces hubo frustraciones. Y estoy en el Zaragoza. Se puede llegar, los sueños se cumplen». Ese sueño de estar en un club así ya «tiene que ser una motivación intrínseca para el futbolista que firma aquí. Jugar en el Zaragoza es lo máximo y para mí como entrenador es un premio».