Con el semáforo en ámbar o con la luz de aviso de problemas encendida. Como se quiera ver, pero así llega el Real Zaragoza al duelo de hoy en La Romareda ante el Rayo Vallecano tras el desastre del lunes pasado contra el Huesca, un partido bochornoso que hizo culminar la caída del equipo de Natxo González, que llegó al Alcoraz con tres empates ligueros y una derrota en la Copa con el Valencia y que salió con un baño en el derbi que le hizo tocar fondo en esta Liga. Necesita levantarse ya para que las dudas y los fantasmas no se incrementen hasta el infinito. Y para eso solo vale ganar al conjunto rayista, un mal rival para reaccionar, sin duda. Pero no queda otra.

El Zaragoza ha ganado tres partidos de 13 en esta Liga y solo uno de ellos en La Romareda, ante el Numancia. De hecho, en lo que va de año natural en este 2017, el zaragocismo solo ha visto ganar en su estadio a los suyos en tres ocasiones. Son datos que justificarían el enfado de la grada con su equipo al saltar al césped. Una bronca que se entendería que hubiera aumentado de forma exponencial tras la pésima imagen en Huesca. Sin embargo, la afición, en particular esta temporada, ha creído y ha estado con sus jugadores aunque estos no le hayan dado demasiado. Pero la paciencia no es infinita. Ni siguiera la del seguidor zaragocista, aunque lo pueda parecer.

INQUIETUD Y PACIENCIA

Así, la victoria ante el Rayo es más que obligada. El propio Natxo González, tras una semana plena de autocrítica y de reflexiones con el grupo, admitía ayer su inquietud. Y eso que de momento su asiento no se mueve en absoluto y que el club aboga por convicción y por necesidad por la continuidad con el entrenador. Sin embargo, no hay crédito que dure 100 años y menos el de un técnico en el fútbol profesional español, por lo que el vitoriano necesita que su equipo reaccione en los próximos encuentros, empezando por hoy ante el Rayo Vallecano. Mantener la triste dinámica de resultados en la actualidad (solo 3 puntos de los últimos 12) traería turbulencias en un futuro más o menos cercano.

Además, el equipo ve a tres puntos la zona de descenso, otro indicador claro que aumenta los nervios en un Zaragoza que, no se olvide, camina por su quinta temporada seguida en Segunda. Y los números hasta ahora indican que habrá una sexta. Sin embargo, no es menos cierto que queda un mundo, que el equipo ha mostrado en este curso destellos, buenos ratos de fútbol, jugadores interesantes y tener un estilo y un sistema de juego muy definidos, que Natxo dejó de lado en Huesca y que debe recuperar hoy. Con solo 13 jornadas jugadas y en esta igualada Segunda se está a tiempo de todo, pero no puede obstinarse en el error.

El varapalo ante el Huesca traerá cambios. No puede ser de otra manera. Es segura la vuelta de Delmás por el lesionado Benito y también es seguro que Febas, suplente sorprendente en El Alcoraz, recuperará la titularidad, probablemente junto a Ángel y a Eguaras, que vieron ese partido en la grada. La plaza con más dudas es la mediapunta, donde Buff no se gana el puesto, y no por falta de oportunidades. Quizá le toque el turno ahí a Guti, que ya jugó en esa plaza ante la Cultural, o sea la ocasión de Vinícius en una variante más ofensiva. Mientras, Grippo también amenaza a Verdasca, aunque parece que el central portugués seguirá.

El Rayo de Míchel tiene un límite salarial más elevado que el Zaragoza (8,3 millones por los 5,6 del club aragonés) y esta temporada ha empezado mejor que el curso pasado, donde pagó el peaje de la convulsión por el descenso de Primera.

UN RAYO AL ALZA

El cuadro rayista es el cuarto mejor visitante de la categoría, con 9 puntos y solo superado por Osasuna, Cádiz y Lugo, y tras un comienzo dubitativo acumula 6 jornadas sin perder, una muestra de su buen momento. Es un equipo de calidad y con mucha velocidad arriba, con jugadores de nivel como Embarba, Fran Beltrán, Trejo y De Tomás o los suplentes Manucho y Chori Domínguez. De Tomás fue objetivo zaragocista en verano como también lo fue el meta Alberto, indiscutible bajo palos. El Rayo roza la zona de promoción y quiere asaltarla hoy en una Romareda que le exige otra cara a su equipo tras la debacle en el derbi. Que la dé y que gane. Si no, el semáforo ya pasará al rojo