El cancerbero es una figura rodeada por la mística. Siempre solitario bajo palos, un incomprendido del área. Sus guantes acolchados sostienen las ilusiones y esperanzas de miles de personas, puesto que muchas veces es el único capaz de cambiar el destino de su equipo. Bien lo sabe Pablo Alcolea, un portero con arrugas y callos, veterano guardián que ahora defiende los colores del Toledo. Las estiradas en la línea de gol quedaron relegadas a un segundo plano ante la intervención más importante de toda su carrera. Sus manos tuvieron un papel vital para atender a Lassad, su compañero de equipo que sufrió una fibrilación ventricular.

Lassad Nouioui fue todo un rostro reconocible de la Primera División de la última década. Aquel joven de cabellera castaña era un integrante de ese Deportivo de la Coruña con Lotina en el banquillo, Aranzubía, Valerón, Colotto o Manuel Pablo.

El francotunecino se encontraba entrenando con el equipo el pasado sábado por la mañana cuando, de golpe, se desplomó sobre el césped sin estar involucrado en ningún tipo de acción de la sesión. Acto seguido saltó todo el personal presente en su socorro. «Estábamos haciendo ejercicios normales, como en cualquier otro entrenamiento, y nos quedamos muy sorprendidos. Rápidamente le pusimos de lado para que pudiera respirar bien y luego le introducimos el tubo de guedel para evitar que se tragase la lengua y que pudiera respirar bien. Ya vimos que no respiraba y le empezamos a hacer el masaje cardiaco hasta que vinieron los bomberos», relata Pablo.

El guardamenta, ex del Real Zaragoza, fue el primero en aplicar la maniobra de reanimación cardiaca, junto a David González, el fisioterapeuta del equipo. Una acción que permitió estabilizar la situación del futbolista y evitar así un desenlace fatal. «Tuvimos suerte ya que todos actuamos muy coordinados ante esta situación para salvarle la vida. Por suerte los bomberos y la ambulancia llegaron rápidos», explica. La actuación de Pablo y el resto del cuerpo técnico del Toledo fue perfecta. Todos ellos reaccionaron con urgencia, sin dejarse contagiar por la gravedad de la tesitura. Esa calma ante una adversidad tan severa, junto a los conocimientos médicos de Pablo y el resto del personal, permitieron sostener la vida del jugador. Según el parte médico que se hizo público ayer, Lassad continúa estable dentro de la gravedad en la UCI.

La formación de Pablo Alcolea le permitió presentarse como un ángel para salvar a su compañero. Sus tres años como estudiante del grado de enfermería, carrera que aún no tiene completada, fue determinante en esos instantes de reacción donde una vida está en juego. Sin embargo, no todos los jugadores hubieran podido reaccionar de la misma manera ante esa coyuntura. «Es muy importante que siempre haya en los equipos gente con conocimientos sobre cómo atender estas situaciones. Te piensas que nunca van a pasar hasta que ocurren. Deberíamos tener una formación apropiada para poder reaccionar ante estos casos. No todos tienen el conocimiento o los medios para reanimar a alguien», explica Pablo. En aquella mañana, Pablo Alcolea realizó su intervención más heroica y no fue bajo palos. El aragonés salvó a Lassad para mantener la esperanza sobre su vida.