Han tenido que pasar 61 años para volver a ver a un aragonés levantar la máxima competición continental. En más de medio siglo todo ha cambiado. El fútbol ya no es el blanco y negro, sino que se ve a color. Los jugadores ya no saltan al campo solo preocupados del juego, sin espinilleras y con esos pantalones cortos ajustados. Ahora es el fútbol de las apariencias, de la imagen por encima de la realidad. Desde estos dos mundos radicalmente opuestos se dan la mano Manuel Torres Pastor y Jesús Vallejo Lázaro. Dos futbolistas de raza; uno turolense de pura cepa, el otro curtido en el pequeño pueblo de Loscos.

Manuel Torres nació en su amada Teruel en 1930. Como era costumbre en aquella época, las calles eran el hervidero de la juventud. Ahí disfrutó de este deporte con balones improvisados, armados con trapos, cintas y cualquier material de esa índole. Pasó del patio de su colegio La Salle a integrar las filas del CD Teruel, con apenas 16 años. Tras pasar por el Manchego, de Ciudad Real, recibió una carta para jugar a prueba con el Zaragoza. Le bastó un partidillo ante el Calatayud para que la directiva le ofreciese un contrato de tres años y una ficha de 25.000 pesetas. Algo que fue celebrado con júbilo dentro de su familia.

Por aquel entonces Manuel Torres ya era alguien conocido. Su nombre retumbaba con eco por las hojas deportivas y en los principales clubs de España. Era un lateral diestro distinto, poderoso por la línea de cal, siempre con una contundente vocación ofensiva. El expreso de la banda, así lo apodaban.

El fibroso futbolista turolense recibió en abril de 1957 la propuesta que cambiaría su trayectoria. Era el Real Madrid. Quería su cesión hasta final de temporada para cubrir el puesto de lateral diestro ante la baja por lesión de Ángel Atienza -otro exzaragocista ilustre-. Llegó para unos partidos de la recta final, lo suficiente para grabar su nombre para la posteridad. Fue campeón de Europa con el Real Madrid en aquella eliminatoria frente a la Fiorentina, donde el aragonés fue titular. Di Stéfano, Gento, Manuel Torres. Una época en la que se laureó al primer aragonés en esta competición, un hecho que hasta hace unos días seguía inamovible. Tuvo que llegar un joven zaragozano de permanente rostro serio y pelo enredado que, a sus 21 años, ya es campeón de la Champions League.

Jesús Vallejo es otro futbolista ilustre de ha brotado de este tierra. Orgulloso pregonero de Loscos, el pequeño pueblo turolense del que procede su madre Josefina Lázaro. Ese coqueto territorio sintetiza la personalidad del excapitán del Real Zaragoza; sosegado y común. Parece una mentalidad propia de otra época, alejada de todo estereotipo moderno. Hace unos días, Vallejo levantó la orejona. Fue una imagen para el recuerdo, esa que pronto estará enmarcada en la peña zaragocista de Loscos, que además lleva su nombre. Vallejo campeón de Europa. Suena a delirio. Sobre todo teniendo en cuenta que hace dos años estaba jugando en Segunda en el equipo de su vida.

Manuel Torres fue un pionero desde el carril diestro en un fútbol todavía en su fase de embrión. Jesús Vallejo ha sido un alumno aventajado en la Ciudad Deportiva, con Gaby Milito como principal referente. Suyas han sido las dos únicas firmas aragonesas en la historia de la más prestigiosa competición europea.