Explicó Raúl Agné con precisión el desastre de Cádiz: «Nosotros teníamos el balón y ellos eran los que atacaban». En el Carranza concentró el Zaragoza los peores minutos de la temporada, contando a un entrenador y al otro. Quiso el balón y lo tuvo, o se lo dejaron, pero generó poco peligro, apenas pisó el área rival, bajó los brazos cuarentaitantos minutos antes del final y defendió francamente mal. Mal en conjunto, peor aún individualmente, con errores graves de Fran y Bagnack. El entrenador le había ahorrado al camerunés el mal trago de La Romareda una semana antes frente al Reus. Venía de aquello de Getafe, cuando se convirtió en tren para arrollar a Jorge Molina y apuntarle a Agné la primera derrota de la temporada. En Cádiz creyó que apostar otra vez por el africano era lo menos malo, aunque dejó una advertencia previa: «El error individual es humano, existe y uno lo tiene que entender, porque al final este juego lo practican personas, pero eso no quiere decir que tenga que suceder». Volvió a suceder otra vez, dejando a Bagnack remarcado y a Agné con un problema de aúpa que le va a solucionar, de momento, Marcelo Silva.

El uruguayo apareció ayer en el entrenamiento junto a sus compañeros para alivio de Agné y el zaragocismo, conscientes todos de que el castillo del mequinenzano se ha desmoronado coincidiendo con las ausencias del central, que hace tres semanas sufrió una rotura de fibras en el isquiotibial. Los tres primeros partidos del nuevo técnico, con Marcelo en el centro de la zaga, se tradujeron en 7 puntos. Los tres últimos, tras su lesión, en uno, ese que rescató Dongou cuando se consumía el choque ante al Reus.

No ha habido casualidades en este cambio a peor. Se equivocó Bagnack en Getafe sin duda. Se confundió Casado contra el Reus en el primer gol y el segundo fue un despropósito, con Fran equivocándose al cerrar el segundo palo y Zapater despistado en la llegada de Folch desde atrás. «Tenemos que mejorar defensivamente, no podemos encajar tanto y con tan poco. Si te generan muchas ocasiones… pero aquí ha venido un equipo que ha tenido dos ocasiones y forzadas por nosotros. Defensivamente hay que ajustarse ya», lamentó entonces Agné, que no se pudo contener: «Necesitamos recuperar gente como el comer». Seis días después ocurrió lo de Cádiz.

Las lecturas de unos partidos y otros son evidentes, partiendo incluso de la verdad de Silva. No parecería el uruguayo un intocable, pero el nivel de la suplencia lo ha convertido en fundamental. «Con Marcelo podríamos ser una buena defensa si entendiésemos que no hay que regalar oportunidades», dijo Agné tratando de justificar el asunto. Eso fue antes del Carranza, cuando aún creía que el aspecto defensivo debía mejorar desde el bloque; cuando explicaba que en campo contrario existe una manera de defender y en el propio hay otra; cuando aún se detenía en detalles de área para arreglar desajustes como los que sucedieron en Mallorca.

La conclusión de todos esos días de trabajo dejó la triste realidad de una plantilla enana, amenazada por la quinta tarjeta de Cabrera, necesitada de una mejoría defensiva inmediata, en la que desaparezcan los errores individuales y se minimicen los globales. Agné debe armar una estructura mejor por ese lado, que permita formar un núcleo futbolístico. «No solo ganaremos con el balón, ganaremos jugando como un bloque», dijo el técnico. Es lo que necesita el Zaragoza como concepto, sin duda. Además, que no haya más disparates individuales. Con la vuelta de Silva, es más posible, sobre todo porque desaparecerán las fuentes de los últimos despropósitos.