La tensión se llevó por delante el fútbol en el partido de ida de la primera eliminatoria de los playoffs. No se encontró al mejor Zaragoza, que se encontró con la rigidez y la angustia propia de noches grandes, ni se vio el nivel esperado. Quiso y pudo ganar en un comienzo arrollador que le impulsó por delante y llevó a Zapater al borde de la locura. Quiso y pudo ganar cuando se masticaba el intermedio y el árbitro le negó un penalti. Quiso y pudo ganar en el comienzo de la segunda parte, cuando entendió que el partido le podría dar un alegrón en el juego de ida y vuelta. Después, entendió que podía perder. Y paró, consciente de que un empate a uno lo mantiene como favorito en la eliminatoria, que ahora obliga al Numancia a marcar en La Romareda. Vale el 0-0, aunque se entiende que en Zaragoza la historia será bien otra. Necesitará, no obstante, un punto más en algunos de sus mejores hombres. En Eguaras, por ejemplo, ayer muy contenido. O en Papu, que se atropelló él solo a ratos con su egoísmo.

Había pedido Natxo González al menos un gol en Soria. Dijo el entrenador que su equipo necesitaba marcar, que saldría como hay que salir, decidido a por el partido. Si de paso caía la eliminatoria, mejor que mejor. El comienzo fue soñado, con un golazo de Zapater. Perdón, otro. Había caído Papu cerca del balcón del área y el georgiano se preparó para teledirigir la falta con un misil zurdo sobre la portería de Aitor Fernández. Era su zona, le podía tocar. Pero no, la eligió de nuevo el capitán, que mimó el balón en una comba maravillosa a la escuadra izquierda del portal numantino. Enloqueció el aragonés, ¡que viva Ejea!, rectificando la carrera para ir a festejarlo con los suyos. Sonó atronador el gol en Los Pajaritos, donde por un momento pensaron que el león se los iba a comer de un bocado, como en esa estrofa hoy tan refamosa en la que se zampa las mariposas. Luego, ya se adivina, venía lo malo.

Lo malo no fue de Aitana y compañía, se puede imaginar. Lo malo fue que el Numancia se fue a la guerra directamente y dos minos después había empatado el partido. Unai Medina, la sorpresa de la alineación, o sorpresón, encontró un buen espacio a la derecha para estrellar un balón en el palo. El rechace le cayó a Guillermo, el hombre gol cuando no anda Manu del Moral cerca, que acertó con la portería pese a soltar un remate rarísimo, por no decir afortunadísimo. En dos minutos, solo dos, se había igualado el choque. No había dado tiempo casi ni a deglutir la alegría del primer tanto.

Pasaría más en ese arreón inicial que en el resto de la primera parte, que se meció sobre todo en las botas de los zaragocistas. El equipo de Natxo González tuvo el balón y lo movió paciente, aunque encontró pocas veces el camino correcto. Tampoco tenía prisa el Numancia, que se acurrucaba cómodo junto al área propia cuando al león le daba por dormitar el partido. Por ahí, se supone, irá el choque de vuelta.

Unai Medina, el lateral que ayer se acostó a la derecha para desconcierto rival y dejó en el banquillo a habituales como Valcarce o Nacho, estuvo a punto de darle otro aire al choque en el minuto 21, aunque sería Papu el protagonista siguiente. Primero, en un contragolpe voraz que no culminó un instante después. Más tarde, en una caída en el área en la que el árbitro creyó ver el vuelo de la carpa. Gorostegui sacudió al zurdo con una tarjeta amarilla que este negó malhumorado. Hubo contacto claro. Claro que Papu puso un poquito de ayuda y al colegiado le pareció que no. En la repetición lo habría pitado, se supone.

El partido se fue al descanso extraño, sin saber bien quién había merecido más. Solo se sabía que el Zaragoza había perdido una ventaja que el Numancia no le dejó administrar y que el árbitro se guardó el pito cuando el choque olía a intermedio.

Bien otra sería la historia en la segunda mitad, con un ambiente mucho más arisco en las gradas del Numancia, que se creyó que era tanto, o más, que el Zaragoza. Se había estirado muy pronto el equipo aragonés en una acción en la que pudieron marcar Papu, Borja y Javi Ros, justo antes de que viniera el peor rato. La parroquia roja se levantó pidiendo guerra cuando Unai Medina, otra vez, rozó el segundo gol para los sorianos. Se ponía el partido crudo, mucho, pero el equipo aragonés supo gestionar el ritmo. Pareció acordarse de las palabras de su entrenador el día anterior. Había advertido Natxo González que, a partir del minuto 65, valía pensar en la vuelta. Así fue.

Lo hizo el equipo a poco más de 20 minutos para el final, desde un remate de chilena de Borja, que soñó el gol de su vida en el escenario más negro. Ya en la Liga se le cruzaron las meigas en Los Pajaritos, con cuatro remates claros que se fueron al limbo. Ayer no tuvo ni media opción, nada que ver. Eso sí, sufrió un marcaje aguerrido de Carlos Gutiérrez y compañía, que entristecieron la noche del ariete, de un Zaragoza que no se fue contento pero que dejó media estocada metida arriba de ese toro que fue el Numancia en la segunda mitad. Debería ser suficiente. Si no, que descabelle La Romareda.

NUMANCIA 1

REAL ZARAGOZA 1

CD Numancia

Aitor 6

Markel 5

C. Gutiérrez 6

Escassi 5

Saúl 6

Unai Medina 7

Diamanka 4

Íñigo Pérez 6

Marc Mateu 6

Pere Milla 5

Guillermo 6

Cambios: Nieto (5) por Medina (m.68), Higinio (4) por Guillermo (m.70), Julio (sc) por Milla (m. 83)

Técnico: Jagoba Arrasate (6)

Real Zaragoza

Cristian 5

Delmás 5

Grippo 5

Verdasca 5

Lasure 7

Eguaras 4

Zapater 6

Ros 5

Papu 5

Pombo 4

Borja 4

Cambios: Febas (7) por Ros (m.61), Buff (4) por Papu (m.70) Toquero (sc) por Pombo (m.85).

Técnico: Natxo González (5)

Goles: -1 (m. 3) Zapater, de falta directa.

1-1 (m. 5) Guillermo, al recoger el rechace de un remate al poste.

Árbitro: Gorostegui Fernández (3), del comité vasco.

Tarjetas: Amarilla a los zaragocistas Pombo, Papu y Zapater; y al local Carlos Gutiérrez.

Incidencias: 7.827 espectadores.