La etapa de Luis Milla en el banquillo del Real Zaragoza pende de un hilo después de 10 jornadas de Liga y tras cosechar una derrota ante el Elche que elevó a cinco las citas ligueras sin ganar, para sumar dos puntos de 15, pero sobre todo no trajo ningún síntoma de mejoría en el equipo, una reacción que se le demandó al entrenador tras la debacle ante el Sevilla Atlético y que no llegó ayer. Sin embargo, el consejo de administración del club, tras una tarde de muchas llamadas y diálogos después de la derrota ante el conjunto ilicitano, va a dar un nuevo voto de confianza al preparador turolense, que se sentará en el banquillo en Valladolid. Así quedó decidido ayer y así será salvo giro brusco de la decisión.

Otra cosa es que se piense en la SAD que el técnico está capacitado para revertir la situación y que no se tenga la conciencia en la entidad de que ha sido una apuesta equivocada. A Luis Milla le sostiene solo la mano de Narcís Juliá, director deportivo, y eso le va a valer para prolongar su carrera en el conjunto zaragocista una semana más, con su futuro aquí claramente en entredicho.

La decisión de Juliá, sobre el que el club mantiene una clara confianza como máximo responsable de la parcela deportiva, ha sido clave para que el entrenador siga con las riendas del equipo, por más que el diagnóstico que se hace en las oficinas de la SAD es que el equipo necesita un golpe en el timón, un cambio que agite a un bloque que da demasiadas muestras de estar sin alma.

César Láinez, entrenador del filial, sería la posibilidad más real, la más próxima, como relevo en caso de que el Zaragoza vuelva a mostrar una cara tan negativa y prosiga con su caída, aunque en el club no se tiene decidido si sería para ejercer el papel de técnico interino mientras se busca a otro entrenador o si esa apuesta se mantendría en el tiempo.

De hecho, la dificultad para encontrar a un sustituto es una de las cosas que frenan por ahora el relevo de Milla. Otra es que solo han pasado diez jornadas de Liga y, la principal, son los escasos cimientos económicos que tiene el club para buscar ese relevo.

LOS JUGADORES

Milla ha tenido el apoyo público de sus jugadores, con algunas declaraciones claras, las de José Enrique, Cani y Zapater, hasta casi desafiantes, algo que no ha caído en saco roto en el club, ni tampoco en Juliá, que sabe que no puede estar cambiando de entrenador con tanta rapidez. Ese apoyo de su plantilla también ha sido importante para frenar un despido que tiene sólidos argumentos futbolísticos.

El entrenador turolense, una apuesta de Juliá después de que se cayeran otras que el director deportivo prefería —Gaizka Garitano, sobre todo— no es el único problema de este Zaragoza desestructurado y con demasiados nervios, pero es evidente que la mano del técnico no se está notando, que no ha mejorado al equipo. Las limitaciones en la composición de la plantilla son evidentes, pero Milla no ha logrado que su Zaragoza mostrase una idea, un perfil claro que enseñase que el trabajo realizado está en el buen camino. Al contrario, el Zaragoza da peores noticias de sí mismo jornada a jornada. Así, el cuarto de hora final de la primera parte ante el Elche entra de lleno en el museo de los horrores con una actitud y un fútbol de vergüenza.

Milla está incidiendo mucho en errores y en apuestas, como la de juntar en el medio a un desdibujado Erik Morán y a Zapater, que no están funcionando y su solución para la debacle de Sevilla fue devolver al equipo a Álex Barrera, de nula aportación hasta ahora y sentar a Juan Muñoz, uno de los jugadores que estaban aportando una dosis de frescura. La caída del equipo se ve desde la segunda jornada, en Lugo, pero es palmaria desde el partido en Soria, desde la segunda parte llena de apatía ante el Numancia. Con todo, lo peor, es el escaso carácter del equipo zaragocista, que se viene abajo a las primeras de cambio y que no tiene capacidad de reacción.

La lógica en el fútbol siempre dicta que un proyecto con trece fichajes nuevos y un entrenador recién llegado necesita una dosis de paciencia, pero no es menos cierto que la situación del Zaragoza no ha dejado de empeorar en las últimas semanas y que, ahora mismo, ocupa la decimocuarta posición, a solo dos puntos del sexto, pero también a solo dos del descenso a Segunda B. Con tres victorias, tres empates y cuatro derrotas el Zaragoza de Milla ha firmado un comienzo en la categoría de plata casi sin parangón en su historia, ya que hay que viajar hasta los 50 para ver algo similar. Los números, está claro, tampoco apoyan a Milla.

EL PROBLEMA ECONÓMICO

El Zaragoza, si decide acometer el relevo de Milla la próxima semana y buscar un sustituto, tendría un margen de movimientos limitado en lo económico. La Liga, a través de su control económico, le autorizaría a superar en su presupuesto, que ahora tiene cubierto, en una cuantía del 80% del salario que le queda por percibir a Milla en esta temporada. Y esa posibilidad que da la Liga es para el primer cambio de entrenador, no daría otra segunda ventana económica en ese sentido. Ese escaso margen de maniobra en lo económico dificulta, y mucho, encontrar un sustituto ideal y, de hecho, ni Lluís Carreras en diciembre ni Milla en junio eran primeras opciones del director deportivo. Así, el club va a mantener a Milla una semana más al menos, esperando que en Pucela todo cambie.