Es ya una pésima costumbre en el Zaragoza, que hasta junio pasado había visto desfilar 75 caras nuevas en las 5 campañas anteriores. En la que empieza hoy la revolución ha vuelto a ser amplia, aumentada por la tragedia en Palamós, que marcaba esa necesidad de cambio. De la plantilla que hizo uno de los mayores ridículos en la historia del Zaragoza se fueron 17 futbolistas y solo siguen 8, dos a través de una renovación (Ros y Lanzarote) y otros 6 con contrato en vigor: Isaac, Erik Morán. Ángel, Dongou, Wilk y Cabrera, aunque estos dos últimos con la puerta de salida abierta. Diez fichajes, aunque restan por hacer al menos dos más, y el ascenso del meta Ratón, pero con ficha del filial, completan la metamorfosis.

Acabaron su vinculación Bono, Bertrán, Rubén, Vallejo, Guitián, Campins, Dorca, Hinestroza y Jaime. Gil, que tenía ficha entonces del filial, empezó después la batalla para no seguir en el club y fueron saliendo Pedro (Elche), Diamanka (Almería), Culio (Mallorca) y Manu Herrera (Betis), todos tras rescindir, y Alcolea (Toledo), Abraham (Levante) y Ortí (Cultural) mediante cesiones. La última salida, por ahora, fue no deseada, ya que Rico se marchó al Leganés por un millón de euros vitales, una necesidad que no quita el dolor del zaragocismo, que ve cómo cualquier jugador que progresa no tarda en irse. Pasó con Vallejo y ahora con Rico. Tampoco se quedaron tras volver al final de curso Jorge Díaz (Reus), Whalley (Sporting), Suárez (Burgos) y Adán Pérez (Navalcarnero).

El Zaragoza ha cambiado de cara empezando por el banquillo tras el estrepitoso fracaso de Lluís Carreras, la primera apuesta de Juliá. Luis Milla, con el bagaje de su etapa en las categorías inferiores de la selección y con su experiencia inacabada en el Lugo, fue el eslabón inicial de una cadena donde después llegaron los regresos de Cani y Zapater como elemento ilusionante.

La transformación ha sido radical y en todas las líneas. A saber: Irureta aporta experiencia y galones en la portería tras su etapa en el Eibar, donde firmó un ascenso, la juventud de Popa (una apuesta personal de Juliá que estaba en el Inter) y Fran (Madrid B), la contundencia de Marcelo Silva (Valladolid), la profundidad y el disparo desde el lateral zurdo de Casado (Ponferradina), la polivalencia de Barrera (Sporting), la velocidad en la banda de Xumetra (Levante) y el comodín en ataque que trae la vuelta de Edu García.

Un punta y un lateral

Y faltan por llegar: un lateral zurdo que sustituya a Rico y sobre todo un 9 de área, diferente a Ángel y Dongou, una necesidad imperiosa porque al Zaragoza le urge más gol --Sola (Athletic) y Barreiro (Alavés) son dos de las opciones--. Y, si Cabrera se va, la llegada de otro central sería indiscutible cuando ahora es la tercera vía, con un centrocampista ofensivo como última, y casi descartada, petición de Milla.