Los dos han tenido trayectorias parecidas en el mundo el fútbol y confluyeron en el seno del Reus, un club humilde pero con las ideas muy claras cuyo buen trabajo le ha llevado a Segunda División y a mantenerse sin apuros. Juntos llegaron también al Real Zaragoza, ambos son laterales y mañana volverán por primera vez a la que fue su casa durante dos campañas llenas de alegrías, éxitos y buenos momentos.

El conjunto tarraconense fue el trampolín que necesitaban para, después de varios intentos, dar el ansiado salto al fútbol profesional. Una vez conseguido, el cambio al equipo aragonés fue otro escalón importante en sus carreras deportivas. Ángel Martínez y Alberto Benito tienen ahora otra vida, una nueva comparada con la de Reus.

Muchas son las similitudes que se han encontrado, pero también diferencias. Aún así, si en algo coinciden es en que será un encuentro muy especial para ambos. «Llegamos después de pasar por un filial (Sporting en el caso de Benito y Espanyol en el de Ángel) y de no acabar de dar el paso al fútbol profesional. Tuvimos suerte e hicimos un poco historia en el club al ascender a Segunda. Después hicimos una gran campaña todo el equipo y eso nos dio el pase para poder venir a un club grande como el Zaragoza», comenta Alberto Benito.

A pesar de las grandes diferencias entre una gran urbe como Zaragoza, en la que además se respira fútbol por los todos los costados, y Reus, que tiene apenas 100.000 habitantes, los dos defensas no llevan una vida muy diferente a la que tenían en la ciudad catalana. «Es verdad que es un sitio mucho más pequeño, pero se lleva una vida tranquila. Es una ciudad con bastante movimiento, alegre, se ve gente por las calles y tienes cerca Tarragona, Cambrils y Barcelona a una hora», dice Ángel. En el caso de Benito sí que hay más diferencia, sobre todo porque vivía en su pueblo y rodeado de los suyos.

Ahora no es muy distinto. El tarraconense ya tiene la experiencia de Gijón y confiesa que le encanta Zaragoza para vivir porque «es muy tranquila y, a pesar de ser grande, es fácil moverte de un lado para otro». Ángel, en cambio, es más inquieto: «No me quedo dos tardes seguidas en casa. Hay días en los que me voy a dar un paseo con mi pareja, otros a tomar un café, al cine o a eventos». Eso sí, lo de Benito tiene truco, porque su novia vive con él y, al estar opositando, apenas tiene tiempo para salir. «Aún así soy muy casero», confiesa.

Cuestión de filosofía

Nadie dentro del vestuario del Real Zaragoza salvo ellos y, por supuesto, Natxo González, conoce las características, puntos fuertes y debilidades del Reus mejor que Alberto Benito y Ángel. Después de una gran campaña en Segunda B en la que el objetivo era meterse entre los cuatro primeros, los tarraconenses subieron y a lo grande, ante el Racing de Santander y ganando en el encuentro de ida en El Sardinero por 0-3. Es difícil adivinar cuál es el secreto de los éxitos recientes del Reus, pero ambos lo tienen claro: «Es un club muy familiar».

«Transmite cercanía desde el presidente hasta el entrenador, pasando por el director deportivo. Todos los que llegamos allí y los que seguían de otros años lo vivían así. Eso nos hizo ascender y luego mantener la categoría, porque además no había diferencias entre compañeros a la hora de pensar que uno era mejor que el otro», explica Alberto Benito. Ángel, que coincide plenamente con su compañero, apostilla que una de las claves también es «mantener el bloque cada año porque te permite tener muchos mecanismos».

Como filosofía de club, la familiaridad es la nota dominante, pero no es la única particularidad que define a este Reus Deportiu. Se comenzó a definir en las tres temporadas de Natxo González en el banquillo y ahora, con López Garai como entrenador, no ha cambiado apenas el planteamiento. «Lo más importante es intentar no encajar gol, saber que vas a tener la tuya y, en la que tengas, intentar estar acertado». De hecho, añade Ángel, «llevan seis partidos en casa sin encajar y ahí están los números».

Toma la palabra Alberto Benito para recordar que el Reus no es solo defensa: «También es un equipo que propone y que no hace ascos a la pelota. Quiere jugar e iniciar con el esférico controlado. Son muy fuertes defensivamente, pero a raíz de tener la pelota. Es un equipo al que es muy difícil quitarle el balón y hacerle gol». Entonces, ¿cómo se le gana al Reus? «Pues quitándole el balón y haciéndole gol», afirma entre risas el lateral diestro.

En cuanto a las diferencias, los dos están viviendo de una forma muy especial esta temporada por lo que supone jugar en un club como el Zaragoza, con todo lo que conlleva defender el escudo del león. «Sabíamos a dónde veníamos y se nota que el club es de Primera por la entidad, la afición, la gente que trabaja en él o la ciudad. Es un equipo de Primera que está en Segunda por diversas circunstancias y entre todos tenemos que dar el máximo para devolverlo a donde se merece», dice Ángel.

Alberto Benito comenta que la mayor diferencia que ha notado entre ambas entidades en la repercusión: «El Reus acaba de empezar en el fútbol profesional y tiene un campo pequeño. Aquí en La Romareda caben más de 30.000. La repercusión cambia en todo, en redes sociales, en rueda de prensa, zona mixta… Es lo que más he notado personalmente. Futbolísticamente es Segunda igual estando en Reus que en Zaragoza, pero ahora estamos en la zona privilegiada para todo. Somos un equipo grande que aspira a la Primera División y en Reus el objetivo era la permanencia. Para nosotros es un paso muy grande».

Impulso desde la grada

Además, el tarraconense no elude que el objetivo zaragocista, a diferencia de la temporada pasada en Reus, es ascender: «En Zaragoza la obligación es ascender por mucho que podamos decir que es un proyecto, que sí que lo es porque para eso se han firmado jugadores con contratos largos, pero el Real Zaragoza tiene que estar en Primera cuanto antes».

La afición también tiene mucho que ver. La masa social que posee detrás el Real Zaragoza es envidiable y de otra categoría y eso, para Alberto Benito, «es fútbol de verdad». «En Segunda B vas a campos con 500 personas y, en Segunda, muchos superan los 10.000. El día que ascendimos El Sardinero estaba lleno. Meter más de 20.000 personas en La Romareda te hace sentir el gusanillo del fútbol y apetece. Te transmite ganas la grada y es algo muy bonito», explica.

Ángel también opina como su compañero y es algo que está viviendo de forma especial: «Para nosotros es un privilegio ver la gente y el recibimiento. Es un lujo y la afición nos está impulsando».

Mañana, junto con Natxo González, volverán a Reus, cuna de grandes recuerdos personales y junto a un equipo con el que, desde la humildad, lograron hacer historia. Eso sí, sobre el césped no habrá amigos porque el Real Zaragoza persigue el ascenso a Primera División, un objetivo que persiguen de la mano del club después de luchar el curso pasado por la permanencia en su antigua casa.