Gustavo Poyet no olvida Zaragoza, ni el zaragocismo ha olvidado a uno de los héroes (campeón de la Copa del Rey del 94 y de la Recopa del 95) que sigue sumando éxitos a su carrera deportiva. Ya no es volante ni mediapunta, ni podría completar una de esos recorridos suyos de tranco largo hasta el área contraria para cabecear el gol de la victoria. Pero sigue ganando, ahora sentado en el banquillo del Brighton and Hove Albion, un modesto equipo con el que acaba de conseguir el ascenso a la Championship, equivalente a la Segunda División española, a falta de cinco jornadas para el final del campeonato.

Tras abandonar Zaragoza en 1997 después de siete temporadas en las que hubo muchas más luces que sombras, el sudamericano pasó por el Chelsea (cuatro años) y el Tottenham (tres) antes de aterrizar en el Swindon en el 2006, donde ya fue segundo entrenador. Esa fue su primera experiencia como técnico, aunque siempre en un segundo plano. Repetiría en el Leeds United con el mismo cargo y volvería a los Spurs en el 2007 cuando fue contratado Juande Ramos.

A su manera

En esa época fue cuando empezó a considerar seriamente la posibilidad de ser entrenador. Ya lo es, ahora con galones, tras aprovechar la oportunidad que la pasada campaña le dio el conjunto de la League One inglesa --equivale a la Segunda B española pero tiene una nivel superior ya que solo compiten 24 equipos--. "Ha sido espectacular. Lo hice a mi manera, digamos. Trabajé en lo que me parecía importante, hice jugar al equipo de la manera que yo quería y logramos lo que nos propusimos con un equipo organizado, no el mejor de la Liga", cuenta orgulloso Poyet, al que la experiencia como técnico le ha sorprendido. Ahora es más feliz. "Me siento mejor que cuando jugaba. Cuando uno juega, está jugando con la idea de otro entrenador y hace las cosas que le piden junto a sus compañeros. Pero esto eres tú. Aquí te tienes que encargar de todo, pero de todo, todo".

Llegó a Brighton la pasada campaña sin saber qué le depararía el futuro, cuando el equipo se encontraba en una posición muy delicada. Con Poyet como técnico, los seagulls (gaviotas) remontaron y empezaron a pensar en el siguiente proyecto, con el exzaragocista en el banquillo desde el principio. "La idea era ver si este año podíamos lograr subir. Pero era una posibilidad, solo eso. Lograrlo de la manera que lo hemos logrado, a falta de cinco jornadas y con el fútbol que hemos jugado, es un espectáculo. El Brighton es un club al que le costó diez años lograr los permisos para hacer un campo, que incluso tuvo que salir un par de años fuera porque no tenía un sitio donde jugar, y que ahora está construyendo un estadio espectacular. Pero, claro, una vez que lo tienes lo que quieres es subir"

Objetivo Premier

Es en lo que piensa ya su presidente, Anthony Grant, famoso jugador de póquer más conocido como Tony Bloom que quiere llevar al equipo de su ciudad natal a la Premier League. Va lanzado, no tiene dudas de que lo conseguirá pronto. "Yo a veces soy el que freno al presidente --cuenta Poyet--. Soy muy realista, sé dónde estoy. Las posibilidades que teníamos eran remotas, pero él siempre empujó insistiendo en que íbamos a subir. Ahora que lo hemos logrado, ya está pensando en la siguiente, que es subir otra vez".

Para conseguir su primer éxito en el banquillo, el exzaragocista ha apostado por un juego de toque, más de posesión que de posición --clásico dilema inglés--. "Hemos jugado mucho con el balón en el suelo, hemos hecho el mejor fútbol de la categoría. Yo estaba convencido de que en esta división era posible ganar jugando bien a fútbol. Ahora la satisfacción es doble, porque lo hemos hecho de la manera en que lo pensé y que otros no creían posible", afirma orgulloso Poyet, que seguirá como técnico del Brighton. "Me quiero quedar, quiero estar en un equipo muchos años. Hacer un equipo con tu marca, que ya juega tu estilo, me llena de orgullo. La gente reconoce que lo logramos jugando bien y ya se empieza a identificar con mi manera de jugar a fútbol".

Poyet, por supuesto, tiene siempre en mente al Zaragoza, al que sigue semana a semana. "Lo está pasando mal, pero por lo menos mejoró un poquito. Hasta hace muy poco tiempo, me teñía asustado, asustado, asustado. Me alegró mucho el triunfo que consiguieron el lunes porque me preocupa. Por más que uno se acostumbra a ver tantas veces en la televisión al Madrid y al Barcelona, yo soy hincha del Zaragoza y lo siento. Con la victoria del otro día, por lo menos respiramos", dice Gustavo, al que se le adivina en el horizonte de La Romareda. "Soy muy joven, no me quiero apurar. No quiero cometer el error de correr. Es mi primer año, soy un novato en el banquillo. Sé que Zaragoza llegará, con 50, con 60 o con 80 años, pero llegará. Seguro que algún día seré su entrenador".