El Real Zaragoza dejó escapar una victoria que tenía hecha, que parecía atada en el Anxo Carro, un triunfo sustentado en el buen momento de Ángel, con dos goles, y en los regalos de la defensa del Lugo y de su portero, empeñados en que el equipo zaragocista se llevara el botín. Sin embargo, tiró por la borda una ventaja de dos goles en una segunda parte donde no supo administrar, ni sobre el césped ni en el banquillo, la renta que tenía y se descosió por los laterales, por los carriles de Isaac y Casado, dos vías de agua a estudiar y a analizar, para que el bajón físico del equipo hiciera el resto, igualara la verbena lucense y el cuadro local salvara un punto en una segunda mitad loca y demasiado abierta.

El punto, tras la victoria ante el UCAM, no es malo, mantiene al Zaragoza arriba y supone sumar a domicilio, pero deja demasiadas sombras y decepciones, empezando por el marcador. Pocos días se encontrará el equipo de Milla un adversario que le dé tantas facilidades atrás y, desde luego, la inconsistencia de la segunda parte, sobre todo en los carriles, acompañada de la inseguridad y los nervios que transmite Irureta, suponen elementos de imprescindible mejora para el futuro.

CAMBIO TOTAL El partido dejó un Zaragoza sólido y bien situado durante una hora, salvo en el error de Isaac que propició el 1-1, y otra cara muy diferente después, mucho más vulnerable. Le faltó a Milla capacidad de reacción para darle oxígeno al equipo, el que podían traer desde el banquillo los cambios y el que ya no tenían un Cani gris en el Anxo Carro y un Lanzarote que tiene en las ayudas defensivas un hándicap que su fútbol vistoso tapa de forma parcial, no absoluta. Que se lo digan a Isaac.

Nada hacía presagiar la locura de la segunda parte cuando Zaragoza y Lugo comenzaron el pleito, sobre todo por el bando aragonés. Bien situado sobre el campo y con la presión arriba para buscar el error en la salida de balón local, el Zaragoza no tardó en enseñar las uñas. Lanzarote tuvo una primera ocasión antes de que José Juan envolviera un regalo tras una dejada de Jordi Calavera que dejó pasar para que el extremo marcara a puerta vacía cuando ni se había cumplido el cuarto de hora.

El guión salía perfecto para los de Milla, aunque es verdad que el fútbol brillaba por su ausencia, perdido entre las imprecisiones de ambos equipos para que el partido fuera un monumento al bostezo antes de que Irureta decidiera dar una alegría al rival en una media salida que no aprovechó Pedraza. El extremo sí sacó partido de un fallo de Isaac, que basculó mal y tarde para que Yelko Pino le asistiera en el empate lucense.

El Zaragoza pudo irse con ventaja al descanso, pero Lanzarote falló una clara ocasión después de que Carlos Hernández se interpusiera ante Cani en la única acción de mérito del central del Lugo en un partido terrible para él. Una contra de Cani, con asistencia y mal disparo de Lanza, dilapidó las opciones zaragocistas antes del descanso y supuso la desaparición completa de los dos jugadores con más talento en el Zaragoza, a los que ya se les vio muy poco en el Anxo Carro.

La segunda mitad comenzó con un nuevo error de José Juan que no aprovechó Xumetra y con dos goles que parecían sentenciar el pleito. Zapater, atento y bien situado siempre, aprovechó un mal control de Pita a pase de José Juan por esa manía de sacar siempre el balón jugado desde atrás que tiene el Lugo en los últimos años. Ángel firmó el segundo y después hizo el tercero en un despeje orientado de Cabrera con los centrales del rival mirando para el otro lado. El control del canario fue soberbio, igual que la definición para sumar su cuarta diana en dos partidos. Está enchufado, sin duda.

Ángel pudo firmar el hat-trick en la ocasión más clara pero lo que llegó fue el apagón del Zaragoza tras la salida al campo de Javi Ros por un Erik Morán que apenas ofreció cosas en el medio.

Campillo, primero, e Iriome después dieron profundidad al Lugo, mientras que Pedraza se mantuvo como gran amenaza zaragocista. Un fallo en el despeje de Irureta no lo aprovechó Joselu, que sí que envió a la red una mala salida del portero y su falta de entendimiento con Cabrera. El Zaragoza, a falta de 20 minutos, era un dolor y la banda de Casado, un terrible agujero que Iriome aprovechó para asistir a Campillo, que firmó el tercero de fuerte disparo.

Con 3-3 y tarde hizo los cambios Milla, que buscó oxígeno con Fran y con Wilk para retirar del campo a Cani y a Lanza. El Zaragoza trató de inquietar con Xumetra en el tramo final y esperó un nuevo regalo del Lugo que no llegó. Ya habían sido demasiados... Las tablas al final del choque tienen un sabor más amargo que dulce para un Zaragoza que suma un punto pero que debió llevarse los tres. De ahí la decepción tras una segunda parte de verbena.